jueves, 18 de septiembre de 2014

The Holder of Nothing (El Portador de la Nada) - Historias de terror y Creepypastas



En cualquier cuidad, en cualquier pueblo, ve a cualquier institución mental o centro de rehabilitación a la que tengas acceso. Cuando llegues a la recepción, pide visitar aquel que se hace llamar “The Holder of Nothing”. Se debería impregnar una mirada de enorme disgusto en el rostro del empleado. Serás entonces llevado a un edificio distinto, uno que aparenta ser una antigua casa de madera. Dentro habrá un interminable corredor más extenso que la morada misma.

Estará completamente en silencio. Intentar hacer un ruido en el momento equivocado es un severo y lamentable error. Te darás cuenta de que las luces en el pasillo se irán haciendo más y más brillantes mientras te abres camino hacia el final, pronto siendo cegado por su resplandor. Si en algún momento las mismas se apagan, grita rápidamente “¡No!, ¡alto! ¡Lo que estás haciendo está mal!”, mientras retrocedes. Si la luz no vuelve, retírate por la puerta que entraste; debería seguir abierta, ojalá no estés muy lejos del acceso cuando comience a cerrarse. Si lo hace, una eternidad en el infierno sería por mucho preferible a lo que sufrirás.

Si la iluminación se restablece, continúa caminando por el corredor. Al final de éste habrá una única celda; el empleado la abrirá para ti mientras te mira con disgusto. Dentro habrá un excéntrico pastiche de colores dispuesto en diversas formaciones como arlequines. No debes ser distraído por ellas. En el centro del lugar estará una joven mujer desnuda, cubierta en sangre y atada por tiras de tendón humano. Si quitas tus ojos de ella aunque sea por un momento, te destruirá total y completamente. Solo responderá a una pregunta: “¿Qué eran ellos cuando eran uno?”.

Ella te mirará directo a los ojos y dirá la respuesta en increíble detalle. Será distinto a todo lo que hayas oído; estarás al borde tanto del éxtasis como la agonía por sus meras palabras. No es raro para un buscador perderse en la euforia. Como sea, la peor cosa que puedes hacer es ver el tatuaje en su pecho. Tu mente estará tentada en observarlo, pero debes resistir. Si lo haces, y estúpidamente colocas tu vista sobre él, caerás victima de sus terribles poderes. Te desollará vivo y añadirá tu carne a sus ataduras. Quedarás atrapado con ella, totalmente consciente, por el resto del tiempo.

El tatuaje es el objeto 4 de 538. Ellos desean ser uno otra vez, pero no deben serlo.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

The Holder of The Eternity (El Portador de la Eternidad) - Historias de terror y Creepypastas



En cualquier cuidad, en cualquier pueblo, ve a cualquier institución mental o centro de rehabilitación a la que tengas acceso. Cuando llegues a la recepción, pide visitar aquel que se hace llamar “The Holder of The Eternity”. Un suspiro podría salir del sujeto quien te mirará con suma lástima. Te llevarán por un tramo de escaleras a lo que debería ser el sótano del edificio; sin embargo no lo es.

A medida que progreses por el vientre del edificio, comenzarás a escuchar un conjunto de gritos. Al principio será apenas audible, como si se originara en un punto distante; pero cuanto más te acerques al final del corredor, más ruidosos se volverán, hasta que resuenen tan fuerte que pareciesen consumir todos los demás sonidos. Pronto, el estruendo se volverá tan doloroso que sentirás la implacable necesidad de desgarrarte tus propios oídos para escapar de él. Es aconsejable resistir este impulso, o será imposible finalizar tu búsqueda. El empleado te mostrará una puerta, cubriéndose ambos oídos mientras lo hace. Tan rápido como pueda, la abrirá y huirá, dejándote sólo en este estrecho y oscuro pasillo.

Ésta será tu última oportunidad de escapar, si así lo decides vete. Pero si deseas continuar, ingresa; el perforador lamento acabará abruptamente dejando tus oídos zumbantes. El cuarto al que entrarás estará cubierto en una casi tangible y consumidora oscuridad, excepto por el lejano extremo de la habitación. Allí, esposado a la pared, estará una figura famélica cubierta en carne cruda. Te mirará fijamente con una maníaca expresión plantada en su rostro a pesar de estar lleno de heridas y con un escalpelo a medio enterrar en su pecho. Ahora será tu única oportunidad para salvarte, y la única manera es preguntar “¿Quién los creó?”

El cacareará agónicamente aquel lamento que precede a la muerte, como un animal que sufre su inevitable fin antes de responder. El suyo será el más terrible cuento que jamás hayas escuchado, yendo más allá de tan primitivos conceptos como el dolor y la muerte. Se profundizará en la pura esencia de la maldad; aquellos de mente débil se pierden en la locura al oír la historia del sujeto, así que mantente fuerte, no importa cuán frágil se pueda sentir tu mente.

Cuando acabe, dependerá de ti dar fin a su vida, liberándolo de su terrible carga. Remueve el escalpelo. Se estremecerá sufridamente antes de caer en silencio… por siempre.

Ese escalpelo es el Objeto 3 de 538. Está en ti si los demás deben ser protegidos o destruidos.

martes, 16 de septiembre de 2014

The Holder of The Beginning (El Portador del Comienzo) - Historias de terror y Creepypastas



En cualquier ciudad, en cualquier pueblo, ve a cualquier institución mental o centro de rehabilitación a la que tengas acceso. Cuando llegues a la recepción, pide visitar aquel que se hace llamar “The Holder of The Beggining”. Una ligera sonrisa se abrirá paso en la boca de la persona, casi como si fuera a decir, “vaya estúpido”.

Serás entonces llevado por un corredor. Aparentemente dirigido a un lugar que no debería estar. Físicamente, este espacio no debería existir en ninguna parte de la institución, sin embargo lo hace. El pasillo estará un en silencio eterno, incluso si intentas hacer ruido. Los gritos morirán antes de salir de tu boca, y las pisadas serán mitigadas. Tu guía simplemente señalará la puerta.

Si ingresas, encontrarás un cómodo cuarto lleno de una placentera, pero indefinible, esencia a perfume. En el centro del mismo, verás una hermosa mujer posicionando sus brazos como si acunara algo; al ver más de cerca te darás cuenta que, de hecho, no está cargando nada en absoluto. Este cuarto se mantendrá tan silencioso como el corredor del que llegaste, no importa cuanto intentes alterarlo. La única excepción es que hagas la pregunta “¿Por qué fueron separados?”.

La mujer entonces te explicará, con insoportable detalle, cada aterrador evento en la historia, cada lucha, cada guerra y cada violación. Ningún evento en la historia del universo escapará de tus oídos. Cuando acabe, todo caerá en el silencio. Eres libre de hacer lo que te plazca con esta información.

Esa mujer es el Objeto 2 de 538. Está en ti si son juntados o no.

lunes, 15 de septiembre de 2014

La broma del perro-araña mutante - Videos divertidos



Los polacos Sylwester Wardega han conseguido que su última broma con cámara oculta se haga viral en las redes, donde acumula más de 86 millones de visitas.

Un perro disfrazado de araña mutante ha logrado hacer gritar a más de una victima acechada en la oscuridad y en los rincones más inesperados.

Además del papel fundamental del perro actor, la broma está aderezada con una impactante y terrorífica puesta en escena: Cuerpos humanos colgados y envueltos por lo que parece ser una telaraña, un supuesto cadáver dentro del ascensor que va a utilizar la próxima víctima, o un currado escenario con trampas por toda la ciudad parecen haber sido la clave del éxito de esta broma.

La oscuridad de la noche es, sin duda, otro factor importante, algo que supieron aprovechar muy bien los chicos de Sylwester Wardega a la hora de elegir a un perro de pelaje negro para vestirlo de tarántula gigante.

Y es que quién no se sugestionaría con esos terroríficos escenarios mientras que aparece un "bicho" gigante con 8 enormes patas y te persigue.


The Holder of the End (El Portador del Fin) - Historias de terror y Creepypastas



En cualquier ciudad, en cualquier pueblo, ve a cualquier institución mental o centro de rehabilitación a la que tengas acceso. Cuando llegues a la recepción, pide visitar aquel que se hace llamar “The Holder of the End”. Un rostro que denota temor debería venir desde los empleados; serás en seguida llevado a una celda en el edificio. Estará en una profundamente escondida sección del lugar. Todo lo que oirás es el sonido de alguien hablando consigo mismo en el eco de las paredes. Es un lenguaje que no comprenderás, pero toda tu alma sentirá un terror indescriptible.

Debería parar de hablar en cualquier momento, entonces detente y rápidamente di en voz alta “Sólo estaba de paso, deseo hablar”. Si el silencio persiste, huye. Vete, no te detengas por nada, no vayas a casa, no te quedes en una posada, solo sigue corriendo; duerme cuando tu cuerpo caiga. Ya sabrás en la mañana si tu escape fue efectivo.

Si la voz en el pasillo regresa después de que dijiste esas palabras, continúa. Al alcanzar la celda lo único que verás es un cuarto sin ventanas con una persona en la esquina, hablando un lenguaje desconocido y acunando algo. La persona sólo responderá a una sola pregunta “¿Qué pasa cuando todos son reunidos?”.
La persona te mirará fijamente a los ojos y responderá tu pregunta en terrible detalle. Muchos se vuelven locos en esa misma celda, algunos desaparecen después del encuentro y unos cuantos acaban con sus vidas. Pero la mayoría hace lo peor, miran el objeto en las manos de la persona. Tú también querrás hacerlo. Estás advertido de que si lo haces, tu muerte será una con crueldad e implacable terror.

Tu fin estará en ese cuarto, en las manos de esa persona.

Ese objeto es 1 de 538. Nunca deben estar juntos.

jueves, 11 de septiembre de 2014

The Holders (Los Portadores) - Historias de terror y Creepypastas



En cualquier ciudad, en cualquier pueblo, hay una institución mental o centro de rehabilitación donde puedes intentar ir por un objeto. Había 2538 de ellos, pero dos mil se perdieron.

Los 538 restantes no deben estar juntos. Jamás.

Estas narraciones han sido recogidas de varias fuentes, muchas de ellas cuestionables. Aunque Todas tienen una trama similar: cuentan la historia de una serie de Objetos, los cuales, de ser reunidos, traerán horribles consecuencias, detalles que conducen a muchos a la locura.

La veracidad de las historias siempre ha estado en duda; así es como estaba predestinado ser. Nadie sabe si esos Objetos son reales, o si de hecho, hay un número fijo de los mismos que existen en el mundo y que anhelan una reunión con los suyos.

La especulación corre desenfrenada.

Parte de lo que hace a los relatos de The Holders tan incitante es la posibilidad de que cualquier persona pueda ir a una institución de ayuda especial y someterse a una prueba de vigor para conseguir un Objeto.

Algunos de los Holders han publicado sus propias historias añadiéndole misterio a una tétrica y enervadora serie.

Los Portadores, por si mismos, han saltado a los campos del reino y la sabiduría de tiempos inmemorables, ya que los Objetos están impacientes por su reunión. Y aunque sean poderosos y temibles, carecen de la habilidad para agruparse por su propia voluntad. Por lo tanto se ven obligados a convocar la ayuda de ciertos individuos que se convierten en Buscadores o Seekers en inglés, y cuentan con historias tan retorcidas y detestables como la de los mismos Objetos.

Los Buscadores han emprendido su viaje por tres razones principales: buscar Poder, buscar Reunión o buscar Separación. Sus metas son conocidas por convertirlos en villanos y en monstruos. Sólo podemos esperar que aquellos de corazón justo prevalezcan sobre estos seres.

Quizá haya una buena razón para que hayas llegado a este sitio, querido lector. Los Objetos han de estar convocándote.

¿Responderás su llamada?

jueves, 4 de septiembre de 2014

Leyenda de una mujer gorda - Historias de terror


Tomábamos unas copas en el living del Chueco Álvarez, que acababa de divorciarse de su mujer. Afuera, la noche era fresca y apacible; no obstante, a la hora de la cena se vio perturbada por un extraño ruido metálico proveniente desde la calle. Los perros vecinos de inmediato comenzaron a ladrar, y el Gordo Ahumada se apresuró a levantarse del sillón para echar un vistazo a través de la ventana.

-¿Y eso?- preguntó, escudriñando con insistencia la oscuridad del exterior.

El Chueco hizo un vago gesto de fastidio.

-Es una loca. Todos los días, a esta hora, pasa por aquí.

-¿Y ese ruido de latas?

-La loca anda en una silla de ruedas, porque es muy gorda y apenas puede moverse- explicó a desgano el Chueco-.

Alguien, o quizás ella misma, ató unas latas a la silla, y las arrastra por toda la calle, produciendo ese ruido infernal. Nosotros ya estamos acostumbrados, de hecho a veces ni lo escuchamos, pero es evidente que los perros no piensan de la misma manera. Y en cuanto a verla…- señaló al Gordo Ahumada, quien, tozudamente, seguía tratando de ver algo a través de los vidrios del ventanal- …No lo aconsejo. Es un espectáculo muy desagradable de ver. De verdad.

-Pues yo quiero verla- porfió el Gordo, haciéndose pantalla con ambas manos para que el reflejo de la lámpara del living no lo molestara.

-Y yo también- no pude menos que decir.

-Les advierto…- insistió el Chueco, algo intranquilo.

Pero ya era tarde, porque en ese momento, bajo la luz de la farola de la esquina, pudimos verla por primera vez. Atravesaba la calle muy lentamente, montada en una silla de ruedas de aspecto maltrecho. Las latas, atadas a la silla con cordeles de nylon, la seguían como una estela entrechocándose entre sí y tintineando. Sin embargo, esta imagen, que ya de por sí era patética y representaba gran parte de la desgracia humana, distaba mucho de ser lo peor. Lo peor era la mujer misma. Además de tener un aspecto totalmente desaseado, como si no se hubiese bañado ni cambiado la ropa en años, su cuerpo era deforme. No gordo, sino deforme. Su estómago, que parecía una bolsa de arpillera colmada de cosas inimaginables, se extendía por delante de la mujer y terminaba descansando sobre sus mismas rodillas, casi como un repugnante perrito faldero. Los brazos, rollizos pero al mismo tiempo de aspecto fuertes debido al constante ejercicio, estaban surcados por venas azuladas y negruzcas, al igual que su cuello y gran parte de su rostro. Y además, la mujer susurraba. Hablaba en forma constante, en un murmullo ininteligible, como si en realidad estuviese cantando en voz baja. Cuando le señalé el descubrimiento al Chueco, éste asintió y desvió, incómodo, la vista hacia su LED de 42 pulgadas.

-Está cantando, sí. Es una canción de cuna- abrió otra cerveza, que sacó de la cubeta con hielo dispuesta sobre la mesita ratona, y se la tomó de un largo y espasmódico trago-. Quienes conocen su historia, dicen que quedó así desde la muerte de su bebé. El chico nació con problemas cardíacos, y murió a las pocas horas. La mujer no pudo soportar el dolor, y enloqueció. Su marido la internó en una clinica psiquiatrica, pero es obvio que, o bien la mujer escapó, o algún médico insensible le dio el alta y la dejó ir- señaló con la lata de cerveza hacia la ventana, como si aún pudiera verla-. Así que ahora la tenemos ahí afuera. Pasando por aquí todos los días, quién sabe hacia qué destino. Y volviendo rabiosos, de paso, a todos los perros del vecindario.

-Pobre mujer, me da lástima- comentó el Gordo, sacudiendo la cabeza-. ¿Vive por acá?

-No lo creo- dijo el Chueco, con la mirada vidriosa-. ¿Por qué? ¿Pensás ayudarla?

-Sólo preguntaba- respondió el Gordo, a la defensiva.

-Mejor sigamos viendo el partido- sugirió el Chueco, ya de malhumor.

Y le hicimos caso, porque el tema se había vuelto incómodo con rapidez. Y no volvimos a hablar de la mujer en mucho, mucho tiempo. Tal vez fueron años. Yo casi la había olvidado cuando el Chueco la volvió a mencionar. Estaba borracho cuando lo hizo, y sus ojos estaban empañados por un velo de angustia o miedo. Acababa de divorciarse de su segunda mujer, y supusimos que ese era el motivo de su expresión de desdicha. Pero la historia que tenía para contarnos era totalmente inesperada:

-¿Se acuerdan de aquella loca en silla de ruedas?- comenzó, trastabillando con sus palabras. No espero a que nosotros le respondiéramos-. Claro que se acuerdan, ¿verdad? Es difícil olvidarla, una vez que se la mira por primera vez. Son esas personas que uno desearía no conocer jamás. Sé que está mal decirlo, pero es así. La locura… la locura es la peor aberración que conoce el ser humano. Hay algo que es aterrador, y al mismo tiempo repulsivamente fascinante, en ella. Y yo, cada día de mi vida, la veía pasar por mi ventana, arrastrando aquellas malditas latas…

-¿Qué pasó, Chueco?- dijimos casi al unísono.

El Chueco volvió a tomar un sorbo de su copa (en ese entonces había cambiado la cerveza por el whisky, evolución que se debía, sin dudas, a su próspera y pujante situación económica), luego lanzó algo parecido a una risa de hiena, que nos heló la sangre.

-¿Qué pasó? Pues que murió. Eso pasó. Un coche la atropelló, a menos de dos cuadras de mi casa. Y yo… yo que nunca me meto en lo que no me importa… esa vez quise ser solidario. Quise hacer algo que está fuera de mi forma de ser. Y fue el peor error de mi vida…

-¿Por qué? ¿Acaso el espectáculo era muy cruento? ¿O sufrió mucho?

El Chueco negó con la cabeza, sin dejar de exhibir una curiosa y ladeada sonrisa de amargura.

-Cuando llegué ya estaba muerta. Eran las dos de la tarde, quizás dos y media, y a esa hora no pasaba un alma por la calle. El conductor que la atropelló salió huyendo del lugar; yo apenas pude ver un coche de color rojo doblando por la siguiente esquina. Jeremía Escobar, un viejo vecino, estaba al lado mío, y creo que fue una suerte que estuviera ahí, porque de lo contrario… bien, creo que hubiese dudado hasta de mi cordura- el Chueco se pasó una mano por los ojos humedecidos y luego siguió el relato, mirando hacia un lugar indefinido de su jardín-. La mujer, por el impacto, había sido despedida de la silla. Creo que era una silla adaptada, porque nadie de su corpulencia hubiese podido entrar en una silla de ruedas común y corriente. Su cuerpo había quedado en posición fetal, y la cabeza… bueno, la cabeza se había estrellado contra el cordón de la vereda. Su cráneo se había abierto como una nuez…

-Jesús bendito- murmuró el Gordo, dejando su cerveza a un lado.

-Eso no fue lo peor. Es decir, he visto cosas feas, y también tuve la desgracia de presenciar muchos accidentes. Pero esa mujer… Con el viejo Jeremía nos acercamos y le controlamos el pulso, pero era evidente que estaba muerta. El viejo sacó un celular de su bata (desde que se jubiló en una empresa automotriz, el viejo anda siempre en una bata azul) y llamó a la ambulancia, mientras yo, sin poder hacer otra cosa, me dedicaba a examinar a la mujer fallecida. Sus ojos estaban llenos de tierra, y de alguna manera se veían muy tristes... ¡Cuánto sufrimiento, cuánta locura había ahí!... Me retiré unos pasos, tal vez superado por la situación, y creo que ahí fue cuando comencé a darme cuenta. El viejo Jeremía terminó de hablar por teléfono y se acercó. Nos miramos… ¿Alguna vez sintieron una conexión psíquica con alguien? ¿Una especie de electricidad, una sintonía en común que hace que las palabras sobren? Bien, porque eso fue lo que en ese jodido instante sentí con el viejo. Había algo en esa mujer que estaba mal. Terriblemente mal. La suya no era una gordura común y corriente, Dios bendito, sino algo que en cierta forma me hacía acordar otra cosa… Y entonces fue cuando la mujer se movió. Estaba muerta, tanto el viejo como yo sabíamos que lo estaba, pero de todas maneras lo hizo.

El Chueco de repente abandonó su sillón y comenzó a pasearse por la habitación. El Gordo me miró de reojo y levantó una ceja, pero yo evité devolverle la mirada.

-La mujer muerta se movió… mejor dicho, su estómago.

-Oh, no- murmuré, casi sin darme cuenta. No sabía si quería seguir escuchando el relato. No era una historia propicia para contarla en una despreocupada reunión de amigos. Pero el Chueco había comenzado a hablar, y sabía que sería imposible pararlo.

-Yo había quedado petrificado, pero el viejo Jeremía tuvo un atisbo de reacción. Se arrodilló frente a la mujer y le habló. Creo que aún quería convencerse de que seguía viva… porque esa era la explicación más racional de todas. Pero no, bastaba echar un vistazo al cráneo de la mujer, con el cerebro derramándose sobre la alcantarilla como cera derretida, para darse cuenta de que no era así. Y entonces el estómago de la mujer se movió otra vez. El vecino, poniéndose pálido de golpe, se incorporó y se dio vuelta hacia mí. “Chueco, creo que esta mujer está embarazada”, dijo, poniendo en palabras lo que hasta ese momento no queríamos expresar. “Estás loco”, le dije, a pesar de que había llegado a la misma conclusión. “Esta mujer tiene sesenta años, es imposible que…” Pero no pude seguir hablando, porque fue entonces cuando ocurrió. El estómago de la mujer se removió una vez más… y la piel se rasgó. La sangre de inmediato oscureció su vestido amarillento. Y algo, un bulto… comenzó a brotar debajo de la tela. Juro que fue así. Se movía trazando círculos. Cuando el Viejo se acercó y retiró el vestido, vimos una mano asomándose por la barriga abierta de la mujer. Eso fue suficiente para ambos. Sin decir una palabra más, nos alejamos del lugar. Yo me encerré en mi casa, hasta creo que trabé las puertas y todo. Pero aún así, cuando minutos después la ambulancia llegó, no pude evitar mirar por la ventana. Para ese entonces había algunos curiosos en el lugar, aunque no se atrevían a acercarse demasiado, porque el espectáculo era demasiado turbador. Vi que los enfermeros bajaban de la ambulancia con una camilla, y uno de ellos se arrodillaba frente a la mujer. Fue aquel momento donde lanzaron exclamaciones de asombro. El médico que los acompañaba abrió el vientre de la mujer allí mismo, quizás pensando que salvarían a la criatura… y entonces lo sacaron.

-¿Al bebé? ¿De verdad una mujer tan vieja estaba embarazada?

-Estaba embarazada, sí, pero no era un bebé. Era un hombre adulto. Con vellos en el pubis y todo.

Creo que murió allí mismo, retorciéndose sobre el asfalto, bajo la mirada horrorizada de los transeúntes y de los médicos- tomó lo que quedaba de su copa y nos miró. Debió notar nuestra perplejidad, porque volvió a señalar hacia la ventana como si aquel monstruoso hombre-bebé aún siguiera tendido sobre la calle-. ¿Acaso no lo entienden? La mujer, luego de perder su primer bebé, volvió a embarazarse. Y decidió no despegarse de él nunca más. En todos los sentidos posibles. No volvería a perder otro bebé mientras ella estuviera viva. Lo llevaría en su vientre y lo protegería… el tiempo que fuera necesario- suspiró y agregó, con voz mucho más serena:- Creo que, por primera vez en mi vida, me alegré de no tener hijos. Y nunca los tendré. Las mujeres se ponen incomprensibles y locas cuando hay un crío de por medio. Esto que les conté, es el mejor ejemplo de todos. Claro que hay otros…

Con el Gordo volvimos a intercambiar una mirada. Porque el Chueco, tal vez sin darse cuenta, acababa de informarnos el motivo por el cual se había divorciado de sus dos anteriores mujeres.

-Bueno, es una historia… un tanto rara- dije al cabo de un momento, cortando un silencio de muerte-. Es decir, eso del bebé-hombre… me llama la atención que no haya salido en ningún periódico.

-Es lo que vi. No pido que me crean. Sólo les conté lo que vi.

Se estaba poniendo de malhumor, por lo que el Gordo se apresuró a proponer un brindis:
-Por las mujeres. Por todas las mujeres buenas que hay en el mundo.

-¡Salud!- dijimos a desgano.

Curiosamente, fue la última reunión que hicimos. Después de esa noche el grupo se disolvió y cada uno siguió su camino. Lo último que supe del Chueco fue que salía con una maestra de secundaria: la mujer, por lo que escuché, era diez años mayor que él, y las posibilidades de embarazo eran, por lo tanto, casi nulas.

Autor: Mauro Croche

martes, 2 de septiembre de 2014

Muñeca maldita - Historias de terror



20 de Diciembre
Querido Papá Noel:
Soy una niña de ocho años llamada Guadalupe. Todos me dicen Lupe así que tú también puedes llamarme así. Me he portado bien todo el año, he cumplido con la tarea de la escuela, también he sido una buena hermana al cuidar del bebé cuando mamá se va de noche y regresa a la madrugada eufórica como nunca. Así que creo que merezco un buen regalo. Ayer a la tarde vi en el centro comercial la última Barbie, esa que viene con la bañera y se le puede teñir el cabello. Sé que es un poco cara, pero creo que podrás conseguirla para mí. Porfis, Papá Noel. Porfis porfis porfis

26 de Diciembre
Querido Papá Noel:
¡Muchas gracias por la muñeca! Soy la niña más feliz de este mundo. No puedo dejar de admirarla y jugar con ella. Tiene algo extraño en su mirada, pero no importa, tal vez sean cosas mías. Te mando un saludo y te deseo un buen viaje de regreso al Polo Norte. Con cariño, Lupe
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31 de Diciembre
Querido Papá Noel:
Sé que la Navidad ya pasó y que ahora seguramente debes estar descansando en tu casita en el Polo, pero quisiera pedirte una última cosa. Quiero que te lleves la muñeca. No es mi intención parecer desagradecida, en realidad estoy muy feliz con la forma en que me trataste, pero la verdad esa muñeca me da miedo. Su mirada brilla durante la noche. A veces, sobre todo cuando mi mami no está y yo quedo sola con mi hermanito, la muñeca se mueve. Traté de tirarla o dejarla en el desván, pero de alguna manera siempre vuelve a mi habitación. Tengo miedo por el bebé. Creo que quiere hacerle daño. Así que por favor, llévatela de aquí. Esta noche la dejaré cerca de la chimenea, para que te resulte más fácil encontrarla. Te mando un beso, y espero con toda mi alma que puedas leer mi carta.
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02 de Enero
Querido Papá Noel:
Veo que no leíste mi carta. La Barbie sigue aquí. Mamá se ha quebrado el cuello.
Cayó de las escaleras cuando iba a trabajar. Ahora está en coma en el hospital, le insertaron unos tubos horribles en su boca, por lo que no puede contar lo que pasó. Aunque yo si lo sé. La muñeca se atravesó en su camino. Se colocó sobre un escalón para que mi mami tropiece. Ahora nos cuida una tía lejana, pero se va a la noche porque tiene un negocio que atender. Así que yo estoy a cargo del bebé. Ayer apenas pude dormir. Vigilo a la muñeca a todas horas, pero no sé hasta qué punto podré hacerlo. Mi único aliado es Benja, el gato. La muñeca parece tenerle terror y se esconde cada vez que él se encuentra cerca. Así que lo traje a la habitación conmigo, y juntos cuidamos a mi hermanito. Pero te repito, no sé cuánto tiempo podré aguantar esta situación. Ahora que mi mamá no está, la muñeca anda a sus anchas por la casa. Aparece en el living, después en el baño, más tarde en la cocina. Y su mirada...
Sé ahora que es la muñeca del diablo. O de su hija, si la tuviese.
Por favor, Papá Noel, sé que tienes los poderes para hacer desaparecer la muñeca. Te pido que regreses y te la lleves. Porfis porfis porfis

03 de Enero
Papá Noel:
Ahora estamos totalmente solos, el bebé y yo.
Benja apareció muerto en el patio.

03 de Enero (Noche)
Papá Noel:
Ya perdí todas esperanzas. Sé que no estás leyendo mis cartas. Estamos encerrados, mi hermanito y yo, en su dormitorio. La casa está sola, y hay ruidos afuera. Una pequeña sombra aparece por debajo de la puerta. Es ella. Es la muñeca. Se agacha y me mira a través de la hendija. Sonríe. Sus ojos brillantes me dejan sin aliento. El bebé en la cuna se mueve y comienza a rezongar. Estamos solos.
Estamos solos, Papá Noel.
Y creo que la muñeca se ha cansado de jugar: ha metido medio cuerpo debajo de la puerta, y está tratando de ingresar a la habitación.

12 de Marzo
Papá Noel:
Sé que hace rato no te escribo, porque la verdad estaba enojada contigo. No leíste ninguna de mis cartas, y por tu culpa ahora yo estoy aquí, alejada de mi casa y mi familia.
El bebé está muerto.
Mi tía lo encontró a la mañana siguiente. Yo me había quedado dormida y aunque le conté de mis intentos de protegerlo de la muñeca, no me creyó.
Hicieron una autopsia al bebé, y encontraron a la muñeca dentro de su barriguita. Aún lloro cada vez que recuerdo ese terrible momento.

Luego me trajeron aquí. Conté mi historia a la dueña del lugar, le hable sobre de la muñeca y sus ojos refulgentes. De su intento de matar a mamá, y de los crímenes que cometió contra Benja y mi hermanito. La señora me escuchó atentamente , luego me mostró un video, supuestamente registrado por la cámara que está en la habitación del bebé.

En el video aparezco yo con la muñeca, pero que no parece ser la misma, no se mueve y sus ojos no brillan en la oscuridad. Me aproximo a la cuna del bebé y comienzo a meterle la muñeca por la boca. Es un video horrible, el más horrible que vi en mi vida, y trato de apartar la mirada, pero la señora me obliga a seguir viendo. En el video comienzo a gritar cosas, mientras el bebé se pone morado y se agita sobre su cuna. Le digo que lo odio, que lo odio desde que nació, ya que por su culpa tengo que quedarme hasta altas horas de la noche cuidándolo y como consecuencia mis notas han desmejorado mucho. "Mis calificaciones en la escuela eran lo mejor de mí!!...", le grito, "... ahora soy una alumna mediocre porque no tengo suficiente tiempo para estudiar como cuando vivía únicamente con mamá, y con Benja!".

El video termina ahí. No sé qué habrá pasado después, seguramente lo cortaron. Pero a mí no me engañan. Sé que la chica de la filmación no soy yo. Es la muñeca. De alguna manera se hizo pasar por mí. En este momento estoy encerrada, mientras ella debe andar en algún lugar de la ciudad, escondida y planificando sus próximos crímenes.
Pero no importa, tarde o temprano saldré de aquí, y la encontraré. Entonces me vengaré de ella. Y también de mi mamá, por haberme encerrado en este lugar.
Y de mi tía, por no creer mi historia.
Y de la señora que me mostró el video.
Y también de ti, Papá Noel.
Por no haber escuchado mis advertencias.
Por no haber leído mis cartas.
Iré al Polo Norte y te buscaré.
Y te encontraré.
No te quepan dudas de ello.
Te enseñaré a no ignorar a las niñas desamparadas como yo.
Con cariño,
Lupe
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Autor: Mauro Croche

La verdad sobre "Rugrats" - Historias de terror y Creepypastas



Era un secreto a voces pero nadie se atrevía a contarlo: “Rugrats”, conocido en España y Latinoamérica como “Rugrats, aventuras en pañales”, estaba basada en hechos reales. Si! como lo acaban de leer. Aunque más lejos de la simpática realidad que nos narraba la serie de Nickelodeon creada por Gabor Csupo, Arlene Klasky y Paul Germain, con pañales y bebes juguetones. Estos dibujos animados tenían que ver con una historia un tanto más macabra y mórbida, con referencias al juego y a dominios de la mente. ¿Es esto la explicación a “Inland Empire” de David Lynch? El director de “Mulholland Drive” estaría encantado con la verdadera historia que está circulando por la red y se ha convertido en trending topic en redes sociales como Twitter.

Los responsables de la producción obviamente negaron que la serie este basada en sucesos reales. Sin embargo fueron otros lo que han filtrado que todo nace de la historia que vende Susie, personaje de la serie y única amiga real de Angélica, a la propia cadena para crear "Rugrats". Al parecer Susie se hizo psicóloga y decidió contar al mundo la verdad sobre Angélica, así como su muerte por sobredosis el 5 de Marzo de 1994. Ella fue su amiga y le siguió el juego en sus delirios esquizofrénicos bipolares que la hacían, aparte de adicta a los narcóticos, inventar personajes imaginarios alrededor de ella. Esos ‘amigos’ imaginarios eran los protagonistas que conocimos en la popular serie.

A continuación les adjunto la historia real que circula en la red:

"Los bebés en “Rugrats, aventuras en pañales” no existen y son producto de la imaginación de Angélica, porque su madre la ignora y la relación con su padre es poco profunda. En realidad Carlitos murió hace mucho con su mamá, por lo que Charles Finster (Carlos) es un manojo de nervios. Tommy nació muerto, por lo que Stu (Stuart/Hugo) Pickles (el padre), se la pasa en el sótano haciendo juguetes para aquel hijo que no tuvo la oportunidad de nacer, y los Devilles tuvieron que abortar. Angélica no podía saber si los bebes serían hombre o mujer, entonces inventó el mismo personaje en su cabeza, pero con diferentes géneros resultando en Phily DeVille (Filiberto) y Lily DeVille (Liliana).

En “All Grown Up!” (“Rugrats Crecidos”), Angélica era una esquizofrénica bipolar, adicta a los narcóticos. Las consecuencias que trajo esto fueron conductas que remitieron a su niñez, haciendo que sus creaciones la obsesionaran de nuevo.

Para interactuar con ellos, los hizo más ‘viejos’. La madre de Angélica murió de una sobredosis de heroína. Drew Pickles (Julio), en su depresión, se casó con una prostituta busca fortunas. El único Rugrats que no era producto de la imaginación de Angélica era Dil, pero no notaba la diferencia entre él y sus creaciones.

El más pequeño no seguía sus órdenes, y en un ataque de desesperación y enojo, lo golpea reiteradas veces gritando, a lo que Hugo llega corriendo para frenarla. Sin embargo era demasiado tarde: Dil tenía una hemorragia cerebral que produjo una inevitable deformación, la cual al crecer se hizo más evidente. Por esta razón vive siendo ridiculizado por su rareza y retardo.

En la película que viajan a París, Carlos se casa con una prostituta llamada Kira (en realidad se iba a casar con una prostituta diferente, pero sólo la quería por su dinero). Kira tenía una hija llamada Kimi Finster Watanabe que le fue arrebatada por ser adicta a la cocaína (Angélica imagina a Kimi por las historias que cuenta Kira sobre la misma).

Susie fue en realidad la única amiga que tuvo y la que siguió el juego de sus creaciones imaginarías. Por ella, se convierte más tarde en psicóloga y se asocia con Nickelodeon para crear “Rugrats, aventuras en pañales”. Cuando Angélica murió por sobredosis de drogas ayudó en su funeral. Su muerte fue triste, porque gracias a su adicción fue excluida socialmente, lo que la llevó a una ruptura con la realidad, y a su eventual muerte. Ella pasó sus últimos días de vida en la parte trasera de una cafetería escolar, imaginando amigos alrededor de ella, y jugando con las vidas de sus creaciones.

Angélica muere el 5 de Marzo de 1994."

domingo, 17 de agosto de 2014

El hombre del patio - Historias de terror


-Todo comenzó cuando vi a mi hijo mirando por la ventana de su dormitorio- comenzó así su relato el hombre recostado en el diván-. Cuando le pregunté qué era lo que miraba, Dany señaló a través de la ventana y dijo: “Hay un hombre ahí afuera, parado en el patio". Inmediatamente pensé que se trataba de un pervertido. Los hay a montones en este mundo, ¿no le parece, doctor? Agarré el cuchillo y salí al patio hecho una furia, dispuesto a cortar sus pelotas. Pero ahí no había nadie. Regresé a la habitación de mi hijo y le pregunté por qué me había mentido. Pero el chico volvió a señalar hacia fuera. “Está ahí”, dijo, “sólo que no puedes verlo, porque está muerto”.

El psiquiatra soltó un leve gruñido como respuesta. Se inclinó sobre su libreta y escribió:

“Padre violento. El hijo reclama atención, probablemente a causa del divorcio”.

-Continúe, por favor- dijo, inclinando la cabeza.

El padre se acomodó sobre el diván y siguió con el relato.

-Después de esa vez mi chico no volvió a parar. Yo le decía que cortara con esas historias, porque asustaban a su hermanita Agustina, pero él siguió y siguió. Decía ver fantasmas por todos lados: cuando íbamos a hacer las compras, en la escuela, incluso en el puto jardín de infantes de Agustina. Dijo que veía el fantasma de un chico jugando en el arenero, que lo saludaba, ¿puede creerlo?

El psiquiatra no dijo nada, pero en su libreta anotó:

“Probable esquizofrenia del chico. Delirios persecutorios del padre”.

-¿Sigo hablando?- dijo el hombre.

-Claro.

-Es que usted me distrae cuando escribe en su cuaderno, ¿sabe?

-Es mi trabajo, señor Donovan. Usted no preste atención a lo que yo haga, concéntrese en la historia.

El padre murmuró algo por lo bajo, pero luego continuó:

-La gota que derramó el vaso fue la semana pasada, el sábado. Me tocaba a mí cuidar a los chicos, por eso del régimen compartido, pero aproximadamente a las ocho de la noche llegaron sin avisar mis amigos y compañeros de barajas. Así que encerré a los chicos en el dormitorio y les dije que no hicieran mucho barullo, porque papá quería pasar una noche tranquila con sus amigos. La nena no dijo nada, ella pobrecita siempre fue calladita, pero Dany empezó con las quejas.

Dijo que el hombre del patio no los iba a dejar dormir. Que cada vez estaba más cerca, y él tenía miedo, porque el hombre no era un fantasma común, sino algo mucho "más malo" que eso. Lo peor fue cuando Agustina, con ojos asustados, secundó a Dany y dijo que también había comenzado a verlo. Incluso me mostró un boceto que había hecho de aquel hombre; siempre fue muy buena en el dibujo, constantemente dibujaba cosas lindas como mariposas o flores, pero la cosa horrible que me mostró esa vez terminó por sacarme de mis casillas. Agarré a Dany y lo sacudí. “¿Ves lo que pasa por andar diciendo estupideces? Ahora tu hermana también cree en esas cosas”, le dije. Lo llevé de las orejas a la ventana y señalé hacia fuera. “Ahí no hay nadie, ¿lo ves? No hay ningún hombre muerto en el patio. Así que no quiero más historias de esa mierda, ¿entendiste?”. Dany agachó la cabeza y no dijo nada, pero algo en su mirada me hizo creer que traería problemas esa noche.

El psiquiatra volvió a escribir en su libreta.

“Graves problemas de alcohol”.

El padre parecía estar cada vez más agitado.

-Regresé al living y por unas horas me olvidé de ellos. Esa noche mis amigos apostaban fuerte, y la verdad no ligué nada. Eran las doce de la noche y casi me habían desplumado. Estaba furioso. Aposté mis últimos cien pesos y luego tiré las barajas. Cuando miré mis cartas, no podía creerlo: era la mejor mano que me había tocado en mi vida. ¡La mejor!
Tenía todo a mi favor para recuperar el dinero perdido.

-¿Y entonces?

-El grito. O mejor dicho, los gritos. En la habitación de los chicos. En ese momento juro que pensé en matarlo. En matar a ese chico. Pero sin embargo continué jugando.

-¿Continuó jugando, pese a los gritos?

-¡Era la mejor mano de mi vida! ¿Es que no lo entiende? Además ya estaba acostumbrado a esas cosas, esos estúpidos juegos de Dany. Él y sus putos fantasmas muertos. Seguí jugando y por fin, Dios bendito, gané algo. Entonces el Pato Esquivel, uno de mis amigos, me dijo: “Hey, Donovan, ¿no tendrías que ir a ver qué carajo pasa en esa habitación? Esos niños gritan como endemoniados”. Así que fuimos a ver. Yo fui el primero en entrar a esa habitación, estaba muy borracho y…

-¿Qué fue lo que vio?- dijo el doctor, luego de anotar en su libreta:

“Adicción al juego”.

-Le reitero, doctor, que estaba borracho- dijo el hombre, con ojos suplicantes-. Es posible que lo que vi no sea más que… no sé, un delirio. Cuando uno bebe…

-¿Qué fue lo que vio?- insistió el médico.

-Vi a mi hijo, flotando a unos cuarenta centímetros de la cama- dijo el hombre, apresuradamente-. Tenía los ojos en blanco, y una baba negra le corría por el mentón. Pero peor fue lo que vi detrás de él…

-¿Qué vio?

-Había una cara- dijo el hombre, echándose de repente a llorar-. Una cara que salía de la pared. Tenía dientes como cuchillas, y sus ojos brillaban como linternas en la noche. Una cara que era exactamente igual a la que mi hija había dibujado…

-Usted dijo a la policía que la ventana estaba abierta…

-Sí, sí…

-Y que su hija menor, Agustina, no se encontraba en la habitación…

-Después de atender a Dany, de sacarlo de su “trance” o lo que diablos fuera eso, comenzamos a buscarla. Dany gritaba que "el hombre del patio" se la había llevado, pero claro que no le creímos. La buscamos por todos lados, aunque no pudimos encontrarla. Ella… ella era mi pequeñita y…

-¿Sabía usted, señor Donovan, que cuando hallaron a su hija, en el descampado detrás de su casa, se encontraba completamente desnuda?

-Lo sé. Dios misericordioso, lo sé…

-¿Y que cuando realizaron la autopsia correspondiente, Agustina tenía señales de haber sido violada por varios hombres?- el psiquiatra parecía haber perdido su tranquilidad académica. Había dejado la libreta a un lado y casi hablaba a los gritos- ¿...Y que parte de los rastros encontrados debajo de sus uñitas, pertenecen a usted?

-Sería incapaz de hacer daño a mi pequeña… lo juro…- el hombre de repente alzó la cabeza y miró al psiquiatra, con los ojos convertidos en ranuras de odio-. Usted… usted me tendió una trampa. Dijo que sólo quería curarme, pero veo que su intención es meterme entre rejas. Lo mataré, doctor.

Se paró del diván y comenzó a avanzar hacia el psiquiatra. El doctor apretó un timbre y de inmediato entraron a la habitación dos policías, que redujeron al hombre y se lo llevaron.

-¡No fui yo, doctor!- decía el hombre, mientras lo llevaban a la rastra por el pasillo del hospital-. ¡Sería incapaz de hacerle daño a mi hijita! Sé que soy un miserable borracho, pero debe creerme…

El doctor volvió a sentarse y suspiró.

-¿Se encuentra bien, doctor Alves?- le preguntó su secretaria, que había asomado a la puerta al escuchar el griterío.

-Creo que sí, Lorena. Los policías actuaron muy rápido. Ahora por favor, déjeme a solas, debo terminar el informe.

La secretaria se retiró, y el doctor abrió su libreta. De inmediato saltó sobre su silla. En la agenda había un dibujo infantil, hecho con la lapicera. Se trataba de un rostro horrible, demoníaco, que mostraba unos dientes afilados como cuchillos. Debajo decía lo siguiente:

NO ES ESQUIZOFRENIA.
NO ES ALCOHOL.
NO ES ADICCIÓN AL JUEGO.
EXISTE.
Y SE ENCUENTRA DETRÁS DE USTED.
OBSERVÁNDOLO POR LA VENTANA.

El doctor se dio vuelta rapidamente. La silla giratoria crujió bajo su peso.

-Jesús bendito- dijo el doctor, que hasta ese momento se manifestaba ateo. Sus esfínteres se aflojaron y su cabello entrecano comenzó a caer, como los pétalos de una flor de repente marchita.

Lo encontraron tres horas después, aún con el rostro en dirección a la ventana: parecía un anciano de ciento veinte años, y se había arrancado los ojos.


AUTOR: Mauro Croche

miércoles, 13 de agosto de 2014

El espejo se oscurece - Historias de terror



Jorge era un experimentado chofer de ambulancia. Sabía que su trabajo no era el mejor del mundo, tampoco era que pagaran demasiado, pero al menos cubría el turno de noche y a él siempre le había gustado ese aspecto ya que la jornada se hacía más tranquila por el bajo indice de accidentes.

Una vez, a eso de las doce, mientras cubría una emergencia, se le dio por mirar a través del espejo retrovisor; lo que vio le heló la sangre. Sobresaltado, echó un vistazo hacia atrás y su compañera, una joven médica recién graduada, le preguntó si se sentía bien.

-No es nada- respondió con voz firme Jorge.

Pero sabía que no era cierto: acababa de ver, en el espejo, el destrozado rostro de un muerto, que le hacía muecas de dolor o desesperación.

Desde entonces comenzó a ver ese tipo de cosas. Gente fallecida, ancianos de rostros cadavéricos, jóvenes con los cráneos rotos, incluso niños. Siempre los veía a través del retrovisor de la ambulancia, como si sus espíritus aún estuvieran allí atrás, anclados a la caja del vehículo. Jorge se consideraba un tipo valiente, pero aquella incesante procesión de visiones sobrenaturales terminó por afectarle naturalmente los nervios. Primero pidió el cambio de unidad, luego de turno: pero no importaba qué ambulancia manejara, tampoco la hora: los muertos se le manifestaban igual.

Consultó entonces, en secreto, a una amiga de su madre, que era parapsicóloga –o al menos decía serlo. La mujer, luego de escuchar su relato y examinarle la palma de las manos, asintió con la cabeza y le sonrió.

-Querido, por extraño que parezcan mis palabras, lo tuyo es una bendición. No estás viendo en ese espejo a la gente que murió, sino la que está por morir. Tu misión es prevenirlas y dejar que decidan el camino por recorrer. De lo demás, Dios se hará cargo; tú sólo eres un mensajero.

Las palabras de la bruja podían ser sabias, no así sus consejos. Jorge lo descubriría días después, al ver a través del espejo retrovisor la imagen de una chica pelirroja con un cuchillo en su garganta. No pudo sacarse aquel pensamiento hasta semanas más tarde, cuando mientras caminaba por el centro, la reconoció. Iba de la mano de un hombre mucho mayor, el cual parecía ser su padre. Jorge se acercó y le advirtió que tuviera cuidado. El hombre se volvió, lo observó, y luego miró a la pelirroja, con una expresión terrible en los ojos.

-¿Y este, quién es?

-No lo sé, es la primera vez que lo veo- se defendió de inmediato la chica.

-¿Anduviste sacándome los cuernos, hija de puta?

-No, te juro que…

La escena se puso tensa muy rápidamente. La gente que pasaba por la calle los miraba y señalaba. Jorge retrocedió unos pasos y posteriormente se escabulló entre la multitud. Al día siguiente, vio el rostro de la pelirroja en el periódico: su marido le había clavado un cuchillo por la noche, al parecer víctima de un ataque irracional de celos. La policía aún lo buscaba y no había pistas sobre su paradero.

Después de ese incidente pensó en renunciar al trabajo, pero era lo único que tenía; además, el mercado laboral estaba muy complicado. Siguió manejando la ambulancia y viendo, en el espejo retrovisor, a la gente que iba a morir. Al principio evitaba mirar el espejo, trataba de conducir la ambulancia sin utilizarlo, pero luego, cuando pasaron los meses y sus nervios empeoraron, comenzó a sentir otra cosa. Algo perturbador, pero a la vez profundamente satisfactorio. Por primera vez en su vida, comenzaba a sentirse alguien importante. Sabía lo que todos (y a la vez nadie) querían saber: quiénes serían los próximos. Comenzó a mirar el espejo retrovisor con mayor frecuencia, a la búsqueda de nuevos muertos. Un día, reconoció a un anciano que había visto anteriormente en el espejo, caminando con lentitud por la vereda. Aminoró la marcha de la ambulancia y le dijo:

-Morirás muy pronto.

El anciano se detuvo y lo miró con la boca abierta. La mujer que iba con él le lanzó una andanada de insultos y lo escupió.

Jorge siguió manejando. Se sentía muy bien. Puso una canción que le gustaba mucho en el estéreo, y comenzó a silbar la melodía.

Repitió aquel acto varias veces, hasta que alguien anotó la patente y lo denunció. Lo despidieron sin muchos preámbulos. Jorge se retiró a su casa y desde allí siguió pronosticando las muertes de las personas, ya que había descubierto que no era imprescindible mirar por el retrovisor de la ambulancia para tener ese conocimiento: bastaba con hacerlo en cualquier espejo.

La gente lo evitaba siempre que podía. Ni siquiera lo miraban y todos los vecinos, incluido su hermano, le habían retirado el saludo. Por las tardes, Jorge montaba en su bicicleta y sembraba el terror en la ciudad. Con su dedo señalaba hacia aquí y hacia allá y decía: “Serás tú, y tú, y tú también”. La gente se escondía en las tiendas y en los zaguanes cuando lo veía pasar, porque sabían que sus pronósticos nunca fallaban.

Hasta que un día, alguien hizo lo que nadie hasta ese momento se había atrevido a hacer: se asomó a una ventana con un rifle, y le voló la tapa de los sesos.

El cuerpo de Jorge cayó sobre un puesto de diarios y revistas, haciendo un desparramo infernal. Cuando aparecieron los paramédicos, le quitaron las ropas roñosas que llevaba desde que lo habían despedido en el hospital, y se sorprendieron al darse cuenta que debajo había un traje negro. Jorge se enteró inevitablemente que iba a morir, sus propios espejos se lo habían dicho, y se había vestido adecuadamente para la ocasión. Uno de los paramédicos revisó el bolsillo y frunció el ceño.

-¿Qué es esto?

Sacó un aparato cuadrado, que tenía un letrero luminoso indicando un conteo inverso.
Instantes después, la bomba casera estalló, y los vecinos que sentían alivio por la muerte de Jorge volaron en pedazos.

lunes, 11 de agosto de 2014

Caso Slenderman: Niñas intentan asesinar en su nombre



"Lo hice para que supieran que Slenderman existía". "De no hacerlo, hubiera asesinado a mi familia", estas declaraciones en donde se invoca a un terrorífico personaje de ficción, fueron dadas por Morgan Geyser y Anissa Weier, las niñas de 12 años que durante el fin de semana protagonizaron un terrorífico crimen contra una compañera de colegio.

"Mi parte mala quería que muriera, la buena quería que viviera", confesaba Geyser a la policía del condado de Waukesha, en Wisconsin, unas horas después de apuñalar a su amiga. El crimen no lo perpetró sola, lo hizo con Weier, ambas habían planeado durante varios meses cómo y cuándo atentarían contra la vida de una compañera para rendir pleitesía al personaje del sitio web Creepypasta Wiki.

Las 19 apuñaladas que recibió la pequeña víctima, cuya identidad no ha sido revelada por las autoridades, les haría ganarse un espacio en la ficticia y macabra mansión de Slenderman, ubicada en el Bosque Nacional de Nicolet. En efecto, las trastornadas Morgan y Anissa se enrumbaron hacia allá luego de atacar a su amiga. El sheriff del condado de Waukesha las encontró horas después del crimen caminando en la ruta I-94. Anissa traía una cuchillo con una hoja de más de 12 centímetros de largo en la mochila. Morgan vestía una casaca con rastros de sangre, había limpiado el arma blanca en ella.

De acuerdo a sus testimonios el crimen fue planeado con mucha antelación. El viernes 30, como era costumbre para Morgan Geyser, los padres de la menor le dejarían traer a dos amigas a dormir. Las niñas esperarían hasta las 2:00 a.m. para colocarle cinta adhesiva sobre la boca a la víctima, acuchillarla y cubrirla con una manta. Mientras ambas huían llevando una mochila de provisiones (barras de granola, las fotos de sus padres, ropa y botellas de agua). Ninguna se atrevió esa madrugada. El crimen lo cometerían al día siguiente en el baño público de un parque.

"Solo escuchaba gritos", recordó Geyser, la menor confesó a la policía que no sintió remordimientos. El momento más espeluznante en el interrogatorio inicial fue cuando dijo, reviviendo a Slenderman: "hubiera también pedido que la maten".

Weir dijo haberse sentido un poco apenada, y en un principio incluso sorprendida de que su amiga considerara probar que Slenderman era real. Cuando las menores no cumplieron con el retorcido plan durante la 'pijamada', fue justamente Anissa quien recordó el baño del parque David, lugar perfecto para cometer el crimen, al contar con una alcantarilla por donde podía escurrir la sangre de la pequeña, indicó Weir.

Ambas esperaban convertirse en representantes o ayudantes de Slender (proxys), un personaje descrito como un ser sin ojos, ni boca, ni cabello. Como alguien de porte alto, ropaje oscuro y de cuyos dedos se desprenden enredaderas que le permiten estar arraigado en el mundo humano.

Para las autoridades aún no queda claro quién inició el ataque, ambas menores se sindican como autoras de la estocada inicial. De acuerdo a Morgan Geyser si no hubiera cometido el crimen, Slender hubiera asesinado a su familia; para Anisse Weier, por el contrario, la idea de probar que el personaje existía a través de ellas, era una obligación. De una u otra forma, a ambas les seducía la recompensa de pasar el resto de sus vidas viviendo en su mansión.

El fiscal del condado ha pedido una pena de 65 años de prisión para ambas menores, además de seguir el proceso judicial en una corte para adultos. Los cargos que se les imputan y lo peligrosas que son han hecho que el tribunal que lleva su caso impongan una fianza de medio millón de dólares por cada una. Solo si sus familias pagan esta cantidad de dinero, las menores podrán llevar el juicio fuera de prisión.

Los diarios locales de Wisconsin como "The Milwaukee Journal Sentinel", han revelado que la única razón por la que dan la identidad de las menores -algo que no se hace en la cobertura de noticias- es debido a la severidad del crimen, a tal punto de que se juzguen a las niñas en cortes de adultos.

Por Gabriela Quevedo C. para "El Comercio" (4 de junio del 2014)



A continuación les dejo otra noticia sobre un caso también inspirado en Slenderman:

CINCINNATI, 11 de junio.- Una mujer de Ohio, Estados Unidos, afirma que fue brutalmente atacada por su hija de 13 años, quien está obsesionada con el personaje Slenderman, un ente ficticio surgido de la web y transformado en leyenda urbana, el cual protagoniza varios creepypastas.

La mujer, que no ha sido identificada por la policía para preservar su integridad, reportó a la televisora WLWT que su hija se encontraba esperándola en la cocina. Traía puesta una máscara blanca, un polerón con capucha levantada y las manos cubiertas con las mangas de su ropa.

La niña apuñaló a su madre en el rostro, el cuello y la espalda.

"Ella era otra durante el ataque", declaró la mujer. También aseguró que su hija tiene problemas mentales y que escribe frecuentemente de cosas aterradoras, a veces mencionando a demonios, sobre volverse loca y “caer en la oscuridad".

Después del incidente, la mujer descubrió evidencia de la obsesión de su hija con el ser en cuestión.

"Ella hizo referencias a matar, inclusive creó un mundo para Slenderman en el juego Minecraft", afirmó.

La mujer expuso que la agresión que recibió debe servir de advertencia para que los padres controlen más a los niños en internet.

La pequeña, que está siendo juzgada como una menor de edad, dijo a las autoridades que no recuerda lo ocurrido aquella noche.

El ataque es el segundo en semanas que se les atribuye a personas que se inspiraron en dicho personaje.



jueves, 7 de agosto de 2014

La fiesta del monstruo - Historias de terror



30 de Marzo de 2009
Querido diario: En dos días sería mi cumpleaños, así que toca mi obsequio especial. Estoy muy ansioso, mucho más que otros años. Estoy convencido que mi regalo será muy hermoso. Espero no decepcionarme.

31 de Marzo
Mamá y papá están organizando los últimos detalles de la fiesta. La temática será de “Los Muppets”, que es mi serie de tele favorita. La torta que mamá encargó a la señora de aquí a la vuelta, tendrá la cara de la Rana René. Aunque más que una rana, parece un duende. Se nota que con el pasar de los años la señora ve cada vez menos. Pero no tiene relevancia. Lo importante es que la fiesta será un éxito. Mis compañeros de tercer grado vendrán, jugaremos en el patio y nos arrojaremos los restos de comida cuando estemos satisfechos. Claro que yo no como, es decir, no lo que comen ellos, pero debo obligarme a meterme algunos bocados para disimular. Total, cuando nadie me ve, voy al baño y lo vomito. Lo hago siempre, incluso en las comidas con papá y mamá, nunca nadie se ha dado cuenta.
Ya falta poco, unas cuantas horas. Estoy muy ansioso.

Más tarde
Acabo de darme cuenta que mentí. Pero fue sin querer, más que una mentira, se trató de un olvido. Dije que nunca nadie se dio cuenta de que vomito la comida, pero eso no es cierto. Aquellos granjeros, que me adoptaron en el año ’67 (¿o fue en el ’68?), sí lo hicieron. Vieron que expulsaba la poca comida que consumía y casi nunca dormía. Fue entonces cuando trataron de matarme. Inevitablemente se percataron de que no soy como los demás. El granjero, creo que se llamaba Víctor, o Vittorio, entró a mi habitación por la noche, con un trozo de cuerda en sus manos, con intenciones que su mirada asustada evidenciaba a kilómetros. Lo que nunca calculó fue que la noche es mi ámbito natural. Allí es cuando me hago más fuerte. Soy como un caimán. Ellos se hacen temibles en el agua, pero son lentos y torpes en la tierra. A mí me ocurre exactamente lo mismo, con la diferencia que mi agua es la noche, y mi tierra el día. Así que le arrebaté la cuerda de sus manos y lo maté. Luego asesiné a la señora, que ni siquiera atinó a defenderse. Y por último a sus seis o siete chicos.

Puedo pasar mucho tiempo sin comer, años quizás: pero una vez que empiezo, es difícil detenerme.

Esa noche en la granja, la sangre de Victor, su pareja y sus hijos no me sació, por lo que tuve que entrar al establo a matar caballos y ovejas.
Desde entonces perfeccioné mucho mi estilo. No quiero que vuelva a ocurrir algo similar. Antes tal vez ponía cara de asco cuando masticaba la comida, pero ahora creo que he aprendido a disfrutar ciertas cosas, como por ejemplo el tomate (¿será porque es rojo?).

Bueno, querido diario, dejo de escribir y voy a descansar un poco, porque mañana será un día movido.

1 de Abril por la mañana
Mi cumpleaños. Por fin. Ya está todo listo para la fiesta. Mis compañeros vendrán a partir de las cuatro de la tarde.
Estoy seguro que esta vez he elegido muy bien el colegio, porque todos mis compañeros brillan y parecen repletos de energía. No como aquella vez, hace tres o cuatro años, cuando terminé en una escuela muy pobre y mis compañeros parecían tristes y apagados. Ahora será diferente: será mi mejor cumpleaños en los últimos cincuenta o sesenta años. Lo sé.

3 de la tarde
Creo que he cometido una estupidez. Mis padres están muertos.
Yo los maté. Los puse en el sótano. Mamá quedó con el cuerpo doblado sobre la lavadora. Me pareció injusto que acabara así, era una buena madre. Parecía muy feliz cuando me adoptaron a fin de año, y creo que hubiese dado la vida por mí. La ansiedad, fue eso lo que me traicionó. No sé por qué este año estoy tan deseoso. Estaba jugando con la Play cuando ocurrió. Apenas papá me puso una mano en el hombro, diciéndome: “Hijo, tenemos tu regalo de cump…” yo me volví como un perro rabioso y le destrocé el cuello. Mamá, que estaba detrás de él, con una bicicleta flamante en su mano, dejó caer primero el regalo y luego su mismo cuerpo, que quedó acuclillado sobre el suelo, como un creyente esperando recibir la bendición del sacerdote. Yo me abalancé sobre ella y le comí los ojos. No sé por qué hice algo así. Tal vez porque los tenía muy bonitos, de un color marrón claro muy cálido. Cuando te miraba podías sentir su amor traspasándote y resulta que yo ya no puedo sentir eso, no puedo sentir amor, sólo sed, por lo que continuamente me recordaba que estoy muerto. En este momento su encuentran ahí, los dos en la oscuridad del sótano, y mis planes se están yendo a pique, el cumpleaños todavía no comenzó. ¿Qué haré cuando vengan los primeros compañeros, acompañados de sus padres? Los adultos querrán hablar con los míos, sospecharán si yo salgo a recibirlos en soledad.
También están el payaso y el mago, que vendrán a las cuatro y media.
Tendré que encargarme de ellos, uno por uno.
No habrá fiesta. Maldición, hoy no habrá fiesta.

4 y media de la tarde
Los primeros invitados. Tal cual lo pensé, la mayoría de los padres querían hablar con los míos, por lo que tuve que hacerlos pasar y eliminarlos. Ahora, en el sótano, hay seis adultos además de mamá y papá.
Mis compañeros están en el cuarto de juegos. Hasta ahora han venido, por orden alfabético: Carlitos Aranda, que se orinó a principios de año en plena clase. Micaela Beltrán, que no para de mirarme. Valentina Bulicj (o Bulich), con esas trenzas que invitan a tirar constantemente de ellas. Álvaro DeLeo y Carina Parvis. Y finalmente, el matón de la clase, al que nadie quiere invitar para las fiestas y que yo tuve que insistir para que viniera. Me encargué de él con gusto y ahora su cabeza reposa en el refrigerador, entre la fuente de ensaladas y los sanguchitos de queso. El resto de su cuerpo está en el cuarto de juegos, como ya he dicho, junto con mis compañeros descuartizados.
Ahora debo irme, tocan el timbre. Llegan más invitados.
No la estoy pasando tan mal, después de todo.

10 de la noche
Se acabó. Todo terminó de golpe. Ahora escribo escondido entre unas rocas del bosque, sin parar de temblar. Sucedió algo realmente espantoso. Ni siquiera yo lo entiendo aún del todo.
El payaso. Fue él el causante de todo. Llegó un poco retrasado, pero en cuanto le abrí la puerta supe por qué me había sentido tan nervioso los días anteriores. Para ese entonces me había bebido la mitad de mis compañeros, y mi sed crecía conforme pasaban los minutos. Al igual que aquella vez en la granja, no sabía si podría contenerme.
Pero resultó que sí, que podía.
Apenas lo vi, parado en el umbral con un racimo de globos en la mano, supe que no era humano, sino algo terrible vestido de payaso. Resulta que, de todos los payasos que había en el mundo, mis padres contrataron -¿probablemente sin saberlo?-, a una bestia inhumana e inmortal como yo, pero de otro tipo e infinitamente más poderosa.

Mis esfínteres se aflojaron de inmediato, pero claro que, como había bebido tanta sangre, mis pantalones celestes se tiñeron de rojo en la parte de adelante. Traté de huir, de esconderme en la oscuridad del sótano, pero el payaso me siguió y me sujetó con su mano que parecía una raíz. Intente de escaparme, de morderlo, pero pese a que soy muy fuerte, ni siquiera le hice daño. Me sentó sobre la lavadora donde estaba mi madre y me dio un globo. “Tómalo”, me dijo. Yo lo tomé y enseguida reventó. Desde adentro salieron dientes de ajo, muchísimos dientes de ajo que me ahogaron y me dejaron tosiendo, mientras el payaso reía y se burlaba de mí. Luego introdujo la garra en mi vientre y sacó algo gomoso y sangrante, que por lo visto era mi vejiga, y con ella hizo un globo que flotó hacia el cielorraso. Sabía que no sería mi fin, a menos que me claven una estaca en el corazón y me corten la cabeza, yo no puedo morir, pero intuí que tampoco fue la intensión del payaso. Sólo quería jugar conmigo. Yo temblaba y lloraba, aunque ¿sabes qué, querido diario? También sentía cierto alivio, porque me daba cuenta de que podía sentir miedo, un terrible miedo y eso es algo humano que hacía siglos no experimentaba. Por ese motivo empecé a llorar más fuerte y mis lágrimas de sangre cayeron sobre el suelo evaporizándose. Cuando terminó de jugar conmigo, acercó su rostro blanco y me preguntó: “Cuántos”, yo enseguida supe que se refería a los invitados faltantes. Automáticamente le respondí: aproximadamente unos quince, y fue entonces cuando el payaso por fin me soltó diciéndome: “Son míos. Ahora vete”.

Así que aquí estoy, escondido en el bosque, aún llorando empapado de mi propia sangre y convenciéndome que pudo haber sido peor, al menos bebí de algunos compañeros, pero lo cierto es que ni yo me creo ese cuento, ahora sólo siento rabia, dolor, y miedo. Mis pensamientos no se apartan de ese maldito payaso y en lo mucho que me gustaría verlo destrozado; sé que ha continuado la fiesta sin mí, y eso es inconcebible, yo era el del cumpleaños, el verdadero agasajado.
Pasará mucho tiempo hasta que me recupere.
Dolor…
Miedo…

1 de Abril de 2014
Querido diario: Hoy es mi cumpleaños, nuevamente toca el regalo especial. Ya estoy completamente recuperado y listo para empezar una vez más...
Esta vez no habrá ningún payaso en la fiesta.

Autor: Mauro Croche

martes, 5 de agosto de 2014

"El Poltergeist de Enfield" la historia detrás de "El Conjuro 2" y adelantos del spin off "Anabelle" - Noticias, historias y videos de terror



Era solo cuestión de tiempo que Warner Bros y New Line Cinema se decidieran a sacar una segunda película e incluso un spin off. Después del triunfo de la primera, la segunda parte de esta saga de miedo, se centrará en los años 70 y nos contará otro caso real de los investigadores paranormales, Ed y Lorraine Warren. Su estreno se espera para el 23 de octubre de 2015.

Esta vez podemos ver a la pareja intentando ayudar a una familia (una madre soltera y sus cuatro hijos), en la cual las dos niñas de 11 años manifiestan conductas de posesión. La historia transcurre en un pueblo del norte de Inglaterra llamado Enfield.

Es uno de los peores y más escalofriantes casos de los Warren, ellos afirmaban que vieron como se movían solos los muebles, como las niñas levitaban, su cambios anímicos y físicos y como lograban posturas inhumanas, entre muchos otros fenómenos paranormales.

En 1992 la BBC emitió un documental de ficción titulado Ghostwatch, basada en la historia del Poltergeist de Enfield. En 2007 Channel 4 emitió otro documental de las hermanas, llamado “Entrevista con un Poltergeist”.

No se sabe todavía si James Wan estará en dirección o en producción, ya que según unas declaraciones de Vera Farmiga (actriz principal), Wan se encuentra muy estresado intentando terminar la película de “Fast and the Furious 7”, después del terrible accidente de Paul Walker.

El Spin Off de la muñeca embrujada se estrenará el 10 de Octubre del 2014 y ya tenemos el primer tráiler. El film se centrará en la vida de la muñeca, será una terrorífica historia de sus orígenes.

La "Raggedy Ann doll" fue creada por Johnny Gruelle en 1920 y fue muy famosa entre las niñas de los años 30, su éxito llegó hasta los años 70, año donde posiblemente comience la historia del spin off.

El diabólico juguete será el protagonista y veremos como va transformándose en un ser malvado y demoníaco. Empezando por atormentar a una pareja inocente que espera un hijo y terminando, por lo que parece, en las dos estudiantes que ya conocemos de la primer entrega.

La verdadera historia de esta muñeca es escalofriante y realmente existe. Se encuentra en el Museo del ocultismo, en la casa de la familia Warren en Connecticut. No se sabe todavía cómo nos contarán los trágicos acontecimientos sucedidos, pero promete tener intriga y miedo.

En el siguiente video podrán escuchar un relato de como fueron desarrollándose los extraños eventos y observar imágenes reales del caso del poltergeist de Enfield:



Y por último les dejo el trailer del spin off "Anabelle":



lunes, 7 de julio de 2014

El miedo a los payasos - Artículos



Desde las viejas cortes griegas y aún antes de eso los payasos han estado entre nosotros. De hecho, su naturaleza esencial no ha cambiado en absoluto. Son intérpretes de lo intangible, de lo que no puede verbalizarse sino a través de lo absurdo.

En realidad, la historia de los payasos es menos grotesca de lo que podríamos pensar. Si bien el arquetipo del Payaso Maligno (Evil Clown) hunde sus raíces en un pasado antiquísimo, su forma externa es relativamente moderna.

Uno de los primeros payasos siniestros de la literatura de hecho estuvo basado en un bufón real que causó alrededor de cien muertes. En la ficción se lo llamó Hop-Frog, y el encargado de darle forma narrativa fue nada menos que Edgar Allan Poe. Al parecer, su relato se basó en un incidente real durante una fiesta de disfraces del siglo XIV, en la cual el rey distribuyó disfraces confeccionados con un material peligrosamente inflamable, asunto que no pasó desapercibido por el bufón de la corte, quien aprovechó la ocasión de cobrar algunas deudas incendiando a prácticamente todos los asistentes a la fiesta.

Otros payasos conocidos, y anónimos, aparecen en las obras: La mujer de Tabarin (La Femme de Tabarin, 1874) del escritor francés Catulle Mendès, y en la famosa tragedia Pagliacci (payaso, en italiano) de Ruggero Leoncavallo. En ambos casos estamos en presencia de dos payasos asesinos.

Pero difícilmente podamos hablar de un arquetipo en personajes de tan reciente manufacturación. Para que algo provoque un horror universal se necesitan otros ingredientes, algo esencial e indefinible que nos perturbe a todos en mayor o menor medida.

Supongamos que se nos permite jugar un poco con alguien que sufra de Coulrofobia, es decir, miedo o fobia a los payasos; y le preguntemos exactamente qué es lo que le asusta de ellos. En general, los estudios que se han hecho sobre el tema resultan poco concluyentes. Algunos sostienen que lo que asusta es el maquillaje excesivo, la sonrisa roja y exagerada, la nariz redonda, el cutis blanco, la forma y el color del pelo; y finalmente están los que sienten un fuerte rechazo por la actitud "juguetona" de los payasos en general.

Con estos datos ya podemos trazar una idea general de por qué los payasos dan miedo.

En primer lugar, los niños son especialmente temerosos de un cuerpo familiar con un rostro desfigurado o sin rostro en absoluto. El maquillaje desproporcionado de los payasos no solo sirve para resaltar una hipotética actitud alegre, sino para ocultar su verdadero rostro. Cuando un niño ve un payaso repara poco y nada sobre los rasgos alegres enfatizados, y mucho en lo que esos rasgos ocultan. Esto mismo ocurre con todos los elementos que conforman al payaso: su cabello, ropa, y sobre todo su actitud. El aire juguetón de los payasos se advierte como un ingrediente de distracción que oculta sus verdaderas intenciones. Este miedo es perfectamente racional si observamos que todos los movimientos, la ropa y la forma de hablar son completamente desproporcionadas.

Pero el miedo a los payasos no surge espontáneamente. No es en modo alguno un condicionamiento social (aunque lo social siempre juega su parte) sino psicológico. El propio Carl Jung realizó un magnífico estudio acerca de la imagen del "Tonto" (Fool), es decir, del bufón, el arlequín y el payaso, dentro de la estructura arquetípica de los temores humanos. En él propone que la imagen de los payasos se acerca peligrosamente a la idea de demonio en casi todas las culturas.

Ahora bien, profundicemos un poco más sobre los aspectos psicológicos que convierten a los ya mencionados en un objeto amenazante.

En primer lugar, los payasos son "algo" integrado a partir de una desintegración. Ninguna de sus partes en sí mismas son completamente anómalas. Nada en él es irreconocible, ni fuera de lugar, ni esencialmente malévolo. Sin embargo, algo indefinible parece sugerir lo contrario. El problema radica en que nunca encontraremos nada en el payaso que explique el rechazo visceral que algunos sienten por él. La única forma de hallar el rastro de su aura macabra es profundizando en nosotros mismos, en nuestra propia psiquis.

Sin intenciones de alarmar innecesariamente a las personas influenciables, lamento decir que el payaso que nos asusta somos nosotros mismos, o al menos una parte de nosotros, a menudo oculta e inaccesible.

Nuestra mente se compone de círculos concéntricos de identidad sobre los que no tenemos ningún tipo de control. Una de esas identidades, tal vez la única completamente silenciosa, según Jung y Freud, es lo que normalmente se denomina Ello (Id), una representación casi idéntica de las características del payaso en nuestra psiquis.

El Ello es una identidad esencialmente ambigua que plantea los mismos interrogantes que podríamos proyectar sobre los payasos. ¿Qué es lo que nos asusta de ellos? ¿Qué es lo que nos parece fundamentalmente extraño? En principio, su personalidad. El payaso (y el Ello) son infantiles. Solo persiguen un objetivo: divertirse. Sin embargo, esa misma persecución del placer revela que los payasos (y el Ello) están animados por una fuerza interna, una especie de mal primigenio, básico y no siempre estrictamente malévolo.

Para alcanzar ese estado de placer del que hablamos no prescinden del dolor ajeno. Por el contrario, a menudo la diversión es parte necesaria del sufrimiento del otro. Las actitudes estrambóticas de los payasos y su voz estridente proyectan cierta agresividad, cierto desdén por los demás en favor de su propia diversión.

En cierta manera podemos pensar a los payasos como una combinación equilibrada entre maldad e inocencia. Esta misma combinación es la que subyace en los principios activos del Ello.

¿Dónde podemos encontrar al "payaso" que hay en nosotros? En realidad lo vemos más a menudo de lo que pensamos. Está presente en el humor negro, en la risa incontenible frente a la tragedia de alguien; ya sea ínfima, como la caída de un tercero en la vía pública, o en aquellas cosas que mueven a risa aún cuando sabemos que hay alguien que las está sufriendo.

Esa es la actitud del payaso. Esa es la actitud primordial de una parte nuestra. La única diferencia entre ambos es que el payaso no siente culpa. Actúa como un psicópata que no calcula la responsabilidad y el alcance de sus actos. Se burla sin ningún tipo de autocontrol. El payaso es, en definitiva, un reflejo de lo que podríamos hacer si no sintiéramos culpa. Tal vez por eso nos asustan.

jueves, 26 de junio de 2014

La famosa broma del payaso asesino - Videos



Un vídeo de la productora italiana DM Pranks se ha convertido en uno de los fenómenos del canal de vídeos de YouTube con más de 18 millones de reproducciones.

Imagina esta situación: Bajas a un estacionamiento solitario a recoger tu coche. Cruzas la puerta y al girarte ves a una persona tendida en el suelo, continuas observando detenidamente la situación con la sensación de que algo "extraño" esta pasando y te das cuenta que al lado del cuerpo se asoma un terrorífico payaso con un gran martillo, el cual se ve sorprendido mientras ejecuta su presunta víctima con la maza aplastándole la cabeza. Acto seguido te mira. Tú te quedas paralizado. Y de repente sale corriendo detrás de ti. Tú reacción la dejamos para tu imaginación.

Esta es una de las escenas preparadas por la productora italiana DM Pranks que realizó para grabar una broma un tanto macabra.

La misma fue subida al canal de vídeos de YouTube en mayo y ya lleva más de 18 millones de reproducciones convirtiéndose en viral.

Tal ha sido su éxito que este mes de junio lanzó una segunda parte en el que añadieron una motosierra a su personaje. Y también podrán verlo a continuación.

Según explicaron sus productores, la reacción habitual de las víctimas era salir corriendo. Tanto que una de ellas huyó a tal velocidad que nadie logró alcanzarla para explicarle que todo era una broma. Pero el actor que interpreta al falso payaso asesino también se jugó la vida cuando una de las víctimas de la cámara oculta en lugar de salir corriendo cogió un cuchillo que tenía en su coche y le preguntó quién era y qué hacía.


Primera parte


Segunda parte

martes, 24 de junio de 2014

Una noche en el hospital - Historias de terror



Al despertar sobre aquella cama en el hospital, lo primero que vino a mi mente fue el coche rojo apareciendo de súbito en la esquina, mi moto chocando y estallando en llamas cerca de un poste de luz. Recordé las interminables volteretas en el aire y finalmente el doloroso choque contra el asfalto mojado. Luego, la oscuridad.

Me incorporé de la cama y miré hacia los pies. Esperaba encontrar mi cuerpo cubierto de yeso, pero me sorprendió descubrir que ni siquiera tenía una escayola en el brazo. Había salido milagrosamente ileso del accidente, y apenas me dolía la cabeza, aunque sentía un leve mareo. Giré la vista hacia la ventana; pese a que las celosías estaban cerradas supuse que debía ser de noche, porque el hospital estaba en calma y no se escuchaba el bullicio habitual de un sanatorio durante las horas diurnas.

-Parece que fue un accidente con suerte- dijo una voz a mi derecha. Miré en esa dirección, y vi a un anciano recostado en la cama vecina, que leía un libro. Le dije que sí, que probablemente así había sido, y luego le pregunté si sabía cómo llamar a las enfermeras.

-Tienes un timbre ahí al costado- dijo el viejo, con gestos sorprendidos-. ¿Acaso le duele algo?.

-No, pero tengo sed. Mucha sed. ¿Hace mucho que estoy aquí?

-No tengo idea, amigo. A mí me trajeron esta mañana, y usted ya estaba en la sala.

Toqué timbre varias veces, pero la enfermera nunca apareció. De verdad estaba sediento, así que me levanté, me metí al baño y tomé agua del grifo. Cuando regresé, el viejo parecía dormido y su cuerpo flotaba, como un globo, a unos cuarenta centímetros de la cama. Comenzó a convulsionar. Cuando abrió los ojos vi que los tenía ensangrentados, y su rostro hacía muecas de dolor o sufrimiento. Salí de la habitación y cerré la puerta detrás de mí, con el corazón enloquecido en mi pecho. En ese momento, por el largo pasillo del pabellón, un paciente caminaba apoyado en un trípode. Tenía la bata abierta y había cosas que se movían en su espalda; volteó para mirarme, y su cara era un cráneo sin ojos. Corrí en dirección opuesta y me encontré con la sala de enfermeras al final del pasillo. No había nadie allí, aunque me llamó la atención que el lugar estuviese tan sucio y desordenado, como si no se usara durante años. Algunos azulejos habían caído de las paredes y el mueble del escritorio estaba cubierto de polvo y de trozos de mampostería desprendidos del techo. Ante mi desconcertada mirada, el lugar se fue haciendo más y más vetusto, las paredes se fueron cubriendo de moho, las luces del techo titilaron y luego se apagaron, más trozos de mampostería cayeron y algunos vidrios de los ventanales estallaron hacia adentro con un estridente chirrido. Seguí corriendo y me encontré con una escalera: la bajé a toda prisa mientras percibía que el hospital entero temblaba sobre sus cimientos, como si fuera a desplomarse de un momento a otro. Finalmente encontré la salida y me abalancé sobre ella. Corrí unos metros en la noche y luego me detuve y miré hacia atrás, pero mi sorpresa fue completa al descubrir que allí no había ningún hospital, sólo un terreno cubierto de pastizales tan altos como hombres.

Caminé unos pasos por la calle desierta, sin saber qué hacer. Enseguida me encontré con el vigilante del barrio que refugiado en su garita trataba de encender un cigarrillo.

-Hombre, no sabe lo que acabo de ver- le dije con voz temblorosa. El vigilante no me prestó atención, por lo que seguí caminando. Dos cuadras más adelante me topé con un grupo de personas reunido en la calle. Cuando me arrimé vi el coche rojo destrozado, y mi motocicleta hecha un amasijo de hierros retorcidos en la acera. Había un cuerpo inerte sobre una camilla, bañado por las luces intermitentes de la ambulancia. Me acerqué a tiempo para contemplar mi rostro ensangrentado y desfigurado, los ojos ya sin vida, antes de que uno de los paramédicos lo cubriera con una sábana.

Sucesos paranormales en hospitales - Historias cortas de terror



Las historias de terror en los hospitales son abundantes, enfermeras y médicos suelen relatar con mucha frecuencia sucesos paranormales que ocurren en sus centros de trabajo, historias que involucran a una variedad de fantasmas provenientes del más allá.

¿Por qué estos fenómenos son tan habituales allí? Según los investigadores de lo paranormal, se debe a que se trata de lugares claves entre la vida y la muerte, portales entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos.

El hecho de que las personas sufran sus últimos días de vida en estos sitios los hace puntos idóneos para energías negativas y malignas que repiten los eventos traumáticos que llevaron a la muerte a los pacientes, y atrapan a las almas en el espacio y el tiempo. Afortunadamente, también son lugares donde inicia la vida y, aunque de forma menos frecuente, es posible escuchar historias de seres benevolentes como ángeles y espíritus blancos que ayudan a los enfermos a curar sus enfermedades. Dale un vistazo a esta compilación de historias publicadas en un foro de enfermeras que relatan las inquietantes historias sobrenaturales que experimentaron en diversos hospitales.



No dejes que me lleven.

Es la historia sobre una practicante de enfermería que relató una noche en la cual fue asignada al área de oncología en el hospital donde solía trabajar. Allí le encargaron un paciente que estaba agonizando y que se mantuvo inconsciente durante varios días. En cierto momento del turno de noche, la enfermera entró en la habitación y vio al hombre en la parte superior de la cámara, este la miró y le dijo “No dejes que me lleven”. La mujer se asustó y le preguntó quien quería hacerlo, él le respondió, apuntando hacia arriba: la cosa negra que está flotando en el aire. El señor murió en cuestión de minutos.




Llamada desde la tumba.

Tuvimos un paciente que siempre estaba apretando el botón de llamada. Ya sabes, el tipo de persona que para todo requiere ayuda. Nosotras, las enfermeras, debemos tomar turnos durante las solicitudes de forma que a la primera llamada los enfermos sean atendidos de inmediato.

Trabajo de 7:00 p.m. a 7:00 a.m. El hombre murió alrededor de las 8:00 p.m. La expresión de su rostro era como diciendo “¡Cómo pudieron dejarme morir!”. Como si fuera nuestra culpa. En fin, la familia vino y se fueron alrededor de las 9 p.m. Cerca de las 22:00hs., el botón de llamada de la habitación comenzó a encenderse. Yo estaba allí – el botón se activaba cada 5 minutos.

Una de nuestras enfermeras es una mujer muy espiritual. Alrededor de las 2 de la madrugada, unas 4 horas luego de observar tal circunstancia extraña, Mary dijo: suficiente.

Bajó y prácticamente gritó en la habitación vacía: “Sr. X, usted ya ha muerto. No puede quedarse molestándonos más aquí. Váyase. En el nombre de Jesús, yo le exorcizo de este plano de existencia. Vaya a la luz y sea feliz”.

Y no bromeo, el botón de llamada se apagó desde entonces.



Hora de morir.

No sé si esto califica como una historia de fantasmas, pero aquí está. Yo estaba al cuidado de una niña de 12 años con anemia aplásica. Una semana antes de morir, todos los días, a las 12:15 p.m. solía sentir un escalofrió que recorría toda mi espalda y me ponía la piel de gallina. Le mencione esto a la enfermera del turno de noche, quien estaba convencida de que la niña moriría a esa hora.

Algunos días después, sus padres decidieron detener todos los tratamientos. Ella entró en coma. A las 12 del mediodía se despertó; me pidió que la sostuviera, dijo adiós a sus padres, abuelos y hermanos y murió en mis brazos. Fue exactamente a las 12:15 p.m.



Betty ha vuelto.

Trabajo como Enfermera Asistente Certificada (CNA) en atención a largo plazo para un asilo de ancianos. Tuvimos a una residente, su nombre era “Betty”, y era totalmente independiente, todas las actividades diarias las hacía por su cuenta y las realizaba muy bien, nunca tuvo un incidente. La única ocasión en que solicitaba ayuda era a la hora del baño, requería que alguien estuviera a su alrededor para asegurarse de que no resbalara y cayera.

Betty enfermó de neumonía y tuvo que ser hospitalizada. Cuando regreso, estaba demasiado débil para hacer las cosas por su cuenta, pero era demasiado terca como para pedir ayuda. Lo último que la CNA le dijo antes de irse de su cama fue “Si usted quiere levantarse, presione el botón de llamado. Vendré a ayudarla”. Por supuesto que no lo hizo, se deshizo de la alarma, salió de la cama y cayó. Betty murió a causa de la caída. Su cama estuvo vacía desde entonces.

Una semana después la luz de llamada de la habitación comenzó a encenderse. Pensando que era el residente de la cama B caminé a la habitación para ver que deseaba. Entré para observar que la luz de la cama B y A estaban apagadas, la luz encendida venía de la cama C (la cama de Betty). Mis ojos se llenaron de lágrimas, salí de la habitación e hice que otra persona apagara la luz de la cama.



No me dejen morir.

Realmente esto se trata más de una historia de posesión que de fantasmas. Estaba auxiliando a una enfermera con un paciente que había tenido una vida muy dura. Tenía muchas afecciones, desde enfermedades cardíacas hasta insuficiencia renal. Este hombre tenía mucho miedo de morir. Cada vez que el monitor de su corazón sonaba, entraba en un estado de euforia y rabia. “¡No me dejen morir!, ¡No me dejen morir!”. La otra enfermera y yo nos enteramos de las razones por las que no quería hacerlo.

Cerca de las 2 a.m. su monitor cardíaco empezó a avisar de una taquicardia ventricular. Ambos nos apresuramos a la habitación. Yo llevaba el desfibrilador detrás de mí. Cuando entre, la enfermera estaba completamente en blanco. El hombre se hallaba sentado por sobre 2 pulgadas encima de la cama y reía a carcajadas. Todo su aspecto había cambiado por completo. Sus ojos tenían una mirada de pura maldad y en su rostro asomaba una sonrisa siniestra. Él se río de nosotros y dijo: “Estúpidos, ¿Ustedes son los que no me dejaran morir?” y río nuevamente. Estábamos congelados. Logre salir del trance y presione el botón de Código Azul (el paciente requiere de atención especializada) y cuando hice esto, el hombre volvió a entrar en una taquicardia ventricular. Empezamos el proceso de resucitación, pero luego de 20 minutos se había ido.

Cinco minutos después de declarado como muerto, con el equipo de especialistas aún en la habitación, este hombre se sentó arriba de la cama y dijo “Tú me dejaste morir. Qué pena”. Y luego comienza a reír. El hombre se desploma de nuevo en la cama y en seguida escuchamos un terrible grito de agonía (realmente todos los pacientes de esa noche en la unidad comentaron sobre el grito), y luego se pudo escuchar un susurro de “no me dejen morir” por toda la unidad. Cada una de las enfermeras de esa noche estaba pálida y asustada. Nadie quería moverse de su lugar sin compañía. Por la mañana los susurros se habían ido. Las practicantes del turno nocturno realizaron un servicio de oración en la sala de descanso antes de irnos a casa y luego todos tuvimos pesadillas durante semanas.

 
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