jueves, 31 de diciembre de 2015

Grobnik, el vampiro que ronda los cementerios - Articulos y Leyendas de terror



En el distrito de Struga, Bulgaria, habita uno de los vampiros más despreciables del folklore: Grobnik; cuyo nombre significa, literalmente: «de la tumba».

Se dice que alguien se convierte en Grobnik luego de morir estrangulado, sin embargo, otros señalan causas aún peores, como la fascinación mórbida de ciertas personas por lo pútrido, lo corrupto.

Cuando muere alguno de estos individuos con esa rara preferencia por la descomposición, su espíritu se rehúsa a abandonar el cadáver. Durante nueve días lucha tenazmente por accionar sus músculos y articulaciones, recuperando al fin cierta motricidad dificultosa que apenas le permite salir de su ataúd.

Aquellos sepultureros que han tenido la mala fortuna de verlo sostienen que el Grobnik se asemeja a un muñeco articulado por hilos invisibles, sacudido por espasmos y temblores repentinos.

A lo largo de unos cuarenta días posteriores a su entierro, el Grobnik finalmente se aventura por los terrenos del cementerio, vagando entre las tumbas y recolectando aquellos roedores y pequeños insectos que a su vez se alimentan de la carne de los muertos.

Durante este período el Grobnik evita cualquier tipo de contacto con los humanos, ya que se encuentra en un estado realmente vulnerable. Incluso su sombra, dicen, una silueta negruzca salpicada de chispas azules, puede llegar a absorberlo si ésta crece demasiado bajo luz incierta de la luna.

Al finalizar este período el Grobnik adquiere completa posesión de sus facultades, entre ellas, una fuerza sobrenatural. Su carne, hasta entonces pútrida y licuefacta, adquiere una consistencia impenetrable; recién entonces se atreve a cazar presas de mayor envergadura, como perros, gatos, aves y niños.

Esta dieta diabólica pronto es reemplazada por otra, igual de repugnante pero menos costosa. El Grobnik desarrolla entonces el deseo inaplazable de comer la carne de los muertos. Aguarda la llegada de la noche en su oscura madriguera, entonces emerge como una vaga silueta inarticulada y se dispone a desenterrar con sus propias manos a los cadáveres más frescos.

El Grobnik muestra cierta predilección macabra por los cadáveres de mujeres jóvenes, sobre los cuales practica toda clase de caricias blasfemas, que en general van acompañadas por gritos inhumanos, preludio de un festín que puede prolongarse hasta las últimas horas de la noche.

Los enterradores búlgaros suelen dejar al Grobnik en paz y rara vez se involucran en sus asuntos, ya que éste nunca ataca a las personas adultas, salvo que estén probadamente muertas, debido a que su vista suele traicionarlo al aumentar el volumen de los objetos que lo rodean.

En su mundo, los escarabajos y las cucarachas que se ceban en la putrefacción poseen dimensiones descomunales.

En las adyacencias de los cementerios de Bulgaria suelen venderse unos talismanes mágicos que, según se dice, mantienen al Grobnik fuera de la órbita de una tumba determinada. Desde luego, también puede ser reducido con relativa facilidad. Una vez atrapado, el Grobnik es quemado con madera de fresno y sus cenizas son desperdigadas a los cuatro vientos, en ciertos casos, incluso inhaladas por hechiceros excesivamente escrupulosos.


FUENTE: elespejogotico.blogspot.com.ar


miércoles, 30 de diciembre de 2015

El niño del tarro - Historias de terror



Se cuenta que en el domicilio ubicado en la calle Galeana 1976, cerca de lo que es hoy el puente sobre la avenida del ayuntamiento, vivía un matrimonio con su pequeño hijo.

Hubo un tiempo en el cual el pequeño se mostraba sumamente nervioso y preguntaba a sus padres -¿Quién juega y llora en la azotea todas las noches?-, los padres no le daban importancia alguna, y decían: -ha de ser un gato ¡duérmete!-.

El pobre niño despertaba a media noche, asustado, porque sobre el techo de su cama se escuchaban gemidos, y el sonido de una lata rodando continuamente de un lado a otro. Llamaba a sus padres, pero estos desde su habitación le ordenaban volver a acostarse. Incluso intentaba dormir con ellos, pero también se lo impedían.

En una de tantas ocasiones, el matrimonio fue despertado a mitad de la noche por un grito de terror proveniente de la habitación del niño. Corrieron a su cuarto pero no pudieron encontrarlo por ningún lado. Dieron aviso a las autoridades y al día siguiente, luego de una larga jornada de búsqueda, ven un tarro atado con un lazo colgar de la azotea.

Con algo de enojo el hombre sube a la terraza, y ve otro recipiente tirado sobre el techo de la recamara de su pequeño, al acercarse ve a su hijo en un rincón, sentado en cuclillas, abrazando sus piernas, con el cuerpo totalmente arañado y su rostro mostrando un gesto de infinito terror… lamentablemente ¡sin vida!.

El matrimonio se muda inmediatamente de la propiedad.

Ya en su nuevo hogar, días después son despertados a media a noche por el sonido de una lata rodando en la azotea, y parado allí frente a su cama, vieron a su hijo que les dijo: -Me asusta el ruido de allá arriba-.

Luego de aquel incidente no lo volvieron a ver, pero cada año en el aniversario de su muerte, se escucha el ruido de un tarro y el llanto desconsolado del niño.

martes, 29 de diciembre de 2015

Leyenda de la mujer fantasma de la Av. Lázaro - Historias y leyendas de terror



La Avenida Lázaro Cárdenas, es una vialidad muy importante de Guadalajara, Jalisco. Conecta con el poblado de Chápala, y es muy conocida por la gran cantidad de accidentes que suceden en ella. Se puede contar al menos uno diario, algunos demasiado fuertes con consecuencias mortales. Se identifica la causa como a una mujer que se aparece misteriosamente en medio del camino, distrayendo a los conductores. Cuando estos intentan esquivarla sufren fatales percances. Otros tantos aseguran haberla atropellado.

Los testigos afirman que es una presencia del más allá, la cual aparece a altas horas de la noche, en medio de la oscuridad, cruzándose frente a los autos produciendo accidentes a diestra y siniestra.

Es bien sabido que los lugares donde suceden muertes trágicas conservan las energías de las personas que fallecieron ahí, algunas quedan tan impregnadas, que permanecen vagando por tiempo indefinido, repitiendo su mortal desenlace una y otra vez.

Según declaraciones hechas por los accidentados sienten que la atropellan, incluso que la despedazan con sus autos, pero cuando los servicios de emergencia buscan a la persona herida, no pueden si quiera encontrar rastros de alguien en los alrededores, incluso extendiendo su búsqueda más allá de lo previsto. Por lo cual después de tantos incidentes, han llegado a tomarlo como algo común, sin sorprenderse al escuchar la misma historia incontables veces.

Una de las teorías y rumores que más se menciona dice que al parecer tal lugar fue un paradero de camiones de carga, donde los choferes de las unidades paraban a descansar, comer y en ocasiones contratar los servicios de mujeres de la vida galante. Se cree que una de ellas fue estrangulada o asesinada, y ahora sedienta de venganza, cruza frente a los automóviles causando accidentes.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Las puertas del infierno - Historias de terror



Pasaban apenas las doce de la noche cuando un estruendo cimbró el lecho donde descansaban los cinco miembros de aquella familia, pero no se inmutaron, estaban muy acostumbrados a los desmanes del viento que noche tras noche azotaba su hogar, causando una ola de extraños e interminables sonidos.

No se movieron aun cuando puertas y ventanas comenzaron a golpearse fuertemente contra los muros, dando paso a un silbido frio que calaba hasta los huesos. Poco les inquietó también el crujir de paredes y techos, los cuales anunciaban un terrible acontecimiento de tal magnitud, que hasta una construcción inanimada como una casa pudo sentirlo y empezó a temblar. Era el miedo en si inundando el ambiente…

El edificio trató de advertirles, despedía polvo y tronaba como si quisiera desprender sus cimientos e irse lejos. Pero sus esfuerzos eran inútiles, la familia seguía durmiendo despreocupadamente, ignorando por completo el olor a azufre que emanaba de todos lados.

Minutos más tarde, por obra de aquello que está más allá de nuestro entendimiento, los chirridos de ciertos materiales al quemarse se asemejaron a quejidos, el lamento de aquella casa que se rehusaba a morir sin haber vivido.

Cuando los vecinos acudieron a prestar auxilio, era muy tarde, las llamas ardían con furia y todos lloraban con desesperación, ante aquellos terribles alaridos que transmitían la agonía de una terrible muerte llena de sufrimiento.

Según los testigos la tierra se abrió y la casa envuelta en fuego fue tragada mientras una figura con cuernos bailaba alegremente entre las llamas, así fue como aquella noche supieron y de la peor forma que vivían sobre las puertas del infierno y el mismísimo Diablo en persona se tomaba la molestia de abrir la entrada, para llevarse consigo a cinco buenas personas mientras dormían.

Ahora cada vez que una casa cruje, rechina o un frío extraño aparece sin razón en el ambiente, las personas que merodean por aquel pueblo siniestro saben que no es culpa del viento y tiemblan de miedo, pensando que pueden ser los siguientes en atravesar las puertas del infierno cuando por fin el Diablo las abra de nuevo.



Fuente: leyendadeterror.com


jueves, 10 de diciembre de 2015

El fantasma de Cheltenham - Historias y leyendas de terror



La acción se sitúa en una pequeña localidad inglesa, Cheltenham, en el año 1882. El capitán Frederick William Despard, recién retirado, se acababa de instalar con su familia en una hermosa casa en la calle Pittville Circus Road. Vivían con él su segunda esposa, Harriet Ann, y sus cinco hijos con edades comprendidas entre los 19 y los 9 años.

Una calurosa noche del mes de junio, cuando apenas llevaban tres meses instalados en su nueva casa, Rosina Clara, la hija mayor, escuchó unos pasos cerca de de la entrada de su dormitorio cuando se desvestía para acostarse. Creyendo que era su madre, abrió la puerta, pero no había nadie en el pasillo. Miró a lo largo del mismo y vio, en el rellano de la escalera, la silueta de una mujer enlutada. Parecía que enjugaba sus lágrimas con un pañuelo.

A los pocos segundos, la visión bajó las escaleras, desapareciendo en el piso inferior. la joven reaccionó cuando la figura ya se había marchado; pero eso carecía de importancia, puesto que a partir de esa noche, el supuesto fantasma entró a formar parte de la vida de la familia Despard y Rosina decidió ser la cronista de todas y cada una de las manifestaciones paranormales que se sucedieron en la casa. Gracias a ella, el caso ha pasado a la historia como uno de los mejor y más documentados de la historia de la parapsicología.

Hasta el año 1884, el fantasma enlutado se apareció de forma muy esporádica ante Rosina. Curiosamente, la joven, no contó a casi nadie lo que sucedía, tal vez pensó que no le creerían si no contaba con más testigos de las apariciones. Sólo habló del fantasma a unos pocos amigos de su entera confianza. Pero hubo más atestiguantes: Una de las hermanas de Rosina vio a la mujer descendiendo por las escaleras principales de la casa, pero pensó que sería alguna visita de sus padres. También una doncella divisó a la mujer pero ella, menos confiada que la joven Despard, alarmó a toda la casa convencida de que había visto a una intrusa la cual entró a hurtadillas para robar. Se registró la casa, pero no encontraron a nadie.

El otro testigo fue el hermano pequeño de Rosina que desde el jardín, mientras jugaba con un amiguito, vio claramente a una mujer vestida de negro, llorando desconsoladamente en una sala de la casa junto a una ventana. Cuando entró para ver quién era y qué le sucedía, la mujer ya no estaba.

A partir del verano de 1884 el fantasma entró en una fase de hiperactividad; sus paseos nocturnos se multiplicaron y Rosina, en una ocasión, conmovida por la tristeza que veía en ella, trató de hablar con el fantasma, pero la figura desapareció instantáneamente. Fue entonces cuando decidió contar a su padre lo que estaba sucediendo.

Las apariciones se hicieron más frecuentes y empezaron a ir acompañadas de toda la fenomenología que rodea a este tipo de eventos paranormales: bajadas bruscas de temperatura, ruidos de origen inexplicable,… Cada vez eran más los testigos de aquellas apariciones, puesto que el espectro se iba desinhibiendo más y más; como si hubiera ganando confianza y ya no le molestara la presencia de los vivos. Sin duda Rosina y su padre fueron los que más entraron en contacto con la manifestación de aquella mujer. Incluso, según anotó Rosina, en varias ocasiones solo ellos o muy pocas personas podían ver al fantasma.

La joven fue anotando durante todos esos años cada una de las apariciones fantasmales inexplicables de una forma rigurosa. Investigó la historia del pueblo y de la casa, intentando poner nombre al fantasma y, aunque no pudo corroborarlo, la candidata número uno pasó a ser una tal Imogen Swinhoe, que había sido la amante del inquilino que ocupó la propiedad antes que los Despard.

Según pudo averiguar, Imogen, tras una terrible disputa entre los amantes, había sido expulsada de la vivienda y muerta en la indigencia poco tiempo después, en el año 1878, es decir, que se trataría de un fantasma muy reciente, en el caso de que se tratara realmente de Imogen, claro está.

El padre de Rosina, lejos de sentirse impresionado por las investigaciones de su hija, solo tenía un único deseo: expulsar a la figura errante, así que solicitó que se hiciera un exorcismo a la casa para librarse definitivamente de su fantasmal inquilina. La ceremonia, realizada en el año 1889, fue un éxito, al menos aparentemente, puesto que el fantasma no volvió a ser visto ni sentido en la residencia.

El hecho había alcanzado una notoriedad enorme, no solo los curiosos rondaban la casa con la esperanza de ver al fantasma, la Sociedad para la Investigación Física, estudió el caso. Pero la desaparición radical del fenómeno, hizo que el tema cayera en el olvido y nadie volvió a acordarse del fantasma durante años.

Hay quien dice que al morir no perdemos nuestras características de personalidad más acusadas y, al menos en este caso, parece ser cierto, ya que este fantasma demostró una tenacidad a prueba de bombas, y es que bastantes años después, concretamente en 1958, un hombre que vivía en la misma calle en la que habitaron los Despard, aunque en otra morada, se despertó una noche sobresaltado, y notó que junto a la ventana se distinguía claramente la figura enlutada de una mujer vestida con ropas de la época victoriana, la cual apretaba un pañuelo contra su rostro como si estuviera sollozando.

Este fue el pistoletazo de salida para una nueva serie de apariciones del fantasma de Cheltenham en su nueva ubicación y con un nuevo público, que no era precisamente entusiasta, como lo había sido Rosina. Al fantasma no pareció importarle la falta de interés de su nuevo “anfitrión”, prodigó sus apariciones por la casa durante el tiempo que el hombre ocupó la misma, hasta el año 1961.

El fenómeno cesó cuando la casa, junto con varias otras de la calle, fue derribada para construir nuevas urbanizaciones. No consta que en las viviendas modernas, se hayan producido apariciones de ningún tipo, así que todo parece indicar que, tras haberse mudado de propiedad para seguir penando por el mundo de los vivos, el fantasma no se sintió cómodo con la moderna arquitectura y dio por terminadas sus rondas por este plano existencial. Una auténtica pena.



Fuente: lapuertadeltarot.blogspot.com.ar/2010/07/el-fantasma-de-cheltenham.html


miércoles, 9 de diciembre de 2015

La Dama de Negro del hospital psiquiátrico - Historias y Leyendas de terror



Cuenta la leyenda que en un pueblecito perdido entre montañas hace ya más de 50 años que algunos de sus habitantes han vivido atemorizados por un hecho que cambió la vida del poblado para siempre. Este hecho, cuenta que en las afueras de la localidad, y casi escondido entre una espesa arboleda, hay un edificio que fue un psiquiátrico. Cuando pasó el tiempo el personal y los enfermos fueron reubicados en otros centros hasta que el psiquiátrico se vació oficialmente. Pero, en el pueblo empezó a circular el rumor de que a ciertos enfermos problemáticos, los habían “olvidado” allí dentro. Lo cual celadores del psiquiátrico habían confirmado posteriormente, agregando que muchos enfermos habían sido atados con correas a sus camas, abandonados sin alimento ni agua, y sellando e insonorizando sus habitaciones para que nadie pudiera saber nunca más de ellos.

Aunque la idea incluía demoler el edificio con enfermos dentro. Esto no sucedió, condenando a sus inquilinos a una muerte segura y horrible. Pocas semanas tras el abandono del edificio, muchos habitantes del pueblo empezaron a oír feroces gritos por las noches que provenían del edificio del psiquiátrico. Nadie quería hablar de lo sucedido pues ¡Aquellos locos ya deberían estar muertos, llevaban más de un mes sin alimento ni líquido, encerrados, atados!.

La situación se complicó más porque cada noche desaparecían animales de sus granjas y corrales y aparecían trozos de algunos de ellos por el pueblo. Rastros de sangre salían desde las cercas del ganado y conducían hacia el antiguo psiquiátrico. Hubo quien dijo haber visto por las noches a lo lejos a una mujer vestida de negro, de aspecto fantasmal y armada con una daga, destripar a los animales y llevarse muchos de ellos, para luego perderse en la negrura de la noche camino del siniestro edificio.

Pasaron las semanas, y el ganado del pueblo seguía desapareciendo, un día hacia finales de año los vecinos decidieron poner fin al robo de animales, aunque esto fuesen obra de un fantasma. Así que noche tras noche montaron guardia en todos los corrales y cercados. Uno de los vecinos que vigilaba encontró al ladrón con las manos en la masa y llamó al resto de personas. Delante de ellos, había una figura tapada con una manta negra, flotando a unos centímetros sobre el suelo, con una daga que movía de forma habilidosa con una mano mientras con la otra decapitaba un pollo sujeto.

Con una velocidad sobrenatural, la figura partió volando hacia el edificio al verse descubierta. Todos los vecinos fueron tras ella. Entraron salvajemente al edificio y quedaron petrificados al ver que en la sala frente a ellos había varias decenas de cuerpos famélicos, encogidos, de largas melenas y huesos marcados, tirados por el suelo, acurrucados en los rincones y cientos de trozos de animales junto a gran cantidad de sangre estaban esparcidos entre ellos y por sus cuerpos.

En el centro, la figura de la dama con la manta negra permanecía de pie, levitando, con el pollo ensangrentado y la daga en las manos.

Salieron de ahí huyendo despavoridos y a partir de entonces, cada fin de año los vecinos de este pueblo dejan, algunas gallinas, cerdos u otros animales en la entrada de la arboleda, y gracias a ello, dicen los viejos del lugar, que los gritos no se han vuelto a escuchar por las noches. Lo que bien es cierto, es que esos animales cada mañana de año nuevo han desaparecido uno tras otro sin parar.


FUENTE: leyendadeterror.com/la-dama-de-negro/


jueves, 3 de diciembre de 2015

La muerte acecha (broma) - Videos divertidos



El humorista francés Rémi Gaillard vuelve con esta divertida broma en la que disfrazado como la muerte pega algún que otro susto a sus víctimas. Como siempre da muestras de un genial sentido del humor y una creatividad única.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Broma épica con holograma de fantasma - Videos



Un chico decide darle a su novia el susto de su vida utilizando uno de los vídeos de AtmosFEARFx proyectados en un plástico en la habitación. El vídeo en cuestión es el de una niña fantasma que cambia su angelical cara por la de un monstruoso espectro. La pobre joven se queda tan petrificada por el terror que tarda segundos en reaccionar.


martes, 1 de diciembre de 2015

La casa sangrante - Artículos



El fenómeno de las casas sangrantes a pesar de su espectacularidad e importancia para la paraciencia se ha silenciado para la opinión pública. Ante lo asombroso de que un buen día una casa normal empiece a sangrar como si tuviera heridas y vida propia se cierne la censura y el silencio
político y religioso.

A pesar de que se diera orden a los periódicos de no hablar de los sucesos de 1986 en un barrio humilde de una ciudad de la provincia de Buenos Aires, en Argentina, veintidós años después la casualidad y la búsqueda de respuestas a lo insólito nos llevó a conocer los incidentes de uno de los más extraños fenómenos que pueden acontecer en nuestro mundo. Sucedido en la calle número 54, concretamente en el edificio número 1310, en La Plata. Un caso que a pesar de no haber encontrado fraude alguno o intencionalidad económica o religiosa se está por redescubrir.

Hechos de la casa sangrante y situación emocional del país argentino

Corrían días de inquietud política y económica en Argentina. La gente estaba triste porque el presidente Raúl Alfonsín había anunciado el proyecto Patagonia por el que quería trasladar la capital de la nación desde Buenos Aires hasta la ciudad de Viedma. Los rotativos no se habían recuperado del misterio del Objeto Volador No Identificado que había iluminado media Argentina en el mes de Junio y que a su paso había provocado un importante temblor por algunas poblaciones. Unido a que los nervios patrios estaban a flor de piel, las propias madres de la Plaza de Mayo se acababan de dividir, alegando que en su seno había espías infiltradas.

En el mes de octubre de 1986 la rumorología comentaba de la muerte de un señor en Mendoza, Argentina, que pudiera haber sido el mismísimo Adolf Hitler. Y en la calle numero 54, al igual que en muchas otras de Argentina, se recordaban las efemérides de los asesinatos y secuestros de 1976. Y se daban los primeros pasos para la asociación de memoria histórica.

A las 7:30 de la mañana del 15 de Noviembre de 1986, Luis Abraham Fersko, fotógrafo de origen polaco, fue a buscar el periódico, como cada mañana, mientras su esposa Cipriana Núñez, inmigrante uruguaya, y la cuñada del dueño de la casa Blanca Luz Rodríguez, se dirigieron al laboratorio fotográfico, ubicado en la calle 54 número 1310 de la ciudad argentina de La Plata, para barrer antes de abrir. La sorpresa de las dos mujeres fue mayúscula cuando vieron sorprendidas que de las baldosas salía sangre. Aunque para ellas, al comienzo, sólo se trataba de un líquido rojizo que brotaba y saltaba por todos lados siguiendo un camino hacia el fondo de su casa y antes sus ojos. Según nos comentaba el hijo de Cipriana, Óscar Máximo Fersko Núñez: “el líquido seguía un camino hacia el fondo de la casa. Puerta abierta…puerta donde se metía. Se terminó en el camino, en el pasillo y en la cocina. Hasta que volvió a saltar, pero en este ocasión arriba de la mesa. Salía de la mesa y eso nos sorprendió a todos”. Fueron momentos de incertidumbre porque no sabían qué pasaba realmente. Sólo tenían la certeza de que ante sus ojos se encontraba varios regueros de sangre. Los acontecimientos se precipitaron minutos después.

Las manchas eran visibles desde la misma entrada del local y parecían seguir la pauta de un recorrido que llegaba hasta la cocina, situada por aquel entonces al final del edificio (que contaba con una gran galería y puertas enfrentadas entre sí, pudiéndose atravesar todas las habitaciones a lo largo de la vivienda sin tener que salir al exterior de la misma). En la parte posterior la casa terminaba en un patio típico donde se erigía la vieja y gruesa higuera, que daba un poco de reparo a los habitantes de la vivienda.

Los gritos de Cipriana y Blanca alertaron al joven Óscar, que a pesar de estar en la cama a causa de su lesión en el tobillo, hizo un gran esfuerzo y no tardó en personarse donde ellas estaban. Creía que su madre y su tía estaban sufriendo un accidente o algún tipo de agresión. Pasó por donde estaba la sangre y a pesar de ello no se manchó, sin embargo Blanca si se había ensuciado con aquel liquido rojizo. Con la sorpresa en su cuerpo intentó tranquilizar a las dos mujeres, que terminaron más calmas gracias a la explicación que dieron de aquello que las había asustado. Oscar miró al suelo y por vez primera fue consciente de la sangre, luego siguió el rastro del líquido rojizo, que según los testigos seguía brotando. Fersko nos comentaba recientemente que: “la sangre cuando manaba quedaba a unos cinco o diez milímetros de forma permanente. Si se limpiaba volvía a “rellenarse” el lugar donde se había ubicado inicialmente”.

A los pocos minutos, y tras escuchar los gritos procedentes del local, varios vecinos fueron allí para ver qué pasaba. Los Fersko eran una familia muy querida en la zona y se les hizo extraño el griterío que se había montado allí. Así que acudieron inmediatamente por si algo grave estaba ocurriendo. Fue el inicio de cientos de visitas diarias. Óscar nos comentaba que calcularon que en los siguientes días al menos quinientas personas cruzaban cada 24 horas las puertas de la ya bautizada “Casa Sangrante” Así nos lo confirmaba Félix Alberto Velázquez, taxista de profesión y amigo íntimo de Óscar Máximo Fersko, que fue la persona encargada de dar paso y controlar que la sangre no fuera tocada. Algo imposible, porque la multitud se agolpaba ansiosa por ver “aquello” y ni la propia policía podía contenerla.

Se llamó a la que por entonces en La Plata se conocía como el comando “radioléctrico”, una patrulla itinerante, parecida al 091 español, que se presentó de inmediato y tuvo una presencia activa en la casa durante los días siguientes.
Inicialmente llegaron cuatro efectivos, a los que Óscar les dio las llaves del local. “No entendieron nada los pobres que vinieron. Revisaron todo. No encontraron nada. Los pobres estaban blancos. No sabían de dónde salía”, nos confesaba Óscar sobre las primeras actuaciones de la policía. Los agentes de comisaría La Quinta, de la Plata, llegaron después. El subcomisario Pacheco, jefe por aquel entonces de la seccional, hizo acto de presencia en el lugar junto a varios peritos que fotografiaron todo el edificio y tomaron muestras del líquido que brotaba de las baldosas. Los policías que estaban allí de custodia asistían como testigos a los nuevos regueros de “sangre” que surgían cuando se limpiaban los primeros.

El juez de lo Penal, Ángel Nelky Martínez, acompañado del jefe de la Unidad Regional, actual ex comisario, Enzo Richero, también acudieron al lugar de los hechos. Un médico joven, de 25 años por aquel entonces, Arturo Marcelo Lezcano, tomó muestras de la sangre y afirmaba que: “esto es sangre. Se ha coagulado como la sangre y tiene su olor”. Según los análisis llevados a cabo sobre el líquido se trataba de sangre del grupo A RH+, con una sustancia extraña que no pudieron identificar. Había rastros de anticoagulante y dentro de él una sustancia de origen desconocido, que al día de hoy no se ha podido identificar. El cura Rubén Garino, por aquel entonces miembro de la Congregación de Santa Rosa de Lima y teólogo de la Universidad Católica de La Plata, y actualmente en la Iglesia de San Ponciano, mostraba su cautela en aquellos primeros momentos y pedía por aquel entonces un estudio exhaustivo por parte de la Iglesia. Otro párroco, amigo de la familia Fesko, Ángel Dauro, de la Iglesia de Santa María, vivía los hechos en primera persona. Dauro bendijo la casa, porque no supo qué hacer en ese momento y la bendición, por si acaso podía solucionar aquello, fue lo único que se le ocurrió.

Los testigos hablan 


Una vecina confirmaba a los policías que la noche anterior a los sucesos de la sangre había oído claramente como unos disparos o ruidos fuertes y secos. Lo que hizo pensar lo peor, e inmediato comenzó a buscar indicios de homicidio. Pero no encontraron motivos.
Los chorritos de sangre no salían de un cuerpo humano, sino de las juntas de las losas, cuyos poros no llenos de cemento servían de conducto a presión para dar las inusuales fuentes rojas. Debajo de ellas no había nada más que cemento y  por debajo de las planchas de aquel material gravilla. Ninguna de las placas de gres había sido levantada recientemente. ¿Habría algo debajo del suelo que provocara el fenómeno de la sangración?. La respuesta fue no. No había más obra construida por subsuelo que la que se veía a nivel de la calle. Y lo pudieron corroborar cuando al segundo día al intentar limpiar  la sangre, no sólo volvió a brotar como cuando se desconcha una herida, si no que empezó a hacerlo por las patas de madera de la mesa y sillas y en la misma encimera. Cuando las “heridas de la casa” no se tocaban se formaba una costra y dejaba de salir sangre.

Abraham comentaba al rotativo El Día, luego que se destapara todo aquel suceso que: “Hace 45 años que vivimos en esta casa y nunca había pasado esto. Yo no soy creyente. Mi mujer si. Para mi todo eso de Dios hecho hombre no me va. Es mi manera de pensar. Pero esto pasó, no sé si será sangre, como dicen, o si se debe a otra cosa”.

Una vecina, Graciela Liliana Romo comentaba que: “a mi me lo dio una señora y cuando terminé de rezar le pedí a un policía que lo pasara por la sangre seca”. Se refería a un rosario de la Rosa Mística, cuyo santuario está a escasos metros de la Casa Sangrante. Una rosa mística por la que se tiene mucha devoción en La Plata, sobre todo desde 1981, cuando el párroco del lugar recibía una estampa de dicha advocación y convidó a sus fieles a rezarle. En 1984 se colocó una imagen más grande en el lugar, procedente de Italia, y fueron los Fersko quiénes hicieron la fotografía oficial como comprobación de que había llegado en perfectos condiciones y la fotografía para la posterior estampita de la Rosa Mística, un detalle curioso del que Óscar se acordaba cuando nos comentaba el caso y que según él podría tener relación con lo vivido en su casa. En 1990, el por aquel entonces cardenal Joseph Ratzinger, actual Benedicto XVI, dio visto bueno al culto de la Rosa Mística en La Plata y desde entonces cada 13 de Noviembre la festividad de las rosas congrega a cientos de fieles que acuden a rogarle a su venerada. Algunos afirman haber sido atendidos en sus ruegos y peticiones.

Cuando le devuelven el rosario a Graciela, según ella, estaba empapado de sangre como si lo hubieran sumergido en un frasco. Se lo había dado en mano al policía y éste se lo había dado a ella otra vez en la mano. Para ella se había realizado un milagro. Los vecinos curiosos no dejaban de llegar al lugar y tocaban todo intentando descubrir el fraude o el milagro. La presencia policial no podía evitan que tocaran las manchas y que algunos, igual que el propio Óscar Máximo, hicieran intentos de saber qué era el liquido rojizo…!mojando un dedo y llevándoselo a la boca¡.

Entre los incidentes extraños de aquellos cinco días en los que duró el fenómeno se dio el de la aparición de dos coches oscuros de lujo de cuyo interior se bajaron ocho personajes, mujeres y hombres, que pidieron ver la casa. Lo hicieron en grupo, observándolo todo. Una de las mujeres se acercó al señor Fersko sin que sus compañeros se dieran cuenta y le comentó que estaban esperando que esto sucediera. Al notarlo el resto de extraños personajes pusieron caras serias a su compañera y salieron precipitadamente de aquel lugar recriminándole a la mujer su atrevimiento.

La prensa del diario se había hecho eco del extraño suceso acontecido en la calle 54, pero a instancias militares y políticas se les pidió que no escribieran más sobre el asunto hasta que no se investigaran, comentándoles que de no hacerlo estarían incurriendo en obstrucción a la justicia.

Con esta censura el caso de la Casa Sangrante no llegó a ser conocido en el resto del Mundo y no pudo ser seguido por los grandes medios de comunicación como la radio o los televisivos. Se sabe que de paisano y de forma extraoficial vinieron a visitar la casa religiosos, y que fue a raíz de aquellas visitas que se intenta no llevar a espectacular el suceso, dejando que con el tiempo se perdiera la curiosidad y el silencio se aliara con el olvido.

Unos días antes del aniversario de la “Casa Sangrante”, la casualidad quiso que guardando recortes de prensa que nos habían enviado de todo el mundo aficionados a los misterios, diéramos con el titular. Y como siempre se nos ocurriera comprobar los datos, para saber como había quedado el asunto. Al dar con los protagonistas principales y localizarlos, tras entrevistarlos y rectificar los datos, supimos el resto, desde cómo fue desarrollándose toda la sangración a cómo se investigó, y su intento de silenciamiento. Así como de las opiniones de los implicados aún con vida.

En la actualidad la casa está derribada y en su lugar llevan años intentando, los nuevos dueños, edificar una casa de tres plantas, pero los problemas en las obras, en el papeleo y en otros sentidos más curiosos, la mantienen sin concluir y sin habitar.

Cuando las casas sangran (pocas veces y mal investigadas)

Al conocimiento del los hechos y tras ponernos en contacto con los implicados, protagonistas, policías, jueces, sacerdotes, y revisar los datos en comparativa, encontramos coincidencias.

De tres casos encontrados, dos en Argentina y uno al norte de París en Saint-Quentin, se desprende a primera vista la coincidencia del año en que se produce. El primero en Argentina, el menos espectacular, sucede a finales del año 1985, los otros dos acontecen a finales de 1986. Duran un promedio de 5 días. Son casas humildes. Son investigados en primera instancia por la policía de esas localidades, y no se encuentra la causa original responsable del fenómeno de sangración. Las primeras pautas, pero también las únicas, ya que ninguno de estos inmuebles habían tenido ningún incidente paranormal anteriormente que se sepa. Y las personas que lo habitan tampoco. Aunque luego como es natural, tras vivir esta experiencia sus conceptos de lo imposible y factible cambiaron notablemente.

Con lo atípico del fenómeno no podemos contrastar más datos en otros lugares del mundo. Si hay casos no se divulgan, en general por atribuirse a maldiciones y otras ideas supersticiosas. Se sabe que en chozas africanas se dieron eventos de este tipo, se procedía de inmediato a quemarlas ritualmente. Y se evitaba a hablar del tema.

En el caso que no se encontrará una causa física que determinase una explicación para los fenómenos de la sangración de la vivienda de la Calle 54 se podría valorar la teoría paracientífica que habla de la posibilidad de un agente vivo, uno de los habitantes de la vivienda pudiera haber provocado el fenómeno. Estaríamos ante un psicoquinético capaz de ceder su sangre al inmueble provocando el fenómeno.

Diferencia de la Casa Sangrante de la Plata con las otras

Hay una anomalía o casualidad que sólo encontramos en la Casa Sangrante de La Plata. Son los eventos sucedidos a posteriori a todos los que estuvieron implicados de manera cercana a su presencia durante un tiempo importante.

De todos los vinculantes con el caso sólo quedan en vida el hijo Oscar Máximo, Félix Alberto, el parapsicólogo Daniel Sánchez, que estudió la casa y que está ingresado en una institución mental y Enzo Richero, ex comisario de policía, que sufría un grave incendio en su casa el pasado 22 de Octubre del 2007, teniendo que ser trasladado, con principios de asfixia, al Hospital San Roque de Gonnet.

En breves años fueron muriendo los mayores, a lo cual no sería extraño que la respuesta se encontrará en la edad. Pero murieron deforma continuada en menos de una década. El resto de supervivientes ha sufrido reveses en sus vidas muy importantes: pérdidas familiares y económicas, que en gran parte de los casos se producían entorno al aniversario de la fecha de los sucesos 15 de Noviembre. Podría tener que ver con el fenómeno o ser una casualidad, pero nos era interesante de resaltar este detalle, ya que para los afectados no es producto más que de una causalidad fatídica y piensan que tiene relación con lo acontecido aquel 1986 en la Calle 54.

Otras casas sangrantes que quedaron en el olvido tras no encontrar pruebas

En Septiembre de 1986 en la localidad francesa de Saint-Quentin, en Aisne, llega una pareja de recién casados a su nueva casa de alquiler. El inmueble es medianamente antiguo. Lo redecoran a su gusto. Una de las mañanas Lucie descubre una extensa mancha roja en la encimera de la cocina, luego la aprecia en la pared, en las ropas, incluidas sábanas y en los objetos. Son manchas simplemente, no observan como se originan. Cuando ven los objetos ya están manchados. A diferencia del caso de La Plata en que el observador podría apreciar salir el chorrito de sangre.

Con la ayuda del esposo lo limpian todo, llevándose la sorpresa de volver a encontrarlo al día siguiente igual en los mismos lugares. A la aparición de las manchas de sangre se suma golpes nocturnos en toda la casa, que no son eventuales, ya que siguen pautas y ritmos. El miedo se apodera de los jóvenes que se ven superados por los sucesos. Lo denuncian a la policía, creyéndose víctimas de una broma macabra o de algún tipo de acoso.

La gendarmería se pone a investigar y les pide a los jóvenes que marchen una noche a dormir fuera. Los agentes aprovechan para llenar el inmueble de harina y sellar cualquier posible entrada, donde además picadamente ponen hilos. Al día siguiente se descubren nuevas manchas sin ninguna entrada usada. No hay pisadas en la harina, no se han roto los hilos, no se han forzado ventanas, ni puertas. Se procede a recoger muestra de sangre y se analiza dando un RH y un grupo humano, que se niegan a facilitarnos a lo que hacemos este artículo, sólo se nos confirma su existencia real, tal como pudo comprobar el doctor Jacques Changé.
La pareja asustada se niega a seguir viviendo allí con tales expectativas y tres semanas después se trasladan a Amiens.

Según algunas versiones la casa en la actualidad está remodelada y no presenta incidentes de ningún tipo y según otras la casa sería demolida para construir otra y en esas obras fueron hallados cincuenta cuerpos de soldados de la Primera Guerra Mundial. La difusión del caso en el conocido programa de televisión "Mystères” hizo que el caso pasara a ser de conocimiento general y que las versiones sobre el mismo se multiplicaran de forma exponencial, siendo difícil de poder averiguar qué pudo ocurrir exactamente.

Un incidente de casa sangrante se dio en tierra española. Sucedió también en 1985 en el número 28 de la calle Gabriel y Galán, de Arroyo de la Luz en Cáceres. Su dueño Eleuterio Castaño, hoy fallecido, se levantó de madrugada y descubrió sangre salpicada en el salón de su casa. Llamó a la policía y estos al alcalde. La sangre no manaba, estaba allí, nadie la vio salir como se ha escrito desde ese día. Acudió el alcalde de la localidad en aquella época el Señor Felicísimo Mohedano Sánchez, y éste llamó al doctor Eloy García que se personó de inmediato. La Guardia Civil, forenses y jueces fueron requeridos.

Lo que al principio saltó a prensa como fenómeno paranormal, con el tiempo y las investigaciones policiales se explicó por otros derroteros. Eleuterio Castaño y su casa se hicieron muy famosos en unos días en la localidad, pero tras investigar el tema tenemos la respuesta de porqué el buen hombre dejó de hablar con la prensa y el caso se difuminó en el silencio judicial. La sangre era procedente de un aborto de una de sus hijas, que hoy felizmente casadas y con hijos viven en el inmueble y no desean que se reabra la especulación. Por lo tanto este caso no fue paranormal o al menos eso hemos podido confirmar al día de hoy.

Anexo a Casa Sangrante de La Plata

La casa está situada una manzana de una pequeña Iglesia llamada la Rosa Mística ya que fue levantada para rezar a esta advocación mariana. Hasta los noventa se venía haciendo culto en el lugar, pero no estaba sacralizado por el Vaticano.

Las lacrimaciones y sangraciones son dos fenómenos recurrentes en estas imágenes e incluso en sus estampitas. En 1982 dos estatuas idénticas de la Rosa Mística fueron hechas en una pequeña tienda de Génova. Una de ellas enviada a Bélgica comenzó a llorar. Paralelamente lo hizo la que estaba en Italia. Sacerdotes y obispos presenciaron los fenómenos y empezaron a llamar la atención del pontificio dos años después cuando en 1984 comenzaron a hacerlo dos Rosas Místicas en Norteamérica. Ellas lloraban lágrimas y luego sangre. Lo hicieron en Barrios pobres de Brooklyn y en San Juan de Dios en Chicago.

Se llegó a pensar que dentro de ellas se guardaba un compuesto químico que pasado un tiempo se activaba produciendo el consiguiente milagro. No se pudo demostrar.

Lo que si se sabe es que el organismo de la Iglesia Argentina estuvo vinculado con la cúpula de la política de la dictadura. Mientras los pobres párrocos de pueblo se dedicaban a ayudar a las familias algunos eclesiásticos de forma independiente y por afinidad política, actuaban de informantes. Es el caso del ex capellán policial argentino Christian Federico Von Wernich que llamó endemoniados y poseídos a los que andan declarando contra él en el juicio de causa que tiene pendiente. En la actualidad se sabe que no era un caso aislado.

Un grupo numerosos de hombres y mujeres tanto del gobierno como del Vaticano se personaron en numerosas ocasiones tanto en lugares donde había fenómenos paranormales como en los de presencia ovni. Cuando sucedió la sangración de la casa de la calle 54, el mismo grupo que recogió testimonio en tiempos de dictadura se había dejado ver por la zona del Ovni meteorito de Argentina, con lo el relato de su presencia lo encontramos en ambos incidentes, pudiéndose definir como una asociación que actuaba al más puro estilo hombre de negro.

¿Sabías qué?

Un suceso muy extraño tuvo lugar el 30 de julio en el pequeño poblado de La Sierra Bagadó, al oeste de Colombia, cuando una inesperada lluvia de color rojizo bañó las calles y los hogares de sus sorprendidos habitantes. Para los vecinos de La Sierra no cabe dudas de que se trató de una lluvia de sangre. Incluso una bacterióloga, Luisa Lloreda, analizó una muestra del misterioso líquido y determinó que contenía sangre, otras autoridades científicas locales aseguraron que todo era producido por las algas. En el 2001 llovió algo similar en Kerala, en la India.

Pero el fenómeno más raro que se ha dado dentro de una casa es que llovieran piedras, produciéndose normalmente en las viviendas de posibles psicoquinéticos, como el caso del niño Velázquez.



Publicado por José Antonio Roldán para www.enlabusquedaradio.com/


domingo, 29 de noviembre de 2015

Día de los Muertos (Celebración Mexicana) - Artículos



El Día de Muertos es una celebración mexicana de origen prehispánico que honra a los difuntos el 2 de noviembre, comienza el 1 de noviembre, y coincide con las celebraciones católicas de Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos. Es una festividad mexicana y centroamericana, se celebra también en muchas comunidades de Estados Unidos, donde existe una gran población mexicana y centroamericana. La UNESCO ha declarado esta festividad como Patrimonio de la Humanidad. El Día de los Muertos es un día festejado también en el Brasil, como Dia dos Finados.

Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México son anteriores a la llegada de los españoles. Hay registro de celebraciones en las etnias mexica, maya, purépecha, nahua y totonaca. Los rituales que celebran la vida de los ancestros se realizan en estas civilizaciones por lo menos desde hace tres mil años. En la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.

El festival que se convirtió en el Día de Muertos era conmemorado el noveno mes del calendario solar mexica, cerca del inicio de agosto, y era celebrado durante un mes completo. Las festividades eran presididas por la diosa Mictecacíhuatl, conocida como la “Dama de la Muerte” (actualmente relacionada con “la Catrina”, personaje de José Guadalupe Posada) y esposa de Mictlantecuhtli, Señor de la tierra de los muertos. Las festividades eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.

La Celebración en el Mundo Prehispánico
Para los antiguos mexicanos, la Muerte no tenía las connotaciones morales de la religión católica, en la que las ideas de infierno y paraíso sirven para castigar o premiar. Por el contrario, ellos creían que los rumbos destinados a las almas de los muertos estaban determinados por el tipo de muerte que habían tenido, y no por su comportamiento en la vida.

De esta forma, las direcciones que podrían tomar los muertos son:

El Tlalocan o paraíso de Tláloc, dios de la lluvia. A este sitio se dirigían aquellos que morían en circunstancias relacionadas con el agua: los ahogados, los que morían por efecto de un rayo, los que morían por enfermedades como la gota o la hidropesía, la sarna o las bubas, así como también los niños sacrificados al dios. El Tlalocan era un lugar de reposo y de abundancia. Aunque los muertos eran generalmente incinerados, los predestinados a Tláloc eran enterrados, como las semillas, para germinar.

El Omeyocan, paraíso del sol, presidido por Huitzilopochtli, el dios de la guerra. A este lugar llegaban sólo los muertos en combate, los cautivos que eran sacrificados y las mujeres que morían en el parto. Estas mujeres eran comparadas a los guerreros, ya que habían librado una gran batalla, la de parir, y se les enterraba en el patio del palacio, para que acompañarán al sol desde el cenit hasta su ocultamiento por el poniente. Su muerte provocaba tristeza y también alegría, ya que, gracias a su valentía, el sol las llevaba como compañeras. Dentro de la escala de valores mesoamericana, el hecho de habitar el omeyocan era un privilegio.

El Omeyocan era un lugar de gozo permanente, en el que se festejaba al sol y se le acompañaba con música, cantos y bailes. Los muertos que iban al Omeyocan, después de cuatro años, volvían al mundo, convertidos en aves de plumas multicolores y hermosas.

Morir en la guerra era considerada como la mejor de las muertes por los aztecas. Por incomprensible que parezca, dentro de la muerte había un sentimiento de esperanza, pues ella ofrecía la posibilidad de acompañar al sol en su diario nacimiento y trascender convertido en pájaro.

El Mictlán, destinado a quienes morían de muerte natural. Este lugar era habitado por Mictlantecuhtli y Mictacacíhuatl, señor y señora de la muerte. Era un sitio muy oscuro, sin ventanas, del que ya no era posible salir.

El camino para llegar al Mictlán era muy tortuoso y difícil, pues para llegar a él, las almas debían transitar por distintos lugares durante cuatro años. Luego de este tiempo, las almas llegaban al Chignahuamictlán, lugar donde descansaban o desaparecían las almas de los muertos. Para recorrer este camino, el difunto era enterrado con un perro, el cual le ayudaría a cruzar un río y llegar ante Mictlantecuhtli, a quien debía entregar, como ofrenda, atados de teas y cañas de perfume, algodón (ixcátl), hilos colorados y mantas. Quienes iban al Mictlán recibían, como ofrenda, cuatro flechas y cuatro teas atadas con hilo de algodón.

Por su parte, los niños muertos tenían un lugar especial, llamado Chichihuacuauhco, donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba leche, para que se alimentaran. Los niños que llegaban aquí volverían a la tierra cuando se destruyese la raza que la habitaba. De esta forma, de la muerte renacería la vida.

Los Entierros Prehispánicos
Los entierros prehispánicos eran acompañados de ofrendas que contenían dos tipos de objetos: los que, en vida, habían sido utilizados por el muerto, y los que podría necesitar en su tránsito al inframundo. De esta forma, era muy variada la elaboración de objetos funerarios: instrumentos musicales de barro, como ocarinas, flautas, timbales y sonajas en forma de calaveras; esculturas que representaban a los dioses mortuorios, cráneos de diversos materiales (piedra, jade, cristal), braseros, incensarios y urnas.

Las fechas en honor de los muertos son y eran muy importantes, tanto, que les dedicaban dos meses. Durante el mes llamado Tlaxochimaco, se llevaba a cabo la celebración denominada Miccailhuitntli o fiesta de los muertitos, alrededor del 16 de julio. Esta fiesta iniciaba cuando se cortaba en el bosque el árbol llamado xócotl, al cual le quitaban la corteza y le ponían flores para adornarlo. En la celebración participaban todos, y se hacían ofrendas al árbol durante veinte días.

En el décimo mes del calendario, se celebraba la Ueymicailhuitl, o fiesta de los muertos grandes. Esta celebración se llevaba a cabo alrededor del 5 de agosto, cuando decían que caía el xócotl. En esta fiesta se realizaban procesiones que concluían con rondas en torno al árbol. Se acostumbraba realizar sacrificios de personas y se hacían grandes comidas.

Después, ponían una figura de bledo en la punta del árbol y danzaban, vestidos con plumas preciosas y cascabeles. Al finalizar la fiesta, los jóvenes subían al árbol para quitar la figura, se derribaba el xócotl y terminaba la celebración. En esta fiesta, la gente acostumbraba colocar altares con ofrendas para recordar a sus muertos, lo que es el antecedente del actual altar de muertos.

El culto maya a la muerte y la práctica contemporánea del Hanal Pixán
Los mayas, al igual que los demás pueblos mesoamericanos, expresan un profundo interés por la muerte, el cual puedes observar en sus manifestaciones artísticas durante distintas épocas.

Para los mayas de antaño y los actuales, los muertos tienen vida, por lo tanto sus espíritus tienen necesidad del sustento tanto como los vivos. Por esta razón les preparan los guisos que solían disfrutar en vida, para mantenerse con energía durante su trayecto desde el más allá. A lo anterior se agrega la festividad católica de Todos los Santos y la liturgia de los Fieles Difuntos, ambas con una larga tradición que se fusionó con el cristianismo introducido por los españoles, dando como resultado la práctica sincrética del Hanal Pixán.

El Hanal Pixán, Día de Muertos o Época de Finados, además de ser una de las prácticas más íntimas de las familias en la Península de Yucatán, tiene la virtud de congregar a la mayor cantidad de sus integrantes.

Es una época de retornos: los vivos que por diversas causas se ausentaron del tronco familiar, regresan para participar en los preparativos de la celebración. Vuelven las almas de los seres queridos, a compartir los alimentos que les ofrecen con cariño, entonces vivos y muertos se reúnen nuevamente. Y así de familia en familia, de una generación a otra, esta milenaria tradición se continúa manteniendo a través de los siglos.

Transformación del ritual
Cuando llegaron a América los españoles en el siglo XVI, se aterraron por las prácticas, y en un intento de convertir a los nativos del nuevo mundo, hicieron coincidir las festividades católicas del Día de todos los Santos y Todas las Almas. Los españoles combinaron sus costumbres con el festival similar mesoamericano, creando un sincretismo religioso, dando lugar al actual Día de Muertos. Uno de los estados de México más representativos de este suceso, es Michoacán.

Calaveritas
Se les llama así tanto a las rimas o versos satíricos como a los grabados que ilustran calaveras disfrazadas, descritas a continuación:

Rimas: también llamadas “calaveras”, son en realidad epitafios humorísticos de personas aún vivas que constan de versos donde la muerte (personificada) bromea con personajes de la vida real, haciendo alusión sobre alguna característica peculiar de la persona en cuestión. Finalizan con frases donde se expone que se lo llevará a la tumba. Es muy común dedicar las “calaveritas” a personajes públicos, en especial a políticos en el poder. En muchos casos la rima habla del aludido como si estuviera ya muerto.

Grabados: Litografías, generalmente del Maestro José Guadalupe Posada, que aunque no dibujó específicamente para Día de Muertos, sino eran caricaturas con que colaboraba en diferentes publicaciones de principios del siglo XX en México se usan en estas fechas por sus alusiones a la muerte festiva.

Simbolismo
– Calaveras de dulce, tienen escritos el nombre del difunto (o en algunos casos de personas vivas, en forma de broma modesta que no ofende en particular al aludido) en la frente, son consumidas por parientes o amigos.

– Pan de muerto. Platillo especial del Día de Muertos. Es un panecillo dulce que se hornea en diferentes figuras, desde simples formas redondas hasta cráneos, adornado con figuras del mismo pan en forma de hueso y se espolvorea con azúcar.

– Flores. Durante el período del 1 al 2 de noviembre las familias normalmente limpian y decoran las tumbas con coloridas coronas de flores de rosas, girasoles, entre otras, pero principalmente de Cempaxóchitl, las cuales se cree atraen y guían las almas de los muertos. Casi todos los panteones son visitados.

– La Ofrenda y las visitas. Se cree que las almas de los niños regresan de visita el día primero de noviembre, y las almas de los adultos regresan el día 2. En el caso de que no se pueda visitar la tumba, ya sea por que ya no existe la tumba del difunto, o porque la familia está muy lejos para ir a visitarla, también se elaboran detalladas Ofrendas en las casas, donde se ponen las ofrendas, que pueden ser platillos de comida, el pan de muerto, vasos de agua, mezcal, tequila, pulque o atole, cigarros e incluso juguetes para las almas de los niños. Todo esto se coloca junto a retratos de los difuntos rodeados de veladoras.

Ofrenda de Muertos, El Altar de los Muertos
Los materiales comúnmente utilizados para hacer una Ofrenda de muertos para el Día de Muertos tiene un significado, y son los siguientes:

# Retrato de la persona recordada. El retrato del difunto, sugiere el ánima que los visitará la noche del 2 de noviembre.

# Pintura o cromo de las Ánimas del Purgatorio. La imagen de las ánimas del purgatorio sirve para pedir la salida del purgatorio del alma del difunto por si acaso se encontrara ahí.

# Doce cirios. Aunque pueden ser menos, tienen que ser en pares, y preferiblemente de color morado, con coronas y flores de cera. Los cirios, sobre todo si son morados, son señal de duelo. Los cuatro cirios en cruz representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa aparte de agua y sal.

# Papel picado de color morado (luto cristiano).

# Papel picado de color naranja (luto azteca).

# Flores de cempasúchil (del náhuatl: cempoalxóchitl = flor de 20 o más petalos).

# Incienso (para alejar a los malos espíritus y para purificar el ambiente).

# Cruz de ceniza (para purificar el espíritu del muerto).

# Jarra de agua (por si llega fatigado del camino).

# Recipiente para lavarse las manos (aguamanil) y toalla.

# Comida la favorita del muerto.

# Pertenencias las más estimadas por el muerto.

# Tequila o bebida preferida del muerto.

# Cuatro banderas de papel picado metidas en naranjas.

# Pan de muerto.

# Calaveras de azúcar.

El punto angular de esta tradición, es la creencia de que el espiritu de los difuntos regresa del mundo de los muertos a este, para convivir con sus familiares durante un día, departiendo con ellos, consolándolos y confortándolos ante su pérdida.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Aquella siniestra figura oscura semejante a un buda - Historias de terror



Lo admito sin ninguna falsa ambición de parecer racional: las casas embrujadas me apasionan. Conocí muchas, en el curso de los años, pero ninguna que se parezca siquiera remotamente a la casa de la calle Leiva. Según los testimonios de sus vecinos, cada noche de brujas ocurrían allí los hechos más increíbles, dato más que suficiente como para organizar una expedición de último momento.

En la víspera de Halloween forcé la puerta de entrada.

De inmediato me estremecí a causa del estado de abandono en la que se encontraba. Las paredes estaban cubiertas de moho. Un musgo grisáceo y enfermizo colgaba del techo, como barbas o hirsutas y lujuriosas protuberancias. El hedor era tan espantoso, tan inmemorial, que incluso llegué a considerar la posibilidad de los ladrillos estuviesen en pleno proceso de descomposición.

A cada paso encontraba señales de decrepitud. El sonido de mis propios pasos llegó a perturbarme tanto que me sentí un intruso, sí, y lo era, pero no ya entre fantasmas o vagas apariciones, sino un intruso en ese silencio letal de décadas y décadas de abandono.

No hablaré de las... presencias. Es demasiado horroroso, aún aquí, bajo la firme y segura y lógica luz fluorescente de un bar en las inmediaciones. No confío en mi mente para guiarme por las calles de Buenos Aires, no todavía. Después de todo, quizás mi destino sea regresar.

Digamos, al menos, que esas presencias no se traducían en apariciones visibles. Parecían brotar de la negra putrescencia de los muros: un vapor, quizás, una niebla fétida que se esparcía en el aire y teñía de un amarillo repulsivo la luz de mi linterna.

Mi experiencia de largos años deambulando por monstruosidades edilicias me orientó hacia el dormitorio principal. La puerta era un recuerdo. Solo el marco estaba intacto, como fauces euclidianas que se abrían hacia la negrura absoluta.

Me senté por un momento sobre un viejo y descolorido sillón. Traté de recuperar el aliento mientras barría los muros con el resplandor de mi linterna. La humedad había devorado gran parte del papel tapiz, incluso el revestimiento, dejando lánguidos colgajos que lentamente eran arrancados por su propio peso. Ningún rastro, ningún vestigio circunstancial que pudiese darme algún tipo de información sobre sus antiguos habitantes.

Casi por casualidad, la luz cayó sobre un pequeño y descolorido retrato sobre la mesa de luz: una pareja joven bajo el sol en alguna playa como cualquier otra. Ella, morena y estilizada, le imprimía un cariñoso mordisco en la mejilla del muchacho, con los cabellos rubios revueltos por el viento del océano.

Lo que oí a continuación fue como si algo, una vibración inmemorial, atávica, hubiese detonado en mi cerebro. Sentí largos pulsos de un dolor agudísimo, como si unos dientes precámbricos estuviesen triturándome el cráneo.

Con los últimos registros de voluntad me atreví a dirigir la luz temblorosa hacia la cama. Una figura oscura, compacta, que me hizo recordar lejanamente a un siniestro buda meditando, rechazó el haz de la linterna. No era una sombra, al menos en el sentido tradicional, sino algo de una negrura cósmica, absoluta, imperturbable.

Sería una blasfemia intentar describir su voz. Después de todo, ¿qué palabras podría emplear? ¿Podría decir que la voz era inhumana, inarticulada, profunda como si emergiera de alguna remota grieta en las montañas? ¿Podría acaso describir el chasquido licuefacto, ese masticar reseco, mecánico, como si estuviese royendo una vieja calavera?

Baste decir que la oí, y que permanecí petrificado, alerta, enloquecidamente tenso.

La figura pareció expandirse, como si se incorporara de esa diabólica postura del loto. Un brazo, creo, se separó lentamente de la masa amorfa y gelatinosa del torso. En el extremo de lo que bien podría haber sido una mano observé un objeto semiesférico, carcomido, como roído a dentelladas.

Emitió entonces un sonido gutural, una horrorosa regurgitación que borboteó entre los muros y agitó los jirones de papel tapiz: un mechón rubio, cubierto por una repulsiva sustancia verdosa, cayó a mis pies.

Traté de incorporarme pero no pude. Sencillamente era incapaz de reunir la voluntad necesaria para gobernar mis músculos. Mi cerebro, en cambio, trabajaba a un ritmo frenético. Por fin, pensé, después de tantos años de peregrinar entre fraudes, entre espectros elusivos que luego se revelaban como efectos perfectamente naturales, había encontrado un fantasma, una verdadera casa embrujada.

—...encontrado... casa...

No sé si la figura leyó mi mente o si el espanto de mi rostro era más elocuente que cualquier palabra humana, pero la voz volvió a hablar: inarticulada, aspirando y exhalando la humedad enfermiza del aire:

En ninguna casa hay fantasmas —y luego añadió, llevándose un dedo informe al corazón—. Éste es el sitio de las apariciones.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Mercy Brown: la última vampiresa de Nueva Inglaterra - Artículos



Mercy Brown (1873-1892) fue una joven de Rhode Island, Nueva Inglaterra, que falleció prematuramente a causa de la tuberculosis. Si bien este tipo de enfermedad era casi siempre letal, la mayoría de la gente dudaba sobre la veracidad de los especialistas que la diagnosticaron en la joven. Muchos, incluidos sus parientes y amigos cercanos, estaban convencidos de que Mercy Brown no había muerto realmente, y que de hecho era un vampiro.

El caso de vampirismo de Mercy Brown es uno de los mejor documentados del siglo XIX; y no solo eso, sino que además es el que más detalladamente aclara los métodos de exhumación de un cadáver practicando distintos rituales para ahuyentar o matar a un vampiro.

Los periódicos de aquel entonces titularon el caso como La última vampiresa de Nueva Inglaterra. Su historia causó tanta conmoción en la opinión pública que gran parte de los detalles circunstanciales que la conforman se han vuelto moneda común en el folklore de aquella región.

Repasemos la historia de Mercy Brown:

George Brown fue un granjero que repentinamente vio como su vida se derrumbaba. Una rara enfermedad se cebó en todos los miembros de su familia, matándolos uno por uno.

La primera en fallecer fue la madre de Mercy Brown, Mary, en 1883. Luego su hija menor, Mery Olive. Algunos años después, Edwin, el más pequeño, también comenzó a manifestar los síntomas inequívocos de la tuberculosis.

Por aquel entonces los médicos hablaban de «consunción»; es decir, tisis, cuyo tratamiento en general proponía solo un «cambio de aire»; demasiado poco para luchar contra una enfermedad con una tasa de mortalidad espeluznante.

El joven Edwin fue enviado a Colorado, donde su mejoría fue superficial pero progresiva. La última en dar cuenta de aquellos síntomas letales fue Mercy Brown, quien finalmente moriría el 17 de enero de 1892 con apenas diecinueve años de edad.

Desesperado por esta terrible sucesión de pérdidas, George Brown comenzó a prestar oídos a los rumores de vampirismo que rondaban por el pueblo.

Acaso para preservar la vida de su último vástago aceptó la propuesta de un grupo de entusiastas y decidió exhumar los cadáveres de su familia para ratificar si éstos efectivamente habían caído en las garras de un vampiro.

La exhumación se produjo el 18 de marzo de 1892 en el cementerio de Chestnut Hill. La comitiva iba encabezada por el médico familiar y un periodista de The Providence Journal; el resto, presumiblemente, portaba antorchas y estacas.

Al abrir las tumbas se descubrió que el cuerpo de Mary estaba intacto, perfectamente momificado, al igual que el de Mercy Brown; cuyo aspecto lucía tan radiante que incluso superaba en belleza al que había mostrado en vida.

En medio de una gran agitación se aguardó a las primeras horas de la noche donde varios testigos afirmaron que los ojos de Mercy Brown se abrieron repentinamente en la oscuridad de la fosa.

La comitiva actuó con toda la determinación que uno esperaría encontrar en un turba decidida a cazar vampiros: el cuerpo de Mercy Brown fue profanado de la forma más brutal. Se le arrancó el corazón y se lo redujo a cenizas en un fuego en el que ardían hierbas profilácticas. Los restos luego fueron devueltos a la cavidad torácica de la muchacha, abierta como unas fauces, y el cuerpo, ya horriblemente mutilado, fue enterrado nuevamente.

Algunos rumores indican que aquel ritual blasfemo no tenía como objetivo prevenir que Mercy Brown regresara como vampiro, sino que las cenizas de su corazón fueron preparadas en una infusión diabólica para que sea ingerida por el enfermizo Edwin, que por aquellos días agonizaba en el hospital.

A pesar de estos esfuerzos Edwin Brown moriría dos meses más tarde.

El caso de Mercy Brown tuvo una gran difusión mediática. Se produjo una fuerte controversia pública, que poco a poco fue perdiendo peso a medida que los rumores sobre extrañas apariciones en el cementerio de Chesnut Hill comenzaron a ganar espacio en la prensa.

Se habló de criaturas difusas, oscuras como sombras, moviéndose entre los árboles añosos, devorando ranas, aves y gatos; incluso se hallaron rastros de una mortaja, de un vestido desgarrado y tibias roídas que sugerían la posibilidad de que las profanaciones seguían realizándose de forma sistemática.

La otra posibilidad, demasiado horrorosa siquiera para concebirla, era que Mercy Brown salía regularmente de su tumba.

Se sabe que cuando Bram Stoker viajó a Nueva Inglaterra se interesó vivamente en el caso de Mercy Brown; y que al menos el episodio de la exhumación de Lucy Westenra en la novela de vampiros: Drácula (Dracula), rito encabezado por el profesor Abraham Van Helsing, está parcialmente basados en su historia.

Otro dato a destacar manifiesta que miembro ilustre de la comunidad de Rhode Island, H.P. Lovecraft; se refiere directamente al caso de Mercy Brown en su relato de terror: La casa maldita (The Shunned House).



FUENTE: elespejogotico.blogspot.com.ar


miércoles, 18 de noviembre de 2015

La sangre y los vampiros - Artículos



Las leyendas no suelen ser rígidas respecto a la supuesta necesidad de los vampiros por beber sangre. Más aún, la sangre es apenas una de las tantas posibilidades que conforman los hábitos alimenticios de los vampiros.

Durante la Edad Media se creía que los vampiros comían únicamente la carne descompuesta de los muertos, incluso que roían viejas tibias al estilo de los trolls; y que preferían estos manjares por encima de la sangre de los vivos.

De hecho, abundan los relatos de vampiros que se entretienen en roer sus propias extremidades en las largas horas de hastío de la tumba.

Recién a mediados de la Edad Media se comenzó a hablar de vampiros que bebían sangre despreciando otros fluidos y tejidos humanos.

Beber únicamente sangre es un refinamiento propio de la literatura, no de la leyenda; salvo algunos casos aislados donde se denuncia la presencia de vampiros con necesidades alimentarias que se ajustan a algún trauma de su historia personal, como el caso de Lilith, la madre de los vampiros; o los Bluatsauger, por ejemplo.

Con la llegada de los vampiros a la novela gótica empezó a hablarse de ellos como bebedores de sangre y no como simples carroñeros de ultratumba.

Uno de los primeros ejemplos de vampiros que beben sangre se da en la novela: Varney el vampiro, o El festín de sangre (Varney the Vampire, or the Feast of Blood), de Thomas Peckett Prest, publicada por entregas entre 1645 y 1847.

Pero fue el arribo de Carmilla (Carmilla), de Sheridan Le Fanu, pero sobre todo con Drácula (Dracula), de Bram Stoker, los que determinaron un cambio radical en la naturaleza de los vampiros.

Se volvieron más refinados, más civilizados; perdieron radicalmente aquella naturaleza bestial, anómala, permitiéndoles guardar la compostura entre los mortales salvo que detectaran una pequeña gota de sangre.

El simbolismo de la sangre y los vampiros es bastante claro y no necesita mayores interpretaciones. Pero la ausencia de sangre en las viejas leyendas de vampiros responde a una economía de recursos. El concepto que buscaban reflejar ya era lo suficientemente claro como para recurrir a tales astucias.

Recordemos que en las leyendas de vampiros éstos son seres bastante desagradables, literalmente muertos que caminan y se mueven bajo las sombras de la noche, buscando cadáveres, ratas y viejos huesos para roer.

El horror que despedían era visible y no ofrecía dudas, de forma que acentuar su naturaleza diabólica a través de un rasgo menor, como lo es beber sangre, no solo resultaba peligrosamente redundante sino procaz.

La sangre solo se volvió importante cuando los vampiros fueron perdiendo sus características bestiales y, quizás para sobrevivir, adoptaron los hábitos de sus presas, en este caso, el ser humano. Solo entonces empezaron a beber sangre regularmente.

Podemos pensar que, en cierta forma, se trata de una evolución; es decir, del depredador que cambia radicalmente sus estrategias de cacería para adaptarse a los nuevos tiempos.

Pero también podemos verlo como una degradación, un retroceso en la dignidad del cazador. Imaginemos por un momento lo indigno que podría ser para un lobo disfrazarse de ciervo, comportarse y vivir entre ellos para poder cazarlos.

Esta metamorfosis del vampiro hacia una forma de humanidad inarticulada no evidencia directamente sus características diabólicas, por el contrario, las oculta.

Solo en la sangre, en esa sed inapelable que no es otra cosa que un llamado a las raíces, a regresar a los instintos primarios del depredador nocturno, donde queda de manifiesto que los vampiros son, en definitiva, lo que nunca debieron dejar de ser.


FUENTE: elespejogotico.blogspot.com.ar


Oscar el gato que predice la muerte - Artículos



Desde siempre se creyó que los gatos habitan en el umbral que separa a los vivos de los muertos. En consecuencia, resulta lógico pensar que la frecuentación con esa frontera los hace aptos para ver quién la cruza, cómo y cuándo.

Tal es el caso de Oscar, un gato de diez años de edad, adoptado en 2006 por las enfermeras de la Unidad de Demencia Avanzada de Providence, Rhode Island; quien rápidamente se ganó el cariño del personal médico y cierta desconfianza de los pacientes.

En los primeros seis meses de estadía en aquella institución los médicos comenzaron a notar un comportamiento inusual en el gato. No parecía deambular de forma errática, tal como lo hacen los gatos al recorrer los límites de su territorio. Oscar, de hecho, realizaba sus rondas como un médico más, donde visitaba a ciertos pacientes y los olía con particular interés.

No transcurrió demasiado tiempo para advertir que cuando el gato se sentaba sobre la cama de un paciente, éste moría a las pocas horas.

La tasa de aciertos de Oscar era tan impresionante que incluso el doctor Davis Dosa, geriatra de la institución y profesor de la Universidad Brown, sostuvo directamente que el gato sabía cuándo uno de los residentes estaba a punto de morir.

En 2010 el doctor Dosa llegó a publicar un interesante libro titulado: Haciendo rondas con Oscar: el extraordinario don de un gato extraordinario (Making Rounds With Oscar: The Extraordinary Gift of an Ordinary Cat), donde revela algunos datos estremecedores sobre los poderes predictivos del animal.

Esta explosión de popularidad del gato llevó a las autoridades a convocar a otro especialista: el doctor Joan Teno, experto en el cuidado de enfermos terminales. En menos de dos meses llegó a la conclusión de que Oscar había pronosticado con precisión la muerte de trece pacientes.

Oscar llegó incluso a rechazar los pronósticos médicos. Por ejemplo, en casos donde los doctores habían anunciado la muerte inminente de alguien sin que el gato siquiera apareciera por su cuarto. En estos casos, todos los pacientes vivieron al menos una semana por encima de las expectativas de la ciencia.

A comienzos del 2015 Oscar llevaba realizados al menos 90 pronósticos de muerte exactos. Su precisión es tan notable que cada vez que el gato decide sentarse en la cama de un paciente las enfermeras se lo comunican inmediatamente a sus familiares.

Durante el auge de las predicciones de Oscar, allá por 2009, Stephen King anunció el proyecto de escribir la secuela de El resplandor (The Shinning), que recién aparecería en 2012. Doctor sueño (Doctor Sleep) retrata la historia de Danny Torrance, el niño de El resplandor, ya adulto, alcohólico en recuperación, que se desempeña como acompañante terapéutico en un geriátrico, donde ayuda a los ancianos en su transición hacia la muerte.

Pero Dan Torrance no es el único capaz de predecir la muerte. La institución posee un gato, Azzie, que también comparte ese poder. Cuando esto ocurre se acurruca en la cama del paciente y aguarda, entre siestas y ronroneos, la llegada de la muerte.

Las similitudes entre ambos gatos no son casuales. El propio Stephen King admitió haberse inspirado en Oscar para retratar no solo las facultades asombrosas de Azzie, sino las de Dan Torrance, el Doctor Sueño, especie de versión humana de estos sigilosos guardianes que transitan la frontera con el más allá.


FUENTE: elespejogotico.blogspot.com.ar

martes, 17 de noviembre de 2015

La leyenda de Mary Ann - Historias de terror



(Anónima escribiendo en un sitio oscuro de la web)

Antes que nada debo decir que soy una novata en esta página, y aunque me gustan las historias de terror, no se casi nada de leyendas urbanas. Escribo esto porque hace poco un amigo mío que acaba de llegar de Inglaterra me contó un mito anglosajón que me gustó mucho, y es el que voy a relataros tal como me lo contó a mí:

Todo empezó en Tetbury, una pequeña localidad de la campiña inglesa, situada a unos cuarenta minutos de Oxford. Hacía muchos años, en aquella localidad había vivido una chica guapísima llamada Mary Ann Sawford. Su dorada melena rubia, su cuerpo escultural y un rostro de facciones perfectas la convertían siempre en el centro de atención. Con una sola mirada de sus preciosos ojos azules todos los chicos del pueblo caían rendidos a sus pies.

Pero, pese a su belleza, Mary Ann no era un ángel. Su soberbia y su arrogancia no tenían límites, pensaba que por ser tan hermosa era superior al resto del mundo. Esto hizo que con el tiempo la envidia que sentían las chicas del pueblo hacia ella se convirtiera en un odio profundo.

A Mary Ann le gustaba molestar especialmente a una chica jorobada de nombre Elizabeth, la cual tuvo que aguantar sus insultos constantes durante muchos años. Un día, Mary Ann se superó a si misma y humilló a Elizabeth delante de Robert, el chico a quien amaba; partiéndole el corazón en trozos a la pobre jorobada.

Tres días más tarde, Elizabeth fue colérica a buscar a Mary Ann. Cuando la encontró le arrojó aceite hirviendo en la cara por venganza. Mary Ann logró sobrevivir al ataque, pero pagó un precio muy alto. Su cara angelical había quedado brutalmente desfigurada, tenía quemaduras graves en el pecho y cuello, y había perdido parte de su reluciente melena.

Cuentan que la primera vez que Mary Ann vio su nuevo aspecto pasó toda la noche gritando, y que sus alaridos desgarradores resonaron por todo Tetbury. Tras aquello, Mary Ann no volvió a ser la misma persona. Pasaba los días enteros encerrada a cal y canto en su casa, sin permitir visitas. Tapaba todos sus espejos para evitar verse reflejada en ellos, y dedicaba largas horas peinándose el poco pelo que le quedaba, mientras se repetía una y otra vez que ella era la chica más guapa del pueblo. Con el tiempo la protagonista de esta historia fue enloqueciendo y un día, incapaz de soportarlo más destapó uno de sus espejos, inmediatamente al verse reflejada en él lo rompió en pedazos, y uso uno de los trozos filosos de cristal para cortarse las venas.

Días después encontraron su cuerpo desangrado encima de los restos del espejo. La enterraron en el cementerio del pueblo. Nadie acudió al funeral. Transcurridos unos años desde su muerte empezaron a correr extraños rumores por Tetbury. Se decía que el espíritu de Mary Ann no había abandonado este mundo, y que aún se podía contactar con ella si se la invocaba.

Mi amigo me contó que para lograrlo, debes estar solo en tu casa y esperar a que se haga de noche. Entonces tienes que escribir el nombre de Mary Ann en un espejo, y acostarte. A la mañana siguiente ese espejo estará roto, y tu reflejo habrá desaparecido para siempre. En su lugar, cada vez que te asomes a un espejo aparecerá el rostro desfigurado de Mary Ann, observando cada movimiento que hagas mientras se peina con delicadeza su raída melena.

Al principio pensarás que son alucinaciones pasajeras, pero poco a poco empezarás a verla en todas partes, en el cristal de la ducha, en las ventanas, en el monitor del ordenador; hasta en los sueños… la espantosa cara de Mary Ann te acosará como una sombra inseparable, y si se lo cuentas a alguien pensará que te has vuelto loco. La medicación no podrá ayudarte, tu vida irá a peor hasta llegar al punto en el que, harto de ver su horrenda cara, rompas uno de los espejos en los que se refleja. Ese día, morirás.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Nigromancia: el arte de convocar a los muertos - Articulos



La invocación de los muertos, ya sea para realizar consultas, formular profecías o simplemente para utilizarlos con propósitos mágicos, es un hábito que se originó en la noche de los tiempos.

Desde entonces la nigromancia ha sido considerada una práctica peligrosa, repulsiva, asociada a la brujería y la magia negra, lo cual no ha impedido que se la siga practicando en todas las culturas del mundo.

La nigromancia se basa en la idea de que la muerte otorga ciertos conocimientos sobre el pasado, el presente y el futuro, y que los muertos pueden ser obligados a trasmitirla siguiendo una serie de ritos mágicos.

En este contexto, el peligro de la nigromancia procede de los muertos, a quienes no les gusta ser perturbados e incluso se muestran agresivos cuando se los invoca por la fuerza.

En 1801, el ocultista Francis Barrett definió así a la nigromancia en su libro prohibido: El mago (The Magus).

«(la nigromancia) obtiene ese nombre ya que trabaja con los cadáveres y obtiene respuestas de fantasmas, apariciones y espíritus subterráneos, permitiéndoles salir de la cáscara de la muerte mediante infernales encantamientos, diabólicas invocaciones, sacrificios, y abominables oblaciones».

La profesión de los nigromantes es muy antigua. En la Antigua Grecia se los conocía como «evocadores», es decir, aquellos que eran capaces de invocar a las almas de los difuntos. Los mitos bíblicos también dan cuenta de sus actividades; de hecho, el Libro de Samuel, en el Antiguo Testamento, conserva una de las más famosas historias de nigromantes.

La Ley Mosaica prescribía la pena de muerte para todos los nigromantes (Levítico 20:27), aunque esta prohibición no siempre era observada en momentos de gran desesperación. Uno de los infractores fue nada menos que el rey Saúl de Israel, más precisamente durante su enfrentamiento con los filisteos, patrocinados por su rival más acérrimo, David.

Indeciso acerca de qué acción era más conveniente, Saúl le rezó a los profetas, pidiéndoles guía, pero éstos no respondieron. Entonces recurrió a la nigromancia. Consultó a la bruja de Endor, una prestigiosa pitonisa, quien realizó un oscuro ritual que obligó al espíritu del profeta Samuel a regresar de la muerte.

El profeta, visiblemente disgustado por la invocación, solo le trajo malas noticias a Saúl: los filisteos vencerían, David sería el nuevo rey y Saúl y sus hijos serían asesinados. Luego, el espíritu se desapareció.

Aquella profecía se cumplió, al menos en parte. Los filisteos vencieron, Saúl fue herido en batalla y luego se suicidó. David se convirtió en el nuevo rey de Israel, y la bruja de Endor permaneció en su cargo.

Este viejo mito hebreo registra una de las formas más comunes de la nigromancia: la invocación de los muertos. Sin embargo, hay otras facetas aún más horrorosas.

Otra reputada forma de nigromancia es la reanimación de cadáveres. No hablamos de revivir biológicamente un cuerpo muerto, sino de animarlo durante un lapso de tiempo al obligar al espíritu a regresar temporalmente a su cadáver.

Los rituales de la nigromancia varían notablemente: algunos se realizan en los cementerios, de noche, bajo la luna llena; mientras que otros, en cambio, se practican en recintos cerrados. Lo importante, en todo caso, no es el lugar donde se practica el rito sino la preparación del nigromante.

Los días que preceden a la invocación de los muertos son decisivos. El nigromante debe meditar mucho sobre el muerto que va a invocar, pero sobre todo obtener el visto bueno de las deidades del inframundo, sobre todo de Hécate.

Esto se logra realizando pequeños sacrificios y una dieta repulsiva: vinos agrios, pan negro y carne cruda de perro; según se dice, el manjar predilecto de los infiernos.

Algunos libros que registran los oscuros ritos medievales, como el Malleus Maleficarum, sostienen que los nigromantes comen diariamente la carne corrupta de los cadáveres insepultos. Esto, se cree, impide que los muertos invocados ataquen al nigromante, por quien sienten el más vivo rencor.

Si bien en casi todas las regiones se establecieron leyes en contra de la nigromancia, todos los pueblos la practicaron, pero solo los hebreos la consideraron una abominación.

En la República, Platón condena a la nigromancia como una práctica fraudulenta y reclama duras sanciones para quienes observen sus ritos. En este caso, Platón no creía que los nigromantes realmente fuesen capaces de invocar a los muertos, y mucho menos de revivirlos; solo los denuncia como simples estafadores.

Los cristianos, en cambio, sí creían en los poderes de los nigromantes; aunque no en la posibilidad de que los muertos regresen de ninguna forma concebible. Distintos tratados demonológicos afirman que no son los muertos quienes responden las consultas del nigromante, sino demonios que asumen la apariencia y el discurso de las almas humanas.

Tal vez la costumbre más odiosa de la nigromancia, y la más practicada de todas, aún por encima de la invocación con fines informativos, consiste en forzar a las almas de los muertos a realizar tareas indignas, casi siempre venganzas solicitadas por un tercero, que naturalmente pagaba una buena suma de dinero por el servicio.

En este sentido, el nigromante enviaba el espíritu hacia una persona en particular para causarle pesadillas, enfermedades y toda clase de infortunios.

Posteriormente, la teosofía asoció esta técnica de los nigromantes con el uso de parásitos, larvas y gusanos del plano astral; es decir, criaturas no humanas del bajo astral y formas del pensamiento; las cuales pueden ser dirigidas sobre un objetivo preciso aunque su influencia rara vez se prolonga más de unas pocas semanas.

Las leyendas de íncubos y súcubos se relacionan directamente con este tipo de prácticas nigrománticas.

La reanimación de cadáveres es, sin lugar a dudas, la práctica más misteriosa de la nigromancia.

Tal práctica es compleja, prolongada, y con matices mórbidos que exigen de nosotros la más extrema prudencia. Reproducir este tipo de ritos de forma detallada sería realmente peligroso, de modo que solo daremos cuenta de una o dos curiosidades de forma más bien genérica.

En todos los rituales de reanimación, el cadáver siempre es colocado de pie en un dispositivo de hierro. Se queman hierbas mágicas sobre el vientre, la cabeza y el pecho. Los labios fríos se untan con la sangre del propio nigromante, como ya se dijo, nutrida por una dieta repulsiva.

Entonces comienzan los encantamientos, cuyo objetivo principal es hacer que el espíritu de la persona muerta regrese a su cadáver. Esto rara vez se consigue en las primeras horas. Normalmente el nigromante debe probar su vínculo con Hécate y otros dioses infernales para que el espíritu obedezca sus órdenes.

La boca del muerto es abierta utilizando un dispositivo de metal, usualmente de plomo. El nigromante acerca sus labios a la abertura y pronuncia una serie de órdenes y amenazas. Si lo asombroso ocurre, pasará solo en ese momento. La literatura clásica nos ofrece vívidas descripciones de esta práctica de los nigromantes. El Canto VI de la Farsalia, de Lucano, relata el oscuro episodio de Ericta, una vil nigromante que reanima los cadáveres de los soldados muertos de la tropa de Pompeyo Magno, enemigo de Julio César. El procedimiento consistía en cortarles el cuello, colocarlos en una catacumba, de pie, completamente armados, y acto seguido respirar sobre ellos el hálito de las lamias.

El rito continuaba con la total apertura de la caja torácica, donde eran vertidas serpientes, sangre y hierbas mágicas. El cuerpo era dejado en la oscuridad durante tres noches consecutivas. Luego se los untaba con preparados diabólicos a base de tripas, piel de hiena, aceites y huesos. La propia Ericta realizaba sobre ellos una especie de comercio carnal de ultratumba, montando a los cadáveres de forma escandalosa.

Por las venas de los soldados difuntos corría un líquido negruzco que Lucano no detalla, lo cual les permitía atacar con una ferocidad inusitada aunque sus fuerzas declinaban rápidamente. Según se dice, de esta forma las tropas de Pompeyo Magno alcanzaron varias victorias memorables.

Si bien la obra quedó inconclusa, los diez cantos de la Farsalia conforman el documento más completo sobre la nigromancia en Roma.

Sin embargo, el documento más antiguo que se converva a propósito de la nigromancia es nada menos que la Odisea, de Homero.

Bajo la dirección de Circe, una poderosa hechicera, Odiseo viaja al inframundo, es decir, efectúa lo que se conocía como katabasis, el descenso hacia las regiones sombrías, con el objetivo de obtener conocimiento y la ayuda de los muertos.

Irónico, Ovidio se burla de esta tradición en las Metamorfosis, y sostiene que los muertos solo simulan cierta ofuscación cuando son invocados. De hecho, aclara que éstos no son arrancados del inframundo propiamente dicho, sino de una región límbica —especie de mercado grotesco— donde los muertos se reúnen para intercambiar noticias y rumores sobre los vivos.

Ya en la Edad Media, el término «nigromancia» agrupaba otras actividades además de la invocación de espíritus y la reanimación de cadáveres. En general, refería a toda práctica satánica, desde los pactos con el diablo a la utilización de espíritus elementales para obtener riquezas, sabiduría y amor.

En este período, los nigromantes dejaron de ser vistos como personajes al margen de todo culto o adoración en particular. Se creyó que sus ritos blasfemos solo podían ser realizados con éxito con la ayuda del demonio, en cuyo caso se los transformó en sirvientes del infierno, como las brujas y los hechiceros.

La nigromancia fue condenada por el Vaticano y considerada una práctica prohibida; lo cual, lejos de negar su eficacia, solo sirvió para elevar su prestigio como posibilidad real.

La inquisición la asoció directamente con la brujería; y aunque algunas brujas podían obtener el perdón y escapar del fuego si se arrepentían, los nigromantes carecían de ese beneficio. Su destino, con o sin confesión de por medio, fue la hoguera.

Incluso dentro de los libros clásicos de ocultismo y esoterismo, y aún en obras satanistas, la nigromancia fue vista como una herejía imperdonable. En otras palabras, hasta la magia negra la rechazó abiertamente.

Semejante nivel de prohibición nos hace sospechar de la enorme popularidad de la nigromancia. De hecho, ni siquiera el sillón pontificio estuvo libre de acusaciones.

En 1080, durante el Concilio de Brixen, el papa Gregorio VII fue acusado formalmente de practicar la nigromancia. En 1409, durante el Concilio de Pisa, el papa Benedicto XIII también fue denunciado por el mismo cargo, con el agregado de haber contratado una corte de nigromantes para efectuar siniestros ritos en los salones del Vaticano.

Algo similar ocurrió con el papa Silvestre II, en quien se vio a un oscuro nigromante que logró traer al mundo a una súcubo muy famosa: Meridiana.


AUTOR: (Aelfwine) Sebastián Beringheli para elespejogotico.blogspot.com.ar


 
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