miércoles, 13 de septiembre de 2017

Algunos casos de cómo se aplicaba la justicia en la Edad Media - Artículos



1. Rose de Savage

En 1280 una mujer llamada Rose de Savage fue secuestrada mientras caminaba hacia la iglesia, por un grupo de hombres que la llevaron a casa de su líder, John de Clifford.

Clifford desnudó a Rose con ferocidad y abusó sexualmente de ella. Luego fue recluida en una habitación donde permaneció aislada durante dos largos años. Clifford pretendía dejarla cautiva hasta su último aliento, sin embargo, en noviembre de 1282, la joven logró escapar dando un peligroso salto desde la ventana.

Rose sabía que no podía sentirse a salvo mientras Clifford se encontrara en libertad, así que procedió a acusarlo de violación ante la corte. Irónicamente, Clifford logró salirse con la suya negando los cargos y Rose terminó asumiendo la condena. La justicia en la Edad Media convirtió a la víctima en victimario, resolviendo que la denuncia era falsa, pues la traumatizada Rose no logró proporcionar la fecha exacta de la violación.

2. El juicio del Cadáver

En la Basílica de San Juan de Letrán de Roma, en enero de 897, se celebró un juicio macabro, bautizado como el Juicio del Cadáver o el Concilio Cadavérico. El Papa Formoso, fallecido 9 meses antes, fue exhumado y colocado en una silla en la sala del tribunal, para que compareciera ante la ley de la iglesia.

El extraño acto fue conducido por el Papa Esteban VI, quien le hablaba al Papa Formoso, descompuesto y vistiendo ornamentos papales, como a un hombre vivo. En este escenario lúgubre, fue juzgado y hallado culpable por perjurio y por infringir las leyes eclesiásticas.

Como castigo, al Papa Formoso fue despojado de su vestimenta papal, además le cortaron los tres dedos que usaba para bendecir a los fieles. El Papa Esteban VI, sin ningún recato, pidió que su cuerpo fuera arrojado al río Tíber para que “desapareciera de la faz de la tierra”.

3. Stadelin de Boltigen

Entre 1392 y 1406, en el municipio de Boltigen, Suiza, se rumoreaba que un granjero, Stadelin, pactaba con entidades demoníacas. La habladuría era propiciada porque de las hectáreas del granjero brotaban los mejores cultivos de la región, incluso en tiempos desfavorables para la cosecha.

“Stadelin es un hechicero capaz de controlar el clima y lanzar maldiciones a otras tierras. Invoca a los rayos para destruir nuestras siembras” refunfuñaban los locales, que con sus historias ennegrecieron la suerte del hipotético brujo.

Su fama lo convirtió en el terror de la comuna, y fue arrestado y torturado hasta admitir todo lo que se afirmaba sobre él en todo Boltigen. A Stadelin no le quedó otra alternativa que confesarse culpable y fue quemado en la hoguera junto a su esposa, a quien arrastró con él al fuego, alegando que ella fue copartícipe de los rituales mágicos que supuestamente realizaba.

4. La matanza a leprosos

Una de las teorías conspirativas más extrañas en épocas medievales tuvo lugar en 1321, específicamente en Francia del sur, donde se propagaba la noticia sobre una supuesta amenaza, que apuntaba que los enfermos de lepra planeaban infectar los pozos de agua, con el fin de propagar esta enfermedad que se pensaba incurable por todo el país.

El aparente objetivo era debilitar al gobierno con un contagio eminente para que un rey musulmán se apoderara de la ciudad. No obstante, pese a que se trató de un rumor que derivaba del fervoroso rechazo hacia los enfermos de lepra, el rey Felipe V ordenó a la justicia de la Edad Media que encarcelaran a todos los leprosos del país, acusándolos de traición.

Una turba enfurecida atendió el mensaje y ejecutó una terrible cacería de leprosos, masacrando a niños, mujeres y hombres de todas las edades, con el consentimiento del regente. Mientras que miles de los que pudieron sobrevivir al juicio, fueron quemados en la hoguera… Fuera a manos del pueblo o de la ley, fueron condenados a morir de cualquier forma.

5. El juicio por combate del conde Gero de Alsleben

En la Europa medieval el juicio por combate era un recurso que no siempre era concedido, pero en aquellos casos en los que procedía, los hombres luchaban entre sí para resolver acusaciones en ausencia de testigos. Quien resultara ganador, era poseedor de la verdad, mientras que el perdedor debía ser ejecutado.

En 979, el conde Gero de Alsleben y un sajón llamado Waldo, se enfrentaron a un juicio por combate por causas que quedaron olvidadas en el registro histórico. En la riña judicial, Gero le cortó el cuello a Waldo, pero antes de caer muerto, Waldo alcanzó a propinarle un fuerte golpe en la cabeza al conde, dejándolo inconsciente por varios minutos.

Gero sobrevivió, sin embargo la justicia de la Edad Media decidió que, por haber quedado como muerto antes de que Waldo falleciera, técnicamente se convertía en el perdedor de esa disputa. Así que el emperador Otto II ordenó que fuese decapitado, quedando el combate con pena y sin un ápice de gloria.


FUENTE: supercurioso.com (por Olga Villanueva)

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