miércoles, 13 de mayo de 2015

Enfermera Nocturna - Historias de terror



Era su primera noche en el hospital. El bebé dormía en la cuna junto a ella. Había sido un parto difícil, aunque al final todo salió bien. La trasladaron a la sala de maternidad y allí le enseñaron a dar el pecho. Términos que eran totalmente nuevos para ella, como “meconio” o “calostro”, se le hicieron habituales en cuestión de minutos. Y a eso de las diez de la noche, luego de llorar durante casi todo el día, el bebé se durmió. “Ahora descanse, porque mañana será peor”, le sonrió la enfermera. Apagó la luz y se fue. Luisa quedó pensando en la oscuridad, meciendo de vez en cuando la cuna. Pensaba en el padre ausente, y en cómo diablos haría para arreglárselas sola con el bebé. Porque el padre, apenas un chico que acababa de terminar la secundaria, al igual que ella, no tenía intenciones de volver. “Mañana será otro día”, pensó la joven madre, cerrando los ojos.

Se despertó en mitad de la noche, sobresaltada. Había un ruido del otro lado de la puerta. Un ruido como si alguien en el pasillo caminara y jadeara como un perro. Las pisadas iban y venían, iban y venían. Y ese jadeo. ¿Realmente era un jadeo? Era como una respiración agitada y superficial. El niño a su lado se removió inquieto, y la madre lo meció hasta calmarlo. Tomó el teléfono y discó el número de enfermería.

-¿Sí?- respondió una voz adormilada del otro lado.

-Hola, soy Luisa Machado, de la sala 122- susurró la chica, para no despertar al bebé-. Hay un ruido del otro lado de la puerta… no me deja dormir.

-¿Un ruido?- pareció despabilarse la enfermera-. ¿Un ruido como qué?

-Parece que alguien camina. Va y viene por el pasillo. Y respira de una forma rara. Como un… jadeo.

-Oh, Dios- dijo la enfermera a través del teléfono. Se escuchó un clic y al cabo de unos segundos una nueva voz, esta vez más autoritaria, habló con evidente urgencia:

-¿Señora Machado?

-Sí, estoy aquí. ¿Qué…

-Soy la jefa de enfermería. No salga de la habitación. Por lo que más quiera, no salga.

-¿Me quiere decir qué es lo que está pasando?- alzó un poco la voz Luisa, ahora asustada.

-¿Tiene a su bebé ahí?

-Está aquí conmigo, claro.

-Abrácelo. Abrácelo con todas sus fuerzas.

-Es una broma, ¿no?

-No es una broma. Hay algo peligroso ahí afuera. Pensamos que no volvería, pero nos equivocamos.

-¿Algo peligroso?- Luisa se incorporó de la cama y miró hacia la puerta cerrada-. Entonces llame a la policía. Y vengan. Ayúdenme…

-No podemos- dijo la enfermera-. Nosotras también corremos peligro.

-¿Quién es, por Dios?

-Es…

La puerta de repente comenzó a sacudirse. Parecía que alguien, con una fuerza sobrehumana, la golpeaba sin cesar. La respiración se había transformado en una especie de pavoroso grito de hiena, que resonó y se hizo eco en las profundidades del corredor. El bebé de inmediato se despertó y comenzó a llorar, sacudiendo los bracitos con violencia.

-¡Está golpeando la puerta!- gritó Luisa.

-¡No abra!- le dijo la aterrorizada enfermera a través del teléfono- ¡No abra y abrace a su bebé! ¡Abrácelo ANTES DE QUE LO LLEVE!

Luisa no dudó un instante. Ni siquiera pensó en las escalofriantes palabras de la enfermera. Se puso el bebé en el pecho y enseguida la puerta se abrió con un golpazo. Una mujer, vestida de enfermera, entró arrastrándose como una serpiente. El uniforme estaba por completo manchado de rojo, la sangre goteaba y manchaba los mosaicos encerados. Tenía el cuerpo doblado y caminaba apoyada en sus brazos, porque no tenía piernas. Miró hacia uno y otro lado y luego comenzó a trepar por la cuna del bebé. Sus ojos eran ciegos y una lengua bífida asomaba entre sus labios. Luisa se paró sobre la cama, con el niño en brazos, y saltó por encima de la cosa. La enfermera de inmediato se dio vuelta y trató de agarrarla en el aire, pero falló por muy poco. Luisa salió corriendo de la habitación. Miró hacia atrás. La aparición iba tras ella, arrastrando el cuerpo por el pasillo. Sus brazos eran esqueléticos, largos y parecían las patas de una araña. Luisa llegó al final del pasillo y, aún abrazando al bebé, abandonó el hospital. Caminó unas cuadras y luego se sentó en una parada de colectivo, meciendo al niño. No sabía dónde ir. La noche era fría y la chica envolvió al bebé con una manta para protegerlo. Al rato, su celular comenzó a llamar.

-¿Luisa?- era la voz de la enfermera, que parecía muy preocupada-. ¿Dónde rayos se metió, Luisa? ¿El bebé está bien?

-Abandoné el hospital. No me van a obligar a volver con esa cosa dando vueltas por ahí- sollozó la chica- ¿Me quiere decir qué diablos era eso?

-No lo sabemos- explicó la enfermera, luego de una pausa-. El hospital es antiguo, y cuando nosotras llegamos, ella ya estaba aquí. Pensábamos que era una leyenda, hasta que un día, hace diez años, la vimos. Cinco niños murieron esa noche, y uno desapareció.

-¿Es un fantasma?

-Es algo peor. Los fantasmas son sólo visiones. Esto es algo… demoníaco. Escuche, Luisa…

-No pienso regresar ahí, si es lo que se propone- dijo la chica, titiritando de frío. En ese momento pasó un autobús, casi vacío, aunque Luisa no hizo esfuerzo alguno en detenerlo. ¿Para qué? El viaje tarde o temprano terminaría.

-Escuche, Luisa, porque esto es muy importante- insistió la enfermera-. Debe cuidar de su bebé las veinticuatro horas del día, porque en cuanto se descuide esa cosa regresará y se lo llevará. Cuando elige un bebé, no descansa hasta obtenerlo. Así ha ocurrido siempre. De nada servirá huir, ella la seguirá a donde quiera que vaya. ¿Tiene alguien que cuide del bebé, además de usted?

-Yo…- dijo Luisa, recordando al padre lejano, y a sus propios padres muertos hacía tiempo. Sabía que estaba sola en el mundo. Tampoco tenía dinero para pagar una niñera-. Lo cuidaré yo misma. No dormiré nunca.

-Eso es imposible, Luisa. Tarde o temprano tendrá que hacerlo. Y entonces…

-No dormiré nunca- repitió la mujer, con decisión.

-Luisa… que Dios la bendiga. A usted y al bebé. Ojalá pudiéramos ayudarla…

La chica cortó. Miró a su bebé, dormido bajo la mantita de lana, y acarició su mejilla sonrosada y tibia.

-No dormiré nunca, Santi- le prometió al chico, y unas lágrimas calientes triplicaron su visión y le corrieron mejilla abajo- Nunca. Te protegeré. Lo juro por Dios.

Dice la leyenda que Luisa jamás volvió a dormir. Día tras día, noche tras noche, la chica heroicamente cuidó de su bebé, hasta que éste se hizo mayor y la enfermera nocturna lo dejó en paz. Recién ahí Luisa, convertida en una anciana decrépita pese a que contaba con treinta y dos años, pudo cerrar los ojos y dormir un poco, abrazada fuertemente al niño, y con una lágrima de cansancio, o quizás de alegría, resbalando por sus arrugadas mejillas.


Autor: Mauro Croche

martes, 12 de mayo de 2015

Casa en el árbol - Historias de terror



Era Noche de Brujas y los chicos se contaban historias de terror.
Estaban los cuatro en la casa del árbol que solían utilizar como punto de encuentro. Eran las doce y media de la noche y los haces de las linternas formaban sombras movedizas en los rincones. Los rostros de los chicos, todos ellos pálidos y tensos, flotaban como globos en la oscuridad. Era el turno de Ramiro de contar su historia, y comenzó así:

-No voy a hablar de vampiros, tampoco de hombres lobos ni cementerios abandonados, sino de algo que ocurrió de verdad. Aquí, en esta cuadra. Para ser más precisos, en este mismo árbol.

-Somos todos oídos- dijo Federico, algo burlón.

-Un vecino se colgó de una de las ramas- dijo Ramiro, señalando hacia fuera-. Fue hace mucho. El viejo Jeremía, que vive a la vuelta de mi casa, me contó la historia. Dijo que el tipo se llamaba Martínez, y estaba totalmente loco. Todo el mundo le tenía miedo. Por las noches gritaba y se escuchaban extrañas voces en su casa, aunque el tipo vivía solo. Y los perros. Siempre aparecía un perro muerto en su vereda. Algunos decían que él los envenenaba. Otros, que los utilizaba como sacrificio para el Demonio. Decían que susurraba cosas terribles, y que en una ocasión atacó con un cuchillo a un repartidor de pizzas que pasaba por el lugar. Lo metieron en un hospital psiquiátrico, pero al año salió. Y un mes después lo encontraron colgado de las ramas de este mismo árbol.

-¿Eso es todo?- dijo Agustina, algo decepcionada con la historia.

El otro chico negó con la cabeza, apesadumbrado.

-Hace unos meses, yo andaba en bici por aquí, cuando alcé la mirada y lo vi. Vi a Martínez. Estaba colgado de una rama. Al principio pensé que se trataba de un muñeco que alguien había puesto allí como broma. Pero no era un muñeco, era una aparición. Sus pies aún pataleaban y emitía unos horribles sonidos de ahogamiento. Y luego quedó quieto. Era la hora de la siesta, recuerdo, y no andaba nadie en la calle. Yo corrí y me metí en mi habitación, y no volví a salir el resto de la tarde. Dos días después volví a verlo. Era de noche, y estaba a punto de dormirme cuando escuché un ruido afuera. Me asomé a la ventana: su cabeza, colgada de una soga, se balanceaba mecida por el viento. Y sus ojos… sus ojos estaban fijos en mí. Brillaban en la oscuridad. Cerré la ventana y recé hasta quedar dormido. Al día siguiente, Coli, mi perro, amaneció muerto.

-Oh, por Dios- dijo Agustina, llevándose una mano a la boca.

-Creo que será mejor que pares, ¿vale?- tartamudeó Federico, mirando de reojo a su amigos-. Estás asustando a Agus...

-Mi perro estaba muerto en el jardín- alzó la voz Ramiro, sin poder contenerse-. Duro como una piedra. Lo enterramos en el patio, y cuando miré hacia el árbol, el tipo estaba ahí, colgado y sonriéndome burlón. Esa fue la última vez que lo vi. Por lo menos hasta hoy. Ahora quiero invocarlo. Quiero tenerlo cara a cara, y vengarme por la muerte de mi perro.

-Estás loco- susurró Federico, ya incapaz de disimular el miedo-. ¿Qué rayos piensas hacer?

-Hoy es Noche de Brujas, y la línea que nos separa del mundo de los muertos es más delgada que nunca-dijo Ramiro, sacando una cuchara de su bolsillo-. Esto pertenecía al muerto. Estuve leyendo un libro de magia negra, y sé cómo invocarlo.

-Cállate de una vez, por favor- dijo Agustina, con voz desmayada.

-Te invoco. Yo te invoco, Martínez- dijo Ramiro, colocando la cuchara entre sus manos ahuecadas. De repente sus ojos se pusieron en blanco y su cuerpo comenzó a mecerse de atrás hacia adelante, como sumido en un trance-. Te invoco en nombre de tu Señor, Amo y Morador de las Tinieblas. Deberás responder por la muerte de mi perro, y por todo el daño que has hecho en esta vida.

-¡Cállate de una vez, imbécil! ¡Lo envenené yo!

Por un momento, en la casita del árbol, nadie habló. Lenta, muy lentamente, Ramiro fue recuperando la compostura. Y luego observó a Agustina, con una expresión de dolida incredulidad.

-¿De qué diablos estás hablando, Agus?

-Lo odiaba- dijo la chica-. Odiaba a Coli. Lo siento. Cada vez que pasaba por ahí, tu perro trataba de morderme. Te dije que le pusieras correa, pero tú siempre te burlabas. Y un día no pude más y le arrojé carne envenenada. Por eso tu perro murió. No fue ningún maldito espíritu. ¡Fui yo!

-No puedo creerlo…

Quedaron los cuatro en silencio, sin saber qué decir y evitando cruzar las miradas. Y fue ahí que escucharon el crujido. Un crujido como el de una hamaca balanceándose en la oscuridad. Sólo que no había ninguna hamaca ahí afuera, y los chicos lo sabían. Se miraron entre sí, con los rostros contraídos por el miedo. Y entonces el árbol comenzó a sacudirse con violencia. Las hojas caían de a miles y se escuchaba el ruido seco de las ramas partidas. Se sujetaron de donde pudieron y gritaron hasta quedar roncos. La endeble puerta de la casita se abrió y Agustina fue la primera en caer al vacío. Le siguió Ariel y finalmente Ramiro. Quedó Federico, aferrándose con fuerza a una madera astillada que sobresalía de las paredes. Las sacudidas se hicieron más fuertes y el chico gritó y lloró al mismo tiempo.

-Qué es lo que quieres?- chilló ya sin fuerzas-. ¿Qué es lo que quieres?

Y escuchó una voz, una voz oscura y demoníaca desde profundidades del follaje, que decía:
-Más perros. Más animales. Más sacrificios para nuestro Amo.

-¡Lo haré!- sollozó Federico-. ¡Juro por lo que más quieras que lo haré! Pero por favor, déjame vivir...

El árbol comenzó a inclinarse peligrosamente, y la casita de madera cayó.
Federico fue el único y milagroso superviviente de la tragedia. Los otros tres murieron aplastados por el árbol. “El terrible accidente de la casita del árbol”, titularon los periódicos sensacionalistas.

Cinco días después, la señora Perkins, vecina del barrio, como era costumbre se levantó temprano para barrer el patio. Se detuvo en la verja que daba a la calle y dejó caer la escoba, horrorizada. Sobre la acera, dispuestos en tétrica fila, había docenas de perros, todos inmóviles, todos muertos; sus vísceras estaban al descubierto y brillaban bajo el tibio sol de la mañana.


Autor: Mauro Croche

Bitácora del Capitán Farris - Historias de terror



Lunes, 28 de Agosto de 1848
Zarpamos del puerto de Buenos Aires con viento de popa rumbo a Cabo de Hornos, con el objetivo de llevar cargamento de frutas y algodón al Sur chileno. Las condiciones del mar son óptimas. Tripulación compuesta por 11 hombres: 7 marineros, 1 contramaestre, 1 cocinero, 1 comerciante de apellido Valdivia y el capitán. Fecha prevista de arribo: aproximadamente quince días, si el clima es benévolo.

Miércoles 30
Ya han pasado dos días de estupenda navegación. Sólo un incidente a destacar; hoy a la mañana uno de los marinos encontró un polizón en la bodega. Es negro y no entiende una palabra de español o inglés. Se da la orden de mantenerlo cautivo en cubierta, atado con grilletes. Resto sin novedad.

Jueves 31
Primeros problemas. El negro tiene una enfermedad. Parece peste bubónica, aunque los síntomas no terminan de coincidir del todo. Alta fiebre y delirios. También es muy agresivo, aunque no sabemos si por la enfermedad o por su propia naturaleza. Trató de atacar a un marino, pero yo lo reduje dándole unos cuantos latigazos en la cara. Se decide alojarlo en la bodega, donde no molestará a la tripulación.

Sábado 02 de Septiembre
Hoy el negro ha amanecido muerto. Es asombrosa la rapidez con la que la enfermedad consumió su cuerpo. Cuando lo arrojamos al mar, no debía pesar más de cuarenta kilos. Una costra de espuma verde se había formado alrededor de su boca, realmente muy desagradable. Ahora estamos más tranquilos porque el temor a un contagio ha desaparecido.

Más tarde
Me equivoqué. Uno de los marineros presenta los mismos síntomas.

Domingo 03 de Septiembre
La situación se ha puesto crítica a una velocidad increíble. Tres marineros más contagiados, y el comerciante ha comenzado a sentirse mal. El resto evita cruzarse con ellos, aunque dada la estrechez del barco, es imposible. Algunos me han pedido que arroje los contagiados a la chalupa de emergencia y corte amarras, pero es una locura hacer algo así. ¿Quién puede asegurarme que la enfermedad es letal al cien por ciento? Tal vez el negro murió por otro motivo: por desnutrición, por miedo. O quizás porque era negro. Voy a esperar un día más y luego decidiré qué hacer.

Lunes 04 de Septiembre
Dos muertos. Y tres más contagiados. Maldito negro. La tripulación sana todavía es mayoría, así que aprovecharemos para arrojar a los enfermos al bote, antes de que sea demasiado tarde.

Más tarde
Demasiado tarde

A la noche
Ahora sólo quedamos el cocinero y yo, ambos encerrados en mi cabina. Afuera, en cubierta, todo es un caos. Los contagiados vomitan y caminan como borrachos. Algunos han caído al mar. Y la violencia. Parecen locos de remate. Se golpean, se muerden entre ellos. También me ha parecido vislumbrar algo imposible. El negro. El negro caminando a los tumbos. ¿Cómo puede ser? Estaba muerto cuando lo arrojamos al mar. Tal vez lo imaginé, pero cuando pregunté al cocinero si lo había visto, éste me dijo que sí. Ambos temblamos como velas en una tormenta, esperando que pase la noche. Nos turnaremos para dormir. Si pretenden ingresar a la cabina, tengo una pistola y el viejo arpón para cazar ballenas.

Martes 05 de septiembre
El cocinero también está contagiado. Cuando desperté, estaba gimiendo en un rincón y tenía espuma verde en la boca. Me levanté de un salto, y el cocinero hizo lo mismo. Sus ojos estaban perdidos y llenos de ira. Se arrojó sobre mí, y yo no tuve más remedio que usar el arpón, que era lo que tenía más a mano. La varilla de acero lo atravesó de lado a lado. Al rato su cuerpo muerto comenzó a emitir un olor hediondo, por lo que tuve que arriesgarme a abrir la puerta y sacarlo de la cabina. Afuera, los otros van y vienen como atontados. Es indudable: el negro está entre ellos. Sé que parece una locura, pero ese maldito negro está ahí, caminando como Lázaro al cuarto día. Parece ser el líder y es evidente que los demás le temen. Cada tanto el negro agarra a uno de los infectados y se lo lleva detrás del castillo de popa, donde no puedo ver lo que hacen. ¿Acaso estarán conspirando contra mí? Ahora entiendo por qué siempre odié a los negros. En mis círculos familiares, de corte netamente liberal, siempre criticaron mi postura racista y xenófoba. Quisiera que estuvieran aquí para ver si los negros les siguen pareciendo tan simpáticos. Ahora sólo queda esperar. Aún tengo el control del barco, por lo que intentaré llegar a tierra firme para conseguir ayuda. Según mis cálculos, estamos a dos días de las tierras patagónicas. No es mucho, puedo hacerlo.

Miércoles 06 de Septiembre
Ayer pasé una noche pésima. No voy a llegar a tierra firme. Los infectados se han percatado de mi presencia y ahora tratan de ingresar a la cabina. Son muchos, mi pistola no tiene tantas balas para detenerlos. Además, y por si fuera poco, también veo al cocinero. Golpea el vidrio una y otra vez, y se mantiene en pie pese a que el arpón sigue encajado en su caja torácica. Pero es el negro el que más me preocupa. Los otros parecen muy atontados por la enfermedad (o por lo que fuese que está afectando sus cuerpos), pero el negro no. Su inteligencia es marcada; constantemente mira a través del ojo de buey de mi cabina y parece que me sonríe. Puedo tolerar el contagio, puedo tolerar la muerte, pero lo que no toleraré es que ese negro ponga sus manos sobre mí. Así que esto es lo último que escribo. Pronto los otros romperán la puerta e ingresarán a la cabina, sé que tengo poco tiempo. Apoyo la pistola en mi sien. Adiós.

Jueb 7 de Septiemvre
Es el orror es el horror. Me maté. Sé que me maté. Sentí la bala atravesar mi craneo pero sin embargo ahora estoy bivo, bibo!! Y ahora el nego me sonríe y la baba se le cae y yo no puedo motir, soy como los demas, apenas recuerdo como escrivir, camino, camino y no se por que, pero lo peor llega a la noche, cuando aquel hombre me agarra con sus manos, me lleva a babor y entonces oh por dios... la tortura, el tormento, aquella sonrisa, pareciera como si se alimentara de nuestro dolor. Dejame morir dejame morir dejame morir…


Autor: Mauro Croche
(Nota: este cuento tiene modificaciones del Administrador de Oscuridad Oculta)


La Cola del Diablo - Historias de terror



En el hospital las horas se sucedían muy lentamente, sobre todo en el turno de noche, y las enfermeras tenían la costumbre de contarse historias entre ellas, de todo tipo: divertidas, dramáticas, escalofriantes y de amor. Pero eran las historias de terror las que preferían las novatas. Una vez, una de las enfermeras más viejas, Mercedes, durante una noche contó lo siguiente:

“Hace mucho tiempo, en la década de los setenta, tuvimos como paciente a un anciano de unos ochenta años, el señor Moore, que llegó al hospital con un cuadro agudo de peritonitis. Lo operaron de urgencia y en esa misma operación descubrieron que sus tripas estaban carcomidas por el cáncer. Los doctores cerraron la herida y luego lo pusieron en la sala del pabellón tres, donde generalmente van a parar los pacientes que ya no tienen más remedio.

Nadie quería atender al señor Moore. Las drogas y el dolor lo habían vuelto loco. Era muy agresivo y mordió en varias ocasiones a las enfermeras más distraídas. Lo ataron a la cama, pero aún así trataba de mordernos si nos acercábamos demasiado. Sus dientes castañeaban en el aire y aún recuerdo ese ruido escalofriante que hacían al chocar entre sí: “tic tic tic tic”.

Una noche, escuché el timbre de uno de los pacientes y al ver el tablero me di cuenta que se trataba de la habitación de Moore. Como yo era la más nueva generalmente me mandaban a mí, por lo que no tuve más remedio que ir a ver qué pasaba. Pero cuando llegué a la habitación me encontré con una sorpresa. La cama de Moore estaba vacía, y había sangre en el centro de las sábanas. Mucha sangre. El paciente que compartía la habitación con él era quien había apretado el timbre, para alertarnos. Salí de la habitación para buscarlo, y de repente me sentí embargada por un terror inexplicable, que me sacudió de pies a cabeza. Ustedes saben que el pabellón tres es un lugar de por sí tétrico, la gente muere ahí todos los días, se escuchan lamentos, llantos, gemidos. Los pasillos siempre están mal iluminados y huele muy mal, aunque una termina por acostumbrarse. Miré hacia abajo y vi que un rastro de sangre se dirigía hacia los ascensores. Lo seguí con la mirada y al llegar al extremo del pasillo, donde hay una curva, vi que algo se arrastraba sobre el suelo. Parecía una serpiente, al principio pensé que lo era, pero luego, con horror, me di cuenta que se trataban de las tripas del señor Moore.

Se le había abierto la herida y arrastraba las tripas como una horrible cola de unos diez metros de longitud. Se tambaleaba en dirección a la puerta abierta del ascensor, con aquella asquerosidad siguiéndolo. Corrí hacia él y resbalé con la sangre del piso. Creo que fue una suerte, porque cuando el señor Moore se metió al ascensor se dio vuelta y me sonrió. Fue la sonrisa más maligna y demencial que vi en mi vida. Sus ojos estaban negros por el dolor o la locura. Apretó el botón de la planta baja, y las puertas del ascensor se cerraron. Y gran parte de sus tripas había quedado afuera.

No necesito decirles lo que ocurrió cuando el ascensor bajó, tampoco quiero hacerlo, porque fue repugnante y estremecedor. Incluso los médicos más experimentados vomitaban al ver el interior del ascensor. Pero el horror no terminó allí. Al cabo de una semana de haber muerto el señor Moore, una enfermera dijo haber visto a un anciano caminando por el pasillo del pabellón tres, con las tripas siguiéndolo como un rabo. La enfermera renunció algunos días después, y el mito del fantasma del señor Moore quedó, aunque nadie volvió a verlo”.

Apenas la enfermera Mercedes terminó de contar esto, una de las novatas señaló con cara de espanto hacia el pasillo. Allí, a través de la puerta entreabierta, podía verse un intestino largo y ensangrentado, que con lentitud de gusano se arrastraba sobre el suelo en dirección a los ascensores.


Autor: Mauro Croche

Los tulpas o servidores - Artículos





Crear cosas con la mente: Tulpas y Servidores

La idea según la cual el espíritu es superior a la materia y distinto de ella aparece en numerosas civilizaciones. Los religiosos tibetanos creen en la existencia de un principio espiritual capaz de crear formas mentales visibles para todos llamadas Tulpas.


Hasta muy avanzado el siglo XX, el Tibet y en particular su capital Lhasa o Lhassa, permanecieron prohibidos para los extranjeros. Por eso mismo, son escasos los viajeros que lograron entrar y beneficiarse con las enseñanzas de los religiosos tibetanos, los Lamas. Alexandra David-Neel estuvo entre estos privilegiados y fue testigo de extraños fenómenos.

El Universo: una creación mental?

Después de una larga estancia en los contrafuertes de los Himalayas, en junio de 1912 esta súbdita francesa de 44 años alcanza las "Tierras Altas" o Tibet propiamente dicho. Anota sus recuerdos de este viaje y de los siguientes en numerosos escritos como su Viaje de una Parisina a Lhasa, publicado en 1927. Numerosos pasajes del libro están consagrados a un fenómeno extraordinario que los tibetanos conocen y bautizan con el nombre de Tulpa. La Tulpa es, para los tibetanos, la proyección material de una forma concebida por el espíritu. En otras palabras, es un fantasma, si así se quiere calificar, creado por un monje o un iniciado al término de una larga meditación. Puede tomar la forma, indistintamente, de un animal, de un paisaje, de un objeto o de un ser humano. No es una simple visión, sino un fenómeno dotado de consistencia física, capaz de emitir olores y sonidos entre otras cosas.

Según escribe Alexandra David-Neel en su obra Místicos y Magos del Tibet (1929): "el olor de una rosa fantasmal llegará muy lejos; una casa fantasma será capaz de recibir viajeros de carne y hueso,..." Los lamas tibetanos explican la creación de las Tulpas de la siguiente manera. Según su concepción del Mundo, el Universo que nos rodea es una simple visión mental y, por tanto, no hay ningún fenómeno que no exista si no es concebido por el espíritu humano, lo que nos lleva curiosamente al pensamiento de Descartes: "pienso, luego existo." El objetivo de la iniciación religiosa es, entonces, aumentar la capacidad de concepción del espíritu humano, su aptitud de hacer pasar desde el orden potencial, del vacío físico, al orden de lo tangible, o fenomenológico, el mayor número de realidades posibles.

Aumentar el potencial de producción mental es, por lo tanto, el núcleo de la enseñanza religiosa tibetana. Los ejercicios que constituyen la formación de un joven monje tibetano se basan en el dominio de la respiración -que le permite alcanzar la serenidad del espíritu-, y una práctica intensa de la meditación. Ésta se apoya en el kylkhor, diagrama diseñado sobre una tela, escrito sobre un papel o grabado en una piedra. Algunos kylkhor, más elaborados que otros, representan verdaderos mundos en miniatura. En el centro se encuentra un personaje, a menudo divinidad tutelar, llamado yidam. A medida que va progresando, el joven monje logra dar vida a su kylkhor, o sea, hacer que las escenas allí dibujadas y sobre las cuales aplica su meditación, se vuelvan realidad y evolucionen, adquieran movimiento y vida propia. El alumno logra, al finalizar la iniciación, comprender que todo fenómeno en este mundo no es más que un espejismo que surge de la imaginación. De este modo logra dominar sus temores y sus sensaciones. Se considera que un lama que alcanza este estado puede, de esta manera, resistir al frío hasta el punto de sobrevivir una noche desnudo en la nieve, ya que el sentimiento de calor o de frío desaparece, en efecto, como lo que es: una ilusión del espíritu que él combate con otra ilusión, estimulando con su voluntad el calor interno de su cuerpo. El espíritu, por tanto, nada tiene que temer a la materia, ya que la controla completamente y puede burlarse de ella, actuando en consecuencia. La proyección de tulpas está inserta en esta lógica.

Creación de Tulpas

Las sesiones durante las cuales nacen las tulpas no tienen punto de comparación con las del espiritismo occidental, ya que pueden realizarse a pleno sol y no tienen ninguna necesidad de la presencia de un médium en trance. Alexandra David-Neel cuenta que fue testigo de la creación de estas formas mentales. En una de esas ocasiones, vio aparecer el doble exacto del hombre que realizaba el experimento y pudo incluso tocarlo. La forma que se originó tenía, sin embargo, poca consistencia y se desvaneció poco a poco. En otra ocasión, vio aparecer el doble de un lama que ella conocía y que se encontraba entonces a unos kilómetros de ahí. Ella misma se preocupó en verificar la posibilidad de lograr este tipo de creación. Después de algunos meses de intensa concentración, logró hacer aparecer un orondo monje tibetano que, según su relato, también fue visto por testigos presenciales; pero su espíritu poco experimentado, le hizo perder el control de su creación, por lo que su aspecto se fue modificando hasta llegar a ser en extremo inquietante. Con gran esfuerzo, Alexandra logró desmaterializar su creación y hacerla desaparecer para siempre. Pero, según dicen los monjes tibetanos, a veces sucede que la aparición sigue existiendo por sí misma y lleva una vida independiente de su creador...

Alucinación o Realidad?

Lo primero que viene a la mente de los occidentales es que la forma física llamada Tulpa, es el producto de una simple alucinación. Pero habría que creer que esta alucinación es colectiva, puesto que, en muchos casos, la tulpa es vista no tan solo por quien la origina sino también por los que lo rodean. En el mismo mundo tibetano se interpreta la tulpa de distinta manera. Para algunos lamas es una forma física cuya existencia es incontestable, lo que significa que el espíritu es capaz de suscitar cualquier forma física que se proponga. Para otros, sin embargo, el pensamiento de quien lo ha creado se impone sobre los otros y logra hacerles ver lo que él mismo percibe, en cuyo caso la creación de una tulpa es más bien el efecto de una poderosa sugestión.

Servidores

No hay nada que traiga más satisfacción al iniciado que el poder observar los resultados de algún ritual mágico tomando lugar en la realidad local personal. Si ya has tenido la oportunidad de experimentar con sigilos mágicos como herramientas para cambiar tu realidad, entonces a lo mejor ya es hora de que aprendas el arte de la evocación. A diferencia de la invocación, lo cual es la habilidad de ser poseído por un arquetipo, la evocación trata de manipular la realidad por medio del control de entidades extracorporales (recalcando el término „extracorporales‟, pues lo menos que uno quisiera desear es sentir la posesión de una de estas entidades). Las evocaciones de entidades se pueden dividir en tres distintos grupos: las evocaciones que ocurren espontáneamente, en donde el iniciado realiza la presencia de una entidad independiente; las evocaciones clásicas de entidades establecidas, cuya información pueden ser encontradas en grimorios y otros libros con referencias a prácticas sobre estas entidades (por ejemplo, La Goetia y el Lemegeton); y las evocaciones de entidades creadas por uno mismo, mejor conocidas en la literatura del ocultismo como servidores. Aunque los tres distintos tipos de evocaciones son muy interesantes, este artículo se concentrará sólo en la fabricación del servidor personal.

Creación de entes servidores ( elementales o tulpas  )Un servidor no es nada más que una extensión del psyche personal de uno. Es una creación mental la cual tiene un propósito de existencia. A diferencia de los sigilos, los cuales son sencillos y monofacéticos, el servidor tiene una inteligencia limitada, la cual le proporciona una cantidad de albedrío propio para poder tomar decisiones. Es como un sigilo sostenido indefinidamente, el cual puede ser reactivado una y otra vez, y cuyas características le proporcionan bastante flexibilidad dentro del dominio mágico. Es una herramienta básica a la disposición del mago en su búsqueda por el entendimiento de esta realidad ilusoria nuestra. 


Para fabricar un servidor se necesitan tres ingredientes básicos: propósito, creatividad, y poder de visualización. Sin propósito no se puede crear un servidor, pues es el propósito en sí lo que le proporciona a esta entidad su razón de existencia. Si no tienes un propósito no pierdas el tiempo en crear un servidor.

La creatividad artística es lo que le va a dar vida a esta creación mágica. Por medio de la creatividad el iniciado puede definir todas las características que determinarán cada detalle de la existencia de esta entidad. ¿Tendrá rasgos humanos o de animal, o será un híbrido? ¿Será un ángel o un demonio? ¿Tendrá alas o múltiples ojos? ¿Estará repleto de odio, de compasión, de amor, o de objetiva indiferencia? ¿Trabajará a todas horas del día, o sólo la séptima hora del séptimo día de la séptima luna llena del año? Tu imaginación impone el límite.

El poder de visualización es la materia etérica en donde la entidad va a encontrar forma. Podrá ser la arcilla de alfarero, el papel o en el lienzo conceptual de la mente en donde la entidad tomará vida, ya sea como Adán en el barro del Edén, o como el monstruo del Dr. Frankestein en el cadáver inerte sobre la mesa del laboratorio. El poder de visualización le dará forma a tu creación en un lugar dentro de tu mente en donde la imaginación es tan real como la realidad misma que en este instante te rodea.

Creación de Elementales Artificiales

A continuación expongo el post tal cual fue creado en Ekiria (foro especializado en mágia):

HECHIZO (OPERACIÓN MÁGICA): Creación de un sirviente elemental.
TIPO DE PRACTICANTE-OPERADOR: Alquimista/Mago
TIPO DE ELEMENTAL ARTIFICIAL: Forma de pensamiento animada artificialmente.
ESFERA DE INFLUENCIA: Plano Mental (con poder para influir efectivamente también sobre los planos de vibración más baja--astral y físico) 

PROPÓSITO: Crear un sirviente elemental para desarrollar una tarea en específico durante el tiempo que el Mago le asigne.
HIPÓTESIS: Partiendo de la materia etérica, y moldeándola vía la materia mental, una forma de pensamiento es creada y dotada de animación semiautónoma/autónoma.
OBJETIVO: Esta forma de vida elemental realizará una tarea determinada durante un lapso de tiempo x, impuesto por el practicante.
ENFOQUE: Deductivo. Partiendo de la vibración superior para influir--implícitamente, hasta cierto punto--sobre las inferiores.
APROXIMACIÓN AL MÉTODO: Materializar el Espíritu (coagula)
MÉTODO: Intención, Atención, Concentración, Emanación, Especulación, Proyección.

PROCEDIMIENTO:
1.-Intención: El practicante deberá enfocarse y reunir la totalidad de sus energías en sí mismo, mientras piensa en el propósito que tendrá su práctica y fija en su mente el objetivo, los pasos del método y el resultado que tendrá la operación una vez que ésta esté terminada.

2.-Atención. El practicante deberá dirigir la totalidad de su conciencia, partiendo de sí mismo, hacia el entorno que le rodea, hasta que la sinergia entre su propia individualidad y la totalidad de la realidad objetiva sea casi perfecta. Esto se logrará cuando el practicante pueda sentir con seguridad y convicción que lo que le rodea es una extensión de su propia individualidad. Esto, más que como un estado mental, debe darse como resultado de una expansión auténtica de la conciencia.

3.-Concentración. Una vez logrado lo anterior, el practicante imaginará un océano infinito de luz (Éter universal) que le rodea en todas direcciones e incluso lo envuelve a él en totalidad. Posteriormente, procede a concentrar una parte de esta luz frente a él hasta formar una bola luminosa que aparezca como un sol radiante en miniatura.

4.-Emanación. Sin retirar de su conciencia la imagen de la bola de luz, en este punto el practicante concentrará la energía esencial de determinado elemento que desee (sea éste fuego, aire, agua o tierra) y luego la dirigirá a la bola, con el objetivo de calificar la energía de ésta con el elemento seleccionado, hasta que la esencia elemental permee del todo la bola de luz. Para concentrar la esencia elemental, el practicante debe evocar las características del elemento partiendo de sí mismo (por ejemplo: si es la esencia del fuego la que desea evocar, puede hacerlo imaginando un mar inmenso de lava o de llamas a su alrededor; sentir el calor, percibir la fuerza de voluntad que el elemento le concede, etc.) y luego, mediante la imaginación, vislumbrar cómo, con un sutil arrebato de la voluntad, esta esencia en forma de energía, que adopta una forma de luz fluídica (en el caso del fuego, sería de color rojo brillante e incandescente) es dirigida hacia la bola de luz pura, hasta que esta luz primigenia se una completamente a la nueva energía radiante, adquiriendo sus matices y características esenciales.

5.-Especulación. Cuando el sol en miniatura haya alcanzado entre 12 y 20 pulgadas de tamaño, se procede a impregnarlo con las cualidades que el practicante desea darle al elemental. Si el practicante siguió el paso anterior, es obvio que las cualidades que están asociadas con el elemento en cuestión son las únicas de las cuales se le puede dotar al elemental. Pero si el practicante sólo dejó la "bola de luz" como una concentración de Éter, entonces puede proceder para dotar al elemental de las características que desee que posea, y que sean acordes con el objetivo que el mago persigue. Por ejemplo, si el elemental es creado con el objetivo de proteger a alguien o a su mismo creador, se le dotará de las cualidades de valor, protección, defensa, estrategia, etc. Así, según el fin que se persigue con su creación, el mago dotará a la criatura de las competencias necesarias para completar ese fin. Y esto se logra evocando las cualidades de la misma forma en que el practicante lo hizo en el paso anterior, sólo que esta vez las cualidades las extraerá directamente de sí mismo, y hará que el elemental las asimile con el simple hecho de querer que así sea y enfocar su voluntad de que así sea, con la firme convicción de que lo que piensa, será.

Ahora, si el practicante lo desea así, aquí puede proceder a darle forma al elemental. Si a éste se le asoció con un elemento en específico, la forma que deberá asumir deberá ser una que sea acorde con el elemento en cuestión. Por ejemplo: un elemental de fuego podría verse como una salamadra elemental natural o como un dragón rojo dorado en miniatura. Así, lo único que hay que hacer aquí es moldear la bola de luz hasta que adopte la forma que el practicante desee darle. Pero, para mayor seguridad, se procede así (evitando el hacer tanto esfuerzo en sostener la imagen de la bola por tanto tiempo): El practicante deberá haber imaginado y construído con todo detalle la forma mental en su interior, como un cuadro mental completo. Una vez hecho esto, sí puede proceder a proyectar ese cuadro mental para que influya sobre la bola de luz, y que ésta adquiera la forma deseada. Así no habrá errores, y el esfuerzo será mucho menor, así como el gasto energético.

6.-Proyección. Tan pronto como el elemental esté del todo formado y cuente con todas las características deseadas, se le da un nombre que sea acorde con todo aquello que representa en esencia, o que esté de acuerdo y sea afín a las energías de las que es portador. Y por último, se fija el lapso de tiempo en que el elemental estará en actividad. Por ejemplo, dirigiéndose a un elemental creado con el fin de proteger a alguien durante la proyección astral, se le dirá: "Shadowalker. Trabajarás en la esfera astral, protegiendo a la persona N de todo peligro, hasta que el/la haya logrado la facultad de viajar astralmente sin ningún problema, y esta facultad sea tan natural como un hábito."

Entonces, habiendo fijado el tiempo de "muerte" del elemental en el mismo momento de creación, se siguen las leyes cósmicas, y esto en nada alterará a la Armonía, por lo cual este paso es muy importante. Una vez que la orden y las instrucciones de la tarea que debe cumplir le son dadas al elemental, se le debe ordenar que una vez que haya cumplido con su objetivo, se disuelva y regrese al océano de luz pura, indiferenciada y sin calificar de la cual emergió en un principio, puro y libre del influjo, matiz o tono de alguna conciencia.

OBSERVACIONES:

-Para que el elemental alcance una mayor esfera de expansión cada día en el cumplimiento de su tarea y objetivo, se le debe recargar, lo que se logra llamándole mediante el nombre que se le dio, para que regrese de la esfera mental o astral de la persona en cuestión a la que le fue enviado. Entonces, sólo se le recarga con una nueva acumulación de luz alrededor de su forma, y luego se le manda de regreso a seguir cumpliendo con su objetivo.

-Una vez que ha sido creado, sólo se le debe prestar atención al elemental si uno quiere servirse de él como un vehículo para transportar su conciencia a otra parte...Si este no es el caso, se le debe retirar toda atención para evitar que tenga interferencias en la realización de la tarea que le fue encomendada. Así su trabajo será mucho más efectivo.

lunes, 11 de mayo de 2015

El origen de los monstruos bajo la cama - Artículos



Si bien existen muchos sitios donde podríamos ubicar a nuestros propios monstruos, hay uno que se destaca, por hábito o logística.

La idea, que rápidamente se vuelve certeza en la mente infantil, de que hay algo horrible debajo de la cama, es un miedo que todos hemos experimentado; en algunos casos con ligeras discrepancias, por ejemplo, desplazando ese "algo" a un rincón de la habitación o dentro de un armario.

Vistos en retrospectiva, estos miedos parecen absolutamente irracionales, sin embargo, no lo son; y para enfrentarse a ellos, o a para ayudar a un niño a enfrentarlos, se requiere una enorme dosis de sensibilidad y paciencia.

Los seres humanos somos criaturas que encontramos seguridad en los hábitos, algo que en la infancia se vueve imprescindible para el desarrollo. Todo lo que perturbe o altere los sonidos y objetos habituales del reducido universo de la infancia puede precipitar al niño a un estado de pánico.

De nada sirve la lógica de los padres para tranquilizar estos brotes de miedo. No importa cuántas veces se enciendan las luces del cuarto, cuántas veces se le enseñe que no hay nada debajo de la cama, apenas retorne la oscuridad el niño SABRÁ que algo lo acecha sigilosamente.

¿Por qué?

La razón es muy simple, aunque pocas personas se tomen el trabajo de entenderlo desde el punto de vista de los más pequeños.

Los niños conocen perfectamente su entorno, pero no comprenden exáctamente lo que ocurre allí. En este contexto, la última frontera de la infancia es la oscuridad.

La única experiencia que los más pequeños tienen con respecto a la oscuridad es, a lo sumo, alguna expedición al baño en horas de la noche o los lánguidos minutos que se suceden justo antes de dormir.

El resto, es decir, LO QUE OCURRE EN LA OSCURIDAD es para ellos un verdadero misterio.

¿Y por qué no habría de serlo?

Los objetos se modifican en la oscuridad. Los muñecos con los que jugaba durante el día pueden tornarse aterradores, con fijos y brillantes ojos que perforan las sombras; los sonidos ya no pueden ubicarse con facilidad ni asignárseles un origen claro y reconfortante.

En cierta forma, para la mente infantil la oscuridad es una zona de vacío.

Y solo hay una cosa que puede hacerse con el vacío.

Llenarlo.

De este modo el universo de la infancia se puebla con criaturas y seres espeluznantes que aguardan la oscuridad para manifestarse.

Los casi imperceptibles chasquidos de la madera que se dilata en la noche suenan como uñas autónomas que rascan insistentemente; entes que se arrastran, mudos y sonrientes; el viento que se demora en las ventanas o silba bajo los umbrales trae promesas de un horror vago, incierto, pero con un destinatario ya predestinado por la deshonesta incomprensión de los adultos.

El miedo es algo que debemos respetar, pero aún más a quienes deben enfrentarlo todas las noches antes de dormir.


Escrito por (Aelfwine) Sebastián Beringheli para el "Espejo Gótico".

Selfie (Corto) - Videos de terror



Una chica se queda hasta altas horas de la noche mirando una película de terror en su casa. La televisión no logra entretenerla por lo que comienza a aburrirse y se pone a jugar con su teléfono móvil. Lo que verá a continuación le hará llevarse el peor susto de su vida.



viernes, 1 de mayo de 2015

"Children" un cortometraje perturbador - Videos de terror



"Children" es un corto realizado por Takuya Okada que nos muestra a un pobre niño inmerso en un sistema imperante donde todos parecen sujetos insensibles que se acomodan a una rutina aburrida y monótona, como si fueran simples marionetas que no pueden escapar ni revelarse de la sociedad. En medio de este entorno el protagonista del film comienza a dar indicios de cambios.



The Passenger (Corto) - Videos



Un tímido personaje espera rutinariamente el autobús en una noche de tormenta. Cuando entra en el vehículo y descubre lo que le espera a bordo se da cuenta que hubiera preferido quedarse bajo la lluvia.

The Passenger por trueStories



Behind Closed Doors (Corto) - Videos de terror



Gregory es un niño que vive aterrorizado en su hogar, no solo por el ambiente de violencia que hay en él, sino también por la criatura que cree que habita en su armario.
La situación de maltrato en la que viven tanto él como su madre, provocará que el monstruo del armario despierte para nunca jamas volver a ocultarse.

subtitulado al español


Para los que entiendan inglés (mejor calidad de video)


 
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